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El futbol fiel reflejo de la historia nacional

Nada reflejó más la historia política, económica y social colombiana, que la reciente final del futbol colombiano. No se trató de una simple y razonable rivalidad entre regiones que se evidencian en todos los países del planeta. Por arte de “magia”, los tradicionales rivales se unieron (como siempre lo hacen) alrededor de cualquier equipo que dispute el campeonato contra el onceno barranquillero, representante de todo ese multiétnico, pluridiverso y multicultural Caribe.  

Sin duda, la prevalente mirada andina sobre la cual se construyó el país llevó a que la capital fuera Bogotá y no Cartagena, ciudad que aportó la mayor cuota de sacrificio durante el proceso de independencia del reino español.

La ingrata historia colombiana, se ha dedicado a destacar como principales hitos fundacionales del estado-nación, el incidente conocido como el Florero de Llorente y la famosa Batalla de Boyacá, no obstante que el bloqueo de 106 días liderado por Morillo a Cartagena de Indias fue fuente de inspiración y ejemplo para aquellos que soñaban con la total independencia de la potencia colonial. De hecho, 200 años después se celebró con toda la parafernalia el 20 de julio y de igual manera se hará el próximo el 7 de agosto. Sin embargo, esos tres meses y medio de sacrificio de los cartageneros en 1815, pasaron casi desapercibidos para el poder central andino.

Similar historia se repitió con Panamá. Mientras el mundo desarrollado era consiente de la importancia geopolítica del istmo, la obtusa ceguera bogotana, consideraba que una población liberal y lejana de los Andes, no era digna de pertenecer a esa Colombia unificada, centralizada y católica que decretó la Constitución Política de 1886. Por supuesto, la astucia norteamericana encarnada en Theodore Roosevelt no dejó pasar esa oportunidad y gritó a su Congreso y al mundo: “I Took Panama”.

Hoy la historia debería castigar en cada página de sus libros, al conservador Marroquín por permitir desde el Palacio de San Carlos, la secesión de lo que sería el epicentro de la logística, comercio y las finanzas globales.

Como consecuencia de la separación, Colombia se aisló de la Cuenca del Caribe. Dimos la espalda a unos socios naturales con los cuales, no obstante, algunas diferencias lingüísticas, nos unían y siguen uniendo mediante unos vasos comunicantes que en algunos casos eran mucho más sólidos que aquellos que nos vinculó a esa Colombia en 1886.

Tuvo esa constituyente de 1991, que plasmar en la Constitución Política un fundamental y necesario concepto para el desarrollo regional, al proponer en el artículo 285 de la Carta el concepto de regionalización. Dentro de ese marco normativo, estos entes territoriales podrán tener una autonomía regidas por autoridades propias, las que por supuesto, deberán ser originarias de esa región.

No obstante, el escenario político va en contravía a los anhelos de autonomía. Desde la presidencia, se encargó, por una parte, a un gobernador militar en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, violando la ley y por otra, igual que el caso del alcalde encargado de la Perla de América, un rancio bogotano que viene a “salvar” a dos poblaciones, sumergidas en la corrupción costeña.

El Caribe es cultura, ciencia, deporte, finanzas y comercio en constante evolución. Por si sola la región tiene la capacidad de construir una nación desarrollada sin depender de las argucias de un poder central concentrado en el interior del país. Sus departamentos, aglutinan una maravillosa riqueza que ningún otro rincón de Colombia posee. La montaña más alta del planeta al lado del mar, nieves perpetuas, un mar de colores infinitos y un acervo afrodescendiente, indígena y blanco producto de una mixtura germana, italiana, judía y árabe. Ese es el Caribe!

Al parecer son demasiadas las variables que invitan a desear nuestra identidad, una identidad tan fuerte y consolidada que convocan al resto del país a una competencia tal que en cada final del futbol en la cual esté el Junior de Barranquilla, los deseos del resto del país, estará con su contrincante sea cual sea.