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Museo y Memoria- de los Montes de Maria

“La memoria de las victimas es la señal y la condición de que queremos construir una sociedad en paz” Nago

 

 

La XIV Fiesta del Pensamiento, se realizó en San Jacinto los primeros días del mes de enero con éxito. Asistieron personalidades como poetas, escritores, filósofos, decimeros, niños, niñas, bailadores, cantantes, acordeoneros, periodistas, investigadores, gaiteros y un sinfín de asistentes tanto nacionales e internacionales.

Los visitantes encontraron en la plaza principal del pueblo el Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María (MIM). “Es una plataforma de reparación simbólica para las comunidades y victimas afectadas por el conflicto en los Montes de María”.

Los asistentes a la Fiesta del Pensamiento, visitaron a esa Casa Grande Montemariana, y comprendieron después de su recorrido que “su contenido está relacionado con un ave representativa del territorio, como es el Mochuelo… El museo de la memoria en sí mismo es una obra de arte, que incluye exposiciones y elementos de las memorias y la identidad del territorio Montemariano”.

Soraya Bayuelo y Beatriz Ochoa, junto a su colectivo periodístico, son los creadores de esta Casa Grande de la memoria.

Al recorrer la Casa, se encuentra uno con la memoria de la mayoría  de los asesinados por el conflicto armado, un total de 56 masacres en 10 años y 350 víctimas caídas por las balas y descuartizamiento por guerrilleros que habían perdido “El humanismo Guevarista” y se habían transformado en enemigos del pueblo y tristes delincuentes. Como también los de las (A.U.C) (Auto Defensas Unidades de Colombia) o paramilitares alimentados por terratenientes, gobernantes y partes del “glorioso ejército nacional”. Esta Casa Grande Montemariana es un Mochuelo itinerante que va a cada uno de los pueblos de la Comarca  de los Montes de María.

El cuarto vuelo del Mochuelo se instaló en San Jacinto (Bolívar) ya lo había hecho en el Carmen, Córdoba- Tetón y San Juan  de Nepomuceno.

Rememoremos aquí, que el Juglar Montemariano Adolfo Rafael Pacheco Anillo es el autor de esta composición poética que ha servido como símbolo itinerante de la Casa Grande.

 “La maldita guerra” ahuyentó a los niños Montemarianos para que no cogieran los mochuelos como hizo Joche en enero y regalárselos a la novia. Esa ave pico de maíz a pesar de la masacre continúa cantando transformado ahora en un Museo Itinerante, para no perder la memoria, porque un pueblo sin memoria es un pueblo muerto y porque la memoria se opone al pasar la página, al hacernos el distraído o al hacer abstracción de lo que está ocurriendo.

La memoria de las víctimas es la señal y la condición que queremos construir un mundo mejor. La memoria abre heridas. Es, efectivamente una condición necesaria para resolver el problema, por eso hay que pensarla hasta el final. Y eso es lo que pretenden las organizadoras del Museo Itinerante de la Memoria. En san Jacinto pudimos realizar en esta Casa Grande tres talleres para niños y jóvenes sobre pintura y unos recitales poéticos nocturnos. Como los de la Caucana Mary Grueso, conocida como la poeta de la Muñeca Negra o el poeta ovejero - limpio José Ramón Mercado Romero, recitándonos la masacre que sufrió nuestro pueblo Montemariano o la poeta Dina Luz Pardo con su erotismo profundo, enalteciendo la noche, etc.

 Hemos notado que lo que caracteriza nuestro presente es la incapacidad de recordar, debidamente, como si entre los daños irreversibles inferidos al ser humano, hubieran estado la destrucción de la memoria. Nos tocará tomar la sustancia de color apacible que trajo Melquíades a Macondo, para que la luz se nos haga en la memoria y así, poder acabar definitivamente con la Peste del Olvido. Porque el secreto de la esperanza del hombre o de la mujer está escondido en esos asesinados anónimos, en esos muertos que nos miran con sus ojos de dolientes. En esos hombres y mujeres de nuestra comarca Montemariana, que han hecho la historia cotidiana y anónima, que la historia de los vencedores los ha desconocido y aplastado. El hombre y la mujer podrán caminar erguido si son capaces de escuchar los gritos del sufrimiento. Los derechos de los derrotados, las preguntas de las víctimas. Solo entonces, podrá construir un mundo que no sea, de nuevo, a cargo de los vencedores de siempre, sino de los vencidos. Mi razón última es rendirles un homenaje a las directoras del (M.I.N) Soraya Bayuelo y Beatriz Ochoa, que con su equipo de trabajo periodístico Montemariano, han realizado una plataforma de reparación simbólica que nos enseña que serán los humildes in-visibilizados e ignorado los que dinamitarán la historia. Porque la memoria o la anamnesis es la única forma activa de combatir la muerte. El olvido es la derrota, la derrota en nosotros; en lo que somos. Si dejamos de recordar dejamos de ser, porque / uno no es nada en la vida sin los recuerdos Luis Enrique / sin los recuerdos uno no es nada / como dice el poeta Montemariano J.R Mercado.