Share:

¡La salud mental en Barranquilla no da espera!

Hace unas semanas hice este llamado enérgico desde el Concejo de Barranquilla, tras conocerse la muerte de un par de jóvenes estudiantes quienes tomaron la triste decisión de quitarse la vida al interior de sus universidades. Mi preocupación es inevitable y mi sentido de responsabilidad como joven para abordar de manera especial el tema, es imperioso.

Según el Instituto de Medicina Legal, Colombia pasó de 2.835 suicidios en 2022 a 3.145 en 2023, lo que indica un aumento de aproximadamente el 11%. A nivel departamental, los datos recolectados por la Línea de Salud Mental del Atlántico señalan que esta recibió 4.500 llamadas entre 2020 y 2023, de las cuales el 32% fueron posibles casos de suicidio. Es importante resaltar que, del total de llamadas recibidas, la mitad fueron realizadas por menores de 23 años. En lo que va del 2024, la mayoría de las personas que se han comunicado a dicha línea de apoyo residen en Barranquilla y su área metropolitana.

Es innegable que, en el contexto de la post pandemia, la salud mental empezó a generar grandes desafíos, principalmente en la juventud. La alta vulnerabilidad económica, la inestabilidad laboral y la falta de acceso a ingresos justos de muchos jóvenes de nuestra ciudad, los obligan a navegar diariamente entre la incertidumbre, la ansiedad y la depresión, para terminar naufragando en el intento de una vida en equilibrio y balance, porque el entorno no los acompaña.

La forma en que pensamos, sentimos y actuamos está condicionada por las herramientas emocionales, psicológicas y sociales que vamos adquiriendo en el transcurso de la vida Desde allí determinamos como manejamos el estrés, como nos relacionamos con los demás y el tipo de decisiones que tomamos. Estas herramientas se fortalecen en las aulas de clases, en los barrios, en las localidades, al interior de las familias y en las relaciones cotidianas entre amigos; conformándose en el sistema de apoyo o brújula en momentos de crisis. Los entornos saludables son determinantes y requieren de un trabajo interdisciplinario que nos involucra a todos para transformar duras realidades en escenarios que favorezcan el desarrollo humano sostenible, que promuevan las capacidades de la población y destaquen sus habilidades.  

Desde mi rol como Concejal insisto en la urgencia de fortalecer en Barranquilla: 

1. Los programas permanentes de prevención en centros educativos que incluyan formación en el manejo de las emociones, la resolución de conflictos y el uso responsable de redes sociales.

2. La implementación de rutas de acompañamiento socioemocional y primeros auxilios psicológicos en todos los centros educativos. Así como la capacitación de los docentes en el manejo de estos temas.

3. La realización de campañas para sensibilizar a toda la ciudadanía sobre la importancia de recibir apoyo y desestigmatizarlo.

4. La construcción o instalación de Centros de Desarrollo Juvenil (CDJ) en el Distrito de Barranquilla, espacios de bienestar que son clave para que los jóvenes puedan formarse para el trabajo y/o el emprendimiento, estar al tanto de vacantes laborales, conectarse con potenciales empleadores y clientes, estudiar, trabajar, tener acceso a internet, relacionarse y acceder a consultas relacionadas con la salud mental.

Es urgente tomar acción. La construcción de entornos saludables es una tarea colectiva que requiere de reflexiones individuales para accionar y promover el bienestar mental que nos permite hacer frente al estrés, la ansiedad, la depresión y desarrollar al cien nuestras potencialidades para trabajar y estudiar adecuadamente. No podemos detenernos en el firme propósito de transformar todos los espacios de nuestra ciudad en entornos saludables para construir entre todos una sana comunidad y avanzar como sociedad.