El rearme de las FARC ¿un nuevo aire para el Gobierno?
Es la oportunidad solo del Presidente Duque de tomar decisiones que erradiquen la violencia en Colombia.
Un día antes del video de Iván Márquez anunciando el regreso a las armas, la Fundación Paz y Reconciliación – Pares -, lanzó prácticamente un SOS porque en Colombia se estaba "incubando un nuevo conflicto" armado, por cuenta de unos “leños prendidos”, que el gobierno del Presidente Duque no terminó de apagar.
Según el analista León Valencia, director de Pares, son en total “cinco leños prendidos que mantienen en alerta a nivel nacional a las comunidades quienes son las que han tenido que sufrir los embates de la violencia”.
Desde el proceso de paz del gobierno con la guerrilla de las FARC, en su gestación, posterior acuerdo y posacuerdo, Márquez representó esa ala del grupo guerrillero que le dio un sí a la paz, como a regañadientes, con peros, buscando excusas y siempre dispuesto a abandonar el barco, al que ya habían subido a la guerrillerada, que estaba entusiasmada con lo que vendría.
Las capturas en abril de 2018 de Marlon Marín y su colaboración con la DEA y de 'Jesús Santrich’ por narcotráfico, fueron un duro golpe para todos en el partido de la rosa, mas no así en el Gobierno de Duque que desde el comienzo dudó de las buenas acciones del exguerrillero, que tuvo el respaldo de políticos y organizaciones que hoy están en completo silencio porque también fueron traicionados por el lobo con piel de oveja.
Así como el proceso de paz sufrió los embates de los partidos que nunca lo respaldaron, la lucha al interior de la exguerrilla también era gestada. Quienes estaban al ciento por ciento con el proyecto de la paz debían sortear las dos disidencias al interior de las FARC, la política y la armada, que tocaba a los hombres en los Espacios territoriales en Colombia. Esta última terminó por absorber a la primera, y lo que tanto advirtió Duque en referencia a Márquez y Santrich se fue cumpliendo: el jueves 29 de agosto le anunciaron a Colombia que retomaban las armas. Y a sus excompañeros de lucha no les tocó otra cosa que sentir vergüenza.
¿Cómo así que todos están remando hacia la paz y otros hacia sus intereses particulares? ¿Es bueno o malo que las acciones de Márquez y Santrich le dieran la razón a los opositores de la paz? ¿En qué se beneficia el gobierno con esta situación?¿Sale más favorecido y fortalecido Duque, tras los anuncios de rearme?
Cada quien en Colombia tiene un punto de vista diferente, sin embargo, en algo coinciden tanto el nobel de paz y expresidente Juan Manuel Santos y el Presidente Iván Duque. “Márquez y Santrich son traidores al proceso y lo hicieron por razones personales o por lucro”, dijo Santos; y Duque sostuvo: “No caigamos en la trampa de quienes hoy pretenden escudarse detrás de falsos ropajes ideológicos para sostener sus andamiajes delictivos”.
Un poco alejado de la opinión de los dos estuvo el expresidente Álvaro Uribe, quien una vez más desconoció el proceso de paz y opinó que el "acuerdo se baje de la Constitución y se reforme. FARC sigue". Además reaviva el tema de la seguridad democrática.
Por ahora, los colombianos están acompañando las decisiones del Ejecutivo y los operativos en las regiones dominadas por esos "leños prendidos" que Valencia llama, es decir, las disidencias, el ELN, el Clan del Golfo, ya comenzaron.
Según Pares, “en la actualidad las disidencias son cerca de 1.800 exguerrilleros y antes de la desmovilización eran alrededor de 13.000”.
¿Este es un nuevo aire para el Gobierno? Algunos piensan que a Duque le llegó el momento de demostrar su talante de estadista. Y de sacar terreno a este episodio que lejos de ensombrecer el proceso pone en su lugar a cada quien. Los ojos de la comunidad internacional están más puestos que nunca en Colombia, es mucho dinero del posconflicto el que invierten los gobiernos comprometidos con la paz en el país para que la violencia no retorne a los territorios donde antes operaba las FARC.