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¿Equilibrar principios con intereses?

Hace unos días, escuchando las noticias en una emisora radial, escuché decir a un ex ministro de relaciones exteriores de Chile, Heraldo Muñoz, que la máxima de las Relaciones Internacionales estaba en equilibrar los principios con los intereses que el país tenía.

La intervención de Heraldo Muñoz se daba en el contexto de la discusión que se instaló en Chile producto de la decisión del presidente Gabriel Boric de excluir de la Feria Internacional del Aire de Santiago, FIDAE, a Israel por las graves violaciones a los derechos humanos y prácticas de genocidio en la que se empleaban muchos de los armamentos que las empresas israelíes pretendían vender en esta feria internacional.

Las declaraciones del presidente y de la ministra del interior, Carolina Tohá, se justificaban en términos de que el principio de defensa de los Derechos Humanos era irrenunciable para el gobierno de Chile. La titular de interior explicitaba además que la decisión no era fácil pero que “…en la escala de las prioridades, los derechos humanos son el primer eslabón” y por las “cosas tan atroces como las que han sucedido en ese sector, las que han sucedido en Gaza en el último tiempo, es necesario a veces tomar esas decisiones difíciles”

Sin duda que para el gobierno de Boric la decisión debe haber sido difícil, el presidente no goza de mucho apoyo popular y cuenta con una oposición que busca sacarlo a la pizarra cada vez que puede. Esta no ha sido la excepción y desde el mundo de la derecha chilena, muy especialmente, se ha criticado la medida que, según algunos personeros del sector, pone en peligro la defensa chilena. Dicho sector no recuerda que hace un par de años el fallecido presidente Sebastián Piñera decidió sacar de la misma FIDAE a las empresas rusas por la invasión a Ucrania, situación, por lo demás, que el actual gobierno ha decidido mantener, por consideraciones asociadas al respeto irrestricto a los derechos humanos. “Cuando se toman decisiones en función de principios, hay siempre quienes van a alegar o esgrimir excusas para tratar de cuestionarlas o relativizarlas”, planteó el Mandatario, asegurando que excluir de eventos como la FIDAE a empresas que “de una u otra manera están siendo parte de aquello que criticamos, me parece que es coherente con nuestra política internacional”.

Incluso el embajador de Israel tuvo más que una tribuna en la que expresó una cierta parcialidad del gobierno de Chile hacia su país desde el 7 de octubre pasado y que el respeto por los derechos humanos de Israel es el mismo que el de Chile. Sin duda que el gobierno chileno ha tenido una postura clara ante las violaciones a los derechos humanos en territorio palestino, no sólo desde el 7 de octubre pasado, sino que ha sido coherente con las acusaciones que ha frenado el veto estadounidense por más de una treintena de ocasiones en la ONU contra Israel. La misma política que llevó a Sebastián Piñera a reconocer el Estado Palestino, situación que también, para el pueblo hebreo, significa, como muchas otras cosas por lo demás, como una práctica de antisemitismo.

Que el embajador de Israel en Chile ponga la política de su país como de respeto irrestricto de los derechos humanos, merece al menos una reflexión y demanda la posibilidad de aportar argumentos para que dicha frase quede en entredicho.

Según antecedentes de organismos humanitarios internacionales la mayor parte de las víctimas, que se acercan a las 40.000 personas, son mujeres y niños, debido a la composición demográfica de la población en la región de Gaza. Hay niños y mujeres que están muriendo de hambre debido al bloque impuesto por las fuerzas israelíes.

Muchos de los adultos mueren tratando de atrapar en el mar las bolsas de ayuda humanitaria que se lanzan desde el espacio, son hombres que llevan meses mal alimentados y sin las mínimas atenciones de salud y en pésimas condiciones de salubridad. Según los datos este conflicto es el que ha comprometido la mayor cantidad de vidas de niños y es muy superior al número de niños muertos en 4 años en todas las guerras del mundo juntas, escribió Phillipe Lazzarini en X Y. Además, denunció, “Esta es una guerra contra los niños, contra su infancia y su futuro”. La dura realidad explicitada demuestra que las palabras del embajador israelí son, por decir lo menos, engañosas y desafortunas, esperemos que este discurso no se instale como una realidad por las nefastas consecuencias que podría tener para la humanidad el considerar este tipo de acciones como respetuosas de los derechos humanos.

¿Qué entendemos por un principio? Una persona a la que respeto mucho me dijo hace algunos años que su vida la regía por principios y no por valores. Que lamentablemente los valores tenían polaridad y que muchas veces se estaba dispuesto a transarlos, mientras que los principios eran una norma o idea fundamental que rige irrestrictamente el pensamiento y la conducta. Los principios son eso, tan sencillamente y no se pueden relativizar. La máxima que expresa Heraldo Muñoz es, más allá de la falta de todo tino humanitario para el contexto en que la expresa es, desde la definición misma de lo que entendemos por un principio, un imposible.

Cuando escuché la entrevista de Heraldo Muñoz me acordé de la última campaña presidencial en nuestro país, en la que el candidato de la extrema derecha, José Antonio Kast, entrevistado por el periodista Tomás Mosciatti criticaba abiertamente las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, entre otros y para con los que estaba dispuesto a romper relaciones internacionales en caso de acceder a la primera magistratura de la nación. Llamó la atención al periodista que Kast no integrara en su lista a China y ante su pregunta, el candidato presidencial recula y explicita que la relevancia de la economía China para Chile impedía tomar la misma decisión, sin duda el mejor ejemplo de que las Relaciones Internacionales, para muchos y, a diferencia de lo que explicitaba Heraldo Muñoz, comprometen considerablemente los principios en pos de los intereses.

Lo más impresentable de todo es la liviandad con la que se opina, la indiferencia que las palabras resuenan para el sufrimiento de muchos. Hace más de 160 días que la población palestina de Gaza esta siendo objeto de una guerra que no respeta las mínimas condiciones del derecho internacional, una población mayoritariamente civil sometida a un genocidio sin precedentes. Las redes sociales y los organismos humanitarios nos cuentan y nos transmiten en vivo una masacre que cuenta con miles de asesinados, en la que cualquier justificación resulta ser una afrenta a la humanidad, mientras tanto Heraldo Muñoz solicita que Chile, en sus relaciones internacionales busque un equilibrio entre sus principios y sus intereses, ojalá los hombres, mujeres y niños de Palestina no lo hayan escuchado.