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Un “tatequieto” al ELN y jalón de orejas para el Ministro Iván Velásquez

Los colombianos estamos profundamente indignados ante el clima de incertidumbre que el accionar del ELN nos ha venido transmitiendo a través sus actos violentos, amenazantes y hostigamiento a la población civil; en el particular, la posición adoptada por ellos ante el actual proceso de negociación con el Gobierno, sin interesarle que un gran sector del país está esperanzado en dicho proceso, y con ello, un componente más a la tan anhelada paz para los colombianos.

Somos muchos quienes esperamos una pronta reconciliación nacional, entre quienes durante años han propiciado hechos de violencia a lo largo del territorio, y un Estado colombiano abierto y dispuesto al diálogo, pero con acciones contundentes frente aquellos que, aun ostentando un posición beneficiosa y garantista por parte del Gobierno, siguen esparciendo dolor, sangre y muerte a las familias de nuestro amado país.

He sido enfático al precisar que mi curul en el Senado de la República es de todos colombianos, de aquellos que levantan su voz y de muchos otros que ante el temor prefieren mantenerse callados. Por esa razón, he hecho un llamado constante al Gobierno Nacional, al señor ministro de Defensa Iván Velásquez y al presidente Petro, en que debíamos levantarnos de la mesa de negociación con el ELN, como respuesta a todo el accionar delictivo que han seguido protagonizando esta guerrilla.

Acciones delictivas contra las comunidades de los  municipios, corregimientos y veredas del Norte de Santander, Chocó, Arauca, Antioquia, Valle del Cauca, Cauca y Nariño, entre otras, son algunos de los hechos que nos permite apreciar con preocupación, la mesura que ha mantenido el Gobierno al haber continuado en la mesa de negociación con esta guerrilla, a sabiendas de que este grupo ilegal sigue vulnerando la tranquilidad ciudadana, la economía y el bienestar de niños y jóvenes, al violar de manera cínica los pre acuerdos de Cese al Fuego.

Ni qué decir de las atrocidades que también vienen cometiendo en otras zonas de influencia, como Tolima, Risaralda, Caldas, Bolívar, Cesar, Magdalena, Sucre, La Guajira, Boyacá, Casanare, Vichada y Guainía, además de Cundinamarca y la capital Bogotá, siendo la población civil y la fuerza pública las principales víctimas de este grupo.

De hecho, el pasado 29 de enero, hace casi un mes, elevé ante el país enérgicamente mi molestia, invitando al gobierno del presidente Petro a levantarse inmediatamente de la mesa de negociación hasta que el ELN no pare de delinquir, pero el Ministro Velásquez parece vivir en una realidad alterna a la del clamor de millones de colombianos. Pareciera estar ante un gabinete, ante unos funcionarios que viven en el planeta Marte y no son conscientes de que están en la Tierra y gobiernan Colombia. Dolor patriótico sentimos de ver cómo unos funcionarios no están concentrados en las soluciones cortas, medianas y de largo alcance para las necesidades de los colombianos, no toman decisiones de rigor, solo viven pensando en vivir su día a día  hasta que finalice el Gobierno del presidente Petro. 

El comunicado difundido el pasado 19 de febrero por el ELN, en el cual anuncia lo que ellos han considerado, la fase de congelamiento de los diálogos con el Gobierno, es la respuesta adversa a la inacción estatal; lo he dicho siempre, este es el mundo al revés, ¿Dónde quedamos los colombianos? ¿Dónde quedan las familias que lloran por su ser querido? He aquí la encrucijada de lo permisivo que ha sido el Gobierno con este grupo insurgente, y lo restrictivo con nuestra fuerza pública, con un cese al fuego que ha cobrado la vida de cientos de soldados y civiles en medio de estas negociaciones.

Cada panfleto y cada grafiti que este grupo insurgente publica anunciando paros armados y toques de queda ilegales, así como la hostilidad en sus declaraciones desafiantes y amenazantes en el desarrollo de los ciclos de las conversaciones con el Gobierno Nacional, lo que han generado es indignación en la ciudadanía.

Reitero mi rechazo contundente frente al accionar de este grupo guerrillero, que continua repitiendo los mismos hechos violentos que durante décadas han tenido, quitándole a las comunidades la dignificación a la calidad de vida de sus regiones. No podemos seguir tolerando que el ELN siga convirtiendo estos lugares en zonas verdaderamente excluyentes, permeadas por los homicidios, el terrorismo, el secuestro, la extorsión, las violaciones sexuales, las torturas, entre otros, opacando la diversidad e interculturalidad de estos lugares que deben fungir como epicentros de oportunidades de sana convivencia.

Este es el momento de ver realmente acciones serias y coherente por parte del Ministro Velásquez, cuyas decisiones generen resultados importante que devuelvan la confianza a los colombianos ante el proceso de paz que todos queremos. ¡Las oportunidades se acabaron! No más engaños, no más abusos, no más mentiras.