Los padres de familia no han sido capacitados en el lenguaje de señas.
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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

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Personas en situación de discapacidad auditiva, población invisible de San Andrés

La lengua de señas no es reconocida en la isla, lo cual dificulta su inclusión social.

Un estudio de una docente de la Universidad Nacional puso al descubierto el drama que padecen las personas en situación de discapacidad auditiva en la isla de San Andrés que, prácticamente, los convierte en una población invisible en el archipiélago.

Los resultados fueron publicados por la agencia de noticias de la Universidad Nacional y se basan en un estudio de Maureen Hooker O’neill, magíster en Lingüística de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Caribe, quien "compartió durante seis meses el día a día de 15 personas, entre los 13 y 60 años, consideradas sordas por la Confederación Nacional de Sordos de Colombia, es decir, quienes tienen una pérdida auditiva mayor a 90 decibeles y por su condición clínica es improbable que puedan adquirir una lengua oral".

“El estudio mostró que son una comunidad distinta, tienen una lengua de señas nativa propia que debería usarse. Les ponemos audífonos, trabajamos con sus familias y los entes territoriales, además de buscar que se integren a la sociedad e instruirlos en los colegios, pero hasta ahora todo ha fracasado porque su lengua no es tenida en cuenta”, se lee en la publicación de la magíster.

La investigación comprobó que en los entes académicos y de registro no existen estudios realizados en el archipiélago sobre esta comunidad y faltan instituciones donde las personas con discapacidad auditiva puedan adquirir una lengua de señas estructurada. Esto se debe a que, por un lado, estas personas y sus familias no poseen una red institucional de apoyo y tienen poco contacto entre sí, puesto que viven en diferentes sectores de las islas.

“Al no tener instituciones gubernamentales ni privadas con adecuada información académica, estas personas estarán en desventaja, marginalizadas, abusadas lingüísticamente y explotadas laboralmente”, advierte la fonoaudióloga.

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