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Ingrid: desunión de la esperanza

Presencié, en Vivo, el debate de la Revista Semana y El Tiempo, por primera vez aliados, de los candidatos presidenciales.

En el debate estaban todos los candidatos contra Petro, en remates permanentes y Petro realizando una defensa calculada desde los principios de la Colombia Humana.

Todo iba según lo que predecimos, nada nuevo. Y lo que calculamos todos, era que al día siguiente la primera plana eran las ideas de derecha por un lado, las de izquierda por el otro y las de centro, matizando ambas.

Sin embargo, no fue así. Ingrid Betancour, atacó a la propia coalición de la esperanza, hablando de politiqueros y corrupciones, y reclamando al propio Alejandro Gaviria el permitir la entrada de personajes oscuros, como dijo, a la coalición.

Fue triste ver esa escena de una pésima película nacional; no por ser la izquierda, ni la derecha ni el centro el objeto de la pelea, sino porque Ingrid terminó desviando el debate a personalismos y lo peor, a lo típico de los políticos, el ataque personal.

Esa idea de que la política se hace sola sin contrarios ni adversarios, esa creencia de que podemos gobernar construyendo muros y no puentes, esa propaganda de bajo tono en la cual, sólo yo soy impoluto, es lo que se conoce como la mala política.

Ingrid no reflexionó cuando pudo, debió profundizar sus pensamientos, darse cuenta el daño  que le hizo a la coalición de la esperanza en pleno debate con miles y miles de asistentes.

Además, que lo sacó como un as bajo la manga, sorpresivamente, para que no tuvieran nada más que decir, sino lo que ella quería oír. Sin embargo, Ingrid se retira de la coalición.

No sé de dónde se han inventado ciertos políticos que ejercer la política, sobre todo la de elección popular, significa la imposición de ideales.

Los políticos tienen un núcleo innegociable: “Acuerdo de Paz” “Corrupción” “Clientelismo” “Más o menos impuestos” y con base en ese núcleo duro, que debe ser un núcleo, es decir claramente definido, pequeño e inderogable, desde ahí se acercan a todos los demás políticos para negociar, obvio no principios, sino políticas.

Ingrid ¿Qué intentaba? ¿Dejar en evidencia a Alejandro Gaviria de un supuesto acto de corrupción de manera pública? ¿Auto proclamarse la adalid de la transparencia? ¿Presionar a sus compañeros de equipo a hacer sí o sí lo que ella quería? ¿Autonombrarse la líder de la Coalición? Lo que sea que intentara, dejó un sinsabor inolvidable.

No atacó tan fuerte a ninguno de sus contrincantes, sino a sus propios aliados, los de la coalición. No destruyó al partido contrario, sino con los que comulga.

La conclusión del debate de Semana y El Tiempo fue que Petro se defiende de todos y la Coalición acabó desunida. Antes que renunciar, Ingrid, había que reflexionar. Antes que atacar a tus propios aliados en público, debiste requerirles en privado.

Por respeto, por política. Ingrid generó la desunión de la esperanza.

La candidata Ingrid Betancourt