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El G7 en Gran Bretaña, ¿el ascenso en occidente en entredicho?

Ésa mala costumbre, propia de una profunda deformación profesional, que  me lleva a interpretar o leer la cotidianeidad, en sus más variadas expresiones, desde la Historia,  es algo que siento me acompañará siempre. En esta oportunidad el acontecimiento en cuestión resultó ser la reunión del G7 el fin de semana del 12 al 14 de junio en Gran Bretaña. Al leer la noticia no pude dejar de recordar los párrafos introductorios de Robert Marks en su notable libro, “Los Orígenes del Mundo Moderno”, publicado por la editorial Crítica, en el año 2007, los cuales  reproduzco a continuación.

“20-22 de julio; Génova, Italia. Los líderes de los países más industrializados  del mundo, conocidos como Grupo de los Siete o G7, se reúnen en esta costera ciudad italiana para hablar de la economía mundial. El G7 declara que “el crecimiento económico sostenido en todo el mundo requiere un renovado compromiso con el comercio libre (global)…Abrir los mercados globalmente y fortalecer la Organización Mundial de Comercio (OMC) como cimiento del comercio multilateral es… un imperativo económico” Aquella reunión del G7, como antes la cumbre de la OMC en Seattle en 1999, atrae a miles de personas que se oponen a la reunión y a sus objetivos”

La primera pregunta que se puede hacer el lector de este comentario, es por qué Robert Marks introduce su texto de Historia del Mundo Moderno con una cita a una noticia del G7 vivenciada más de quinientos años después del inicio del período que preocupa a su texto. Es el mismo historiador, con extraordinaria lucidez, el que nos permite encontrar la respuesta al plantearnos que las cumbres del G7, que se venían celebrando periódicamente desde hacía ya veinticinco años, revelaban mucho  de la naturaleza del mundo en que vivimos  y al mismo tiempo planteaban cuestiones muy interesantes  acerca de cómo ha llegado a serlo.

El primer concepto que destaca el autor es que el texto hace referencia a los países, haciendo referencia a los principales actores de las relaciones internacionales desde hace más de dos siglos. A continuación repara en que son “países industrializados”, con lo que, indirectamente, está reconociendo la división de los países del mundo entre aquellos que han logrado la industrialización y aquellos que intentan estarlo y que, por lo demás, los primeros acumulan más de dos tercios de la riqueza del planeta. Pero lo más interesante, como pretexto para esta columna de opinión, es que planteaba que dicha situación no tenía más de doscientos años, ya que antes eran otros los países, India y China, los que concentraban dos tercios de la producción económica mundial. La pregunta era como se había producido este cambio, que además ha sido un debate muy prolífico en la literatura histórica y que tiene que ver con la llamada “Cuestión del Ascenso de Occidente”

Lo que resulta interesante en función de lo que estamos viviendo hoy, es que parece que nuevamente se estaría produciendo un giro. El gigante Chino, que consume el 50% de las materias primas que produce el planeta, fue el gran ausente siempre presente en la mesa de conversaciones del G7 en Gran Bretaña. 

Uno de los temas en debate fue el anuncio del presidente estadounidense, Joe Biden, sobre su plan denominado “Build Back Better World” (B3W), que sería una especie de alternativa a la estrategia China denominada “La Nueva Ruta de la Seda”. La propuesta se eleva como una estrategia conjunta de “Occidente” para desafiar la influencia china en el mundo y abrir las billeteras de los países del G7 para contrarrestar los miles de millones de dólares que China ha destinado en “apoyo” a las economías de los países subdesarrollados. Las democracias occidentales, en estado de alerta, el predomino de Occidente bajo amenaza.

La pregunta que se impone en este momento del análisis, más allá si estamos de acuerdo o no con que el Ascenso de Occidente es una realidad, ya que para muchos otros resulta ser un mito, un paradigma y hasta una ideología que se ha construido para servir a los intereses de Occidente, es develar qué hechos habrían facilitado que esto, que vuelvo a reiterar es aún un tema de discusión historiográfica, se haya convertido en una “realidad”.

Las posiciones al respecto giran en torno a dos grandes supuestos, el primero es que son los valores de Occidente los que se habrían impuesto en el mundo. Desde este punto de vista la Historia sería un poco como una carrera de relevos, ya que las ideas de la democracia, que surgieron en Grecia pasan a los romanos, que viven una crisis al momento de la caída del imperio, el cristianismo levanta el testigo y asume el relevo, creando las bases de la cultura europea en la época feudal, que se nutre del redescubrimiento del mudo clásico en el Renacimiento, se elabora durante la Ilustración y se realiza con las revoluciones atlánticas, es decir, la estadounidense y la francesa. Así, las ideas desarrolladas por el relato histórico del Ascenso de Occidente, que buscan explicar el mundo en que vivimos y, sobre todo, los valores del capitalismo de mercado y de las instituciones democráticas, se consideran nacidas únicamente de la civilización Occidental, pero de aplicabilidad universal. 

Para los que están en el otro extremo, (cabe destacar que entre ambas posturas podemos encontrar todos los matices del arcoíris) son solo las andanzas colonialistas e imperialistas y la superioridad bélica las que explicarían el “Ascenso de Occidente”, desde los viajes de españoles y portugueses iniciados en el siglo XIV. Es Carlos Marx, quien en el Manifiesto del Partido Comunista, se plantea con claridad en estos términos, al destacar que, “merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación, la burguesía europea arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta las más bárbaras. Los precios bajos de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros, los constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burgueses. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza”. Lo anterior, pero expresado desde otra trinchera ideológica, Samuel Huntington, en su libro “El Choque de las Civilizaciones”, se plantea en términos parecidos cuando afirma que, desde su Ascenso, Occidente se piensa a sí mismo y piensa a los demás.

Recordando que las posturas son realmente las antípodas de un fenómenos histórico complejo y siempre en discusión, podríamos decir que nos movemos entre la teoría difusionista de los valores superiores de Occidente como la clave de su Ascenso, hasta las consecuencias de las andanzas comerciales y militares que permitieron un enriquecimiento de gran parte de los países que hoy forman el G7, en especial en la era del imperialismo, tanto el territorial como el ideológico.

No es muy raro de suponer que los grandes dignatarios reunidos en Gran Bretaña adhirieran a las lógica valórica para explicar su predominio. En los documentos emanados de la cita, los altos oficiales de la actual administración del G7, expresaron claramente que su objetivo es demostrar que los valores Occidentales pueden prevalecer y acusan a China de una competencia desleal que se beneficia de un sistema de trabajo forzoso que no respeta los derechos de los trabajadores, que genera condiciones que permiten visibilizar condiciones laborales que rayan con la esclavitud o que, por lo menos, son moralmente atroces y económicamente inaceptables, con una tremenda despreocupación por las temáticas ambientalistas y de sostenibilidad, favoreciendo una grave distorsión del comercio internacional que impiden una competencia leal.

Para descifrar el escenario desde la historia, al análisis le falta al menos una reflexión que puede estar orientada por la siguiente pregunta, ¿De qué manera los herederos de los valores Occidentales podrían defender su postura ante la amenaza China, si el análisis histórico reparara que fueron las andanzas colonialistas e imperialistas las que permiten explicar en gran medida su Ascenso? En función de dicho fenómeno histórico,  lleno de contradicciones con los valores de la Europa decimonónica y de principios del siglo XX que predicaba el dogma del liberalismo, el nacionalismo, la autodeterminación de los pueblos, la nula intervención del Estado en la economía y la posibilidad de que el hombre pudiera, libremente, potenciar todas sus capacidades. La imposición militar del predominio de Occidente, en que el capital privado se benefició de las fuerzas armadas y de la burocracia gubernamental de los Estados (difícil una más clara intervención del Estado en la economía), con el fin de generar mercados cautivos, con prácticas de trabajos forzados, con un desprecio por los derechos de los originarios habitantes de dichos territorios, con  nula posibilidad en aspectos de autodeterminación, con una depredación de sus riquezas naturales que generaron daños ecológicos que difícilmente se pueden recuperar, dejando un panorama cruzado por la pobreza, el subdesarrollo, la discriminación y la marginación.

Recuerdo aquella vez que, ante las recurrentes Encíclicas preocupadas por las brechas ominosas entre los países ricos y los pobres, le preguntaron a Juan Pablo II, como enfrentar los angustiantes problemas de los países más pobres, a lo que respondió que los países ricos asuman la responsabilidad histórica que tienen al respecto. Ante la ofensiva económica que está poniendo en encrucijada el predominio de Occidente, los países del G7, defensores de los valores Occidentales, se comprometieron, en tiempos de pandemia, a aportar mil millones de vacunas para los países más pobres, lo que en términos económicos representa un 0,2% de sus presupuestos. La Organización Mundial de la Salud ha dicho que es insuficiente, el estado de cosas dirá si es adecuada para enfrentar la diplomacia de la vacuna que ha impulsado China y que tanto preocupa a Occidente, pero la Historia tendrá la responsabilidad de dilucidar  las consecuencias de este posible giro en las relaciones de poder a nivel internacional.

 Los líderes reunidos en Cornualles (suroeste de Inglaterra)