El brillo de la Corte Constitucional
El proceso penal seguido contra Jorge Pretelt Chaljub, ex presidente de la Corte Constitucional, constituyó un periodo gris que amenazaba con destruir la historia de credibilidad y prestigio jurídico e institucional. Esa que han construido quienes durante alrededor de treinta años se han dado a la tarea, muchas veces ante la desidia del Legislativo, de proteger nuestros derechos fundamentales generando transcendentales cambios jurídicos en beneficio de nuestra democracia y gestando soluciones concretas a los distintos problemas y necesidades que aquejan a nuestra sociedad. No en vano, el Tribunal Constitucional ha sido considerado por distinguidos académicos -entre los cuales se encuentra el profesor y candidato a Doctor en Ciencia Política en Harvard, David Landau- como el más poderoso tribunal en el mundo.
Esta Corte Constitucional se siente diferente. La preside por primera vez en su historia una mujer, Gloria Stella Ortiz, quien con un tono de voz suave pero firme, ha sabido sortear con su innegable inteligencia los momentos difíciles que atravesó la Alta Corporación en 2019, tal como lo hizo en rueda de prensa al defender la “independencia judicial como uno de los pilares de la democracia moderna”, justo en el momento en que arreciaban las presiones sobre las decisiones de los temas controversiales que se estaban estudiando.
Esta nueva Corte también se ha dado a la tarea de dar un paso al frente ante las inevitables transformaciones que las nuevas tecnologías generan en la sociedad y, en consecuencia, en la forma como se regulan los derechos y se administra justicia. Ahora, la Corte cuenta con la herramienta “prometea” (inteligencia artificial aplicada a los procesos de selección de tutelas), la primera apuesta seria para darle la oportunidad a las tecnologías disruptivas de ayudar a levantar una administración de justicia más ágil, transparente y eficaz.
Pero esta nueva versión de la Corte se siente también más cercana a la gente, no solo por su constante presencia en redes sociales, a la que no estábamos acostumbrados, sino porque su estilo es evidentemente más cercano. En ese acercamiento, por ejemplo, ha abierto procesos de convocatoria pública para que los estudiantes de derecho de las facultades del país puedan postularse para realizar sus prácticas de judicatura en la Alta Corporación, realizó además la primera audiencia de rendición de cuentas de su gestión y ha habilitado canales para que los ciudadanos puedan seguir en directo la selección de las tutelas que han interpuesto.
La semana pasada sorprendieron al país cuando al resolver una acción de tutela en defensa de un menor de edad discriminado, resolvieron comunicarle directamente al niño, en un lenguaje claro, sutil y hasta tierno, las decisiones jurídicas que acababan de tomar a su favor para garantizar sus derechos fundamentales. No se trataba solamente de un estilo diferente, sino de humanizar la justicia, hacerla más cercana al ciudadano, ser capaces de mantener esa empatía que nos recuerde que detrás de cada proceso judicial se encuentra un drama, un rostro, una familia.
Y, mientras la Corte Suprema de Justicia sigue poniendo en riesgo su institucionalidad al ser incapaz de ponerse de acuerdo para tomar decisiones y llenar las vacantes existentes, la Corte Constitucional se da el lujo de abrir convocatoria pública para seleccionar por mérito al nuevo magistrado auxiliar de la Sala Plena, un empleo de libre nombramiento que bien podría escogerse discrecionalmente. ¿Será que a los magistrados de la Corte Suprema no le dará ni tantito de antojo intentar recuperar la credibilidad de la institución que representan?