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Que no se nos olvide el viejo puente

A un año y dos meses de la puesta en funcionamiento del nuevo puente Pumarejo aún hay pocas luces sobre los planes del gobierno con la antigua estructura que fue inaugurada en 1974 y que ya prestó sus servicios al país y a la región.

Se ha hablado en varios escenarios de algunas alternativas sobre su futuro. Unos han propuesto su demolición total y otros sugieren demoler su parte central para conservar los extremos de la estructura para desarrollar miradores turísticos.  Cualquiera de las dos opciones debe tener, eso sí, como objeto permitir el paso de buques de mayor capacidad, y así dinamizar la actividad portuaria río arriba.

Este fue uno de los propósitos iniciales por los que se construyó la nueva infraestructura.

Lo que determinen hacer con el primer puente construido deberán hacerlo rápido. Muchos expertos lo advirtieron cuando empezó la construcción de la nueva megaestructura, y ocurrió: la presencia de las pilas del nuevo y del viejo puente repercuten negativamente en la sedimentación del canal de acceso a la zona portuaria de Barranquilla.

No se necesitaban muchos estudios para predecirlo. Entre más obstáculos le pongas al río en su trayecto, más sedimentación y más cambios se evidenciarán más adelante.

Ahora que contaremos en estos días con una buena draga, del tamaño y la capacidad que se necesita y que solucionará de momento nuestras afugias en el canal navegable, tal vez perdamos de vista que se necesitan, entre otras, incluir en la agenda este tema. No podemos obviar que si no atendemos la demolición con la urgencia e importancia que amerita, el río seguirá presentando problemas en sus primeros kilómetros.

Aunque hay que decirlo, estos obstáculos en el canal no son la única causa de los problemas que en los últimos años se han venido agudizando, sí es una de las que más contribuye a los ‘dolores de cabeza’.

Urge, entonces, que Invías defina rápidamente qué se va a hacer con la anterior estructura, hoy en desuso y en constante deterioro consecuencia del vandalismo, ya que su permanencia seguirá afectando a nuestro río en su parte más productiva.

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