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¿Quién es Zelenski? Parte I.

Hace unas semanas sostuve, que cualquier cosa podía pasar entre Rusia y Ucrania. Lamentablemente, el jueves pasado, las amenazas de Putin de incursionar en el territorio de Ucrania se hicieron realidad y con ello, los ojos del mundo se volcaron hacia esta región europea y sus respectivos líderes. Aunque mucho se ha hablado de Vladimir Putin, resulta interesante explorar  una figura que en cuestión de horas se volvió trending topic en las redes sociales: Volodímir Zelenski, el presidente de Ucrania. ¿Quién es ese hombre y por qué es la envidia de cualquier político o influencer?

Lo primero que quiero señalar es que es un abogado y actor, judío, nieto de un sobreviviente de la II Guerra Mundial y que tiene 44 años. Como político, no es una figura de larga trayectoria ni ha tenido un papel protagónico en el pasado; por tanto, las expectativas hacia su persona podrían relacionarse a las ideas renovadas que podría representar. Considerando el boom que ha tenido su figura en los últimos días, y evitando caer en el idealismo, observo 2 atributos en Zelenski que podrían valerle un lugar en el hall de la fama: su versatilidad y pragmatismo.

Hemos escuchado muchas veces que en las crisis sabemos de qué estamos hechos  y en las primeras horas de bombardeo ruso, la negativa de otros países a intervenir fue desmoralizante. Sin embargo, en ese escenario que muchos creímos que podía significar el fin de la independencia de Ucrania, Zelenski supo recordar que la política es un arte, donde el performance es todo. Como buen actor logró articular su carisma y sus habilidades comunicativas a las emociones de una generación consternada por el abandono de los grandes líderes mundiales. Mostrar el desconcierto, la desesperación y la angustia habría sido catalogado como el peor error político; no obstante, Zelenski lo usó para denunciar a través de redes sociales lo que a los ojos de una ciudadanía era parte del sentido común y que no era otra cosa que “ayudar al más débil”. Más aún, pulsó los remordimientos de la hoy Unión Europea frente a las atrocidades del pasado, sin sonar victimista y sin caer en la soberbia; y no contento con ello, decidió no huir, portar el uniforme de soldado y demostrar con su presencia, que está convencido de que la guerra hay que lucharla. El resultado habla por sí solo: aumentaron los voluntarios civiles para enfrentar el ejército ruso y crecieron los refuerzos armamentísticos. En otras palabras, con su versatilidad de actor logró conmover, comunicar, negociar e inspirar a muchos a morir por la libertad de Ucrania.

El segundo atributo tiene que ver con su estrategia comunicacional. Su campaña por la presidencia fue casi un 100% virtual, soportada en redes sociales y en youtube, y en esta oportunidad explotó aquello que conocía: el secretismo que caracteriza las negociaciones políticas lo reemplazó por un tweet anunciando cada avance, la separación entre lo público y lo privado que recomiendan en nuestras escuelas de gobierno la ignoró completamente y le ha permitido venderse, sobre todo en su más reciente discurso, como alguien “común” que bebe cerveza tras ver la derrota de su equipo, que va al estadio y que frente a una foto institucional carente de emoción, prefiere una foto familiar en su oficina. Directa o indirectamente, Zelenski reconoce que la construcción de un “otro enemigo” viene mediada primero por un “nosotros”, pero a diferencia de muchos, ha logrado extender ese “nosotros” a la nación rusa, en abierta oposición a Putin, para que sean ellos, quienes anhelan la paz, quienes le declaren la guerra al líder del Kremlin y con eso, lograr lo que tanto pregonaba Julio Cesar: dividir y vencer.   

 El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.