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Con la sub-20 volvió la alegría del fútbol

Con la alegría y la simpleza como se juega el fútbol, así jugó Colombia en su debut del Mundial frente a Polonia. Tan sencillo, pero contundente fue la actuación de los colombianos que el marcador 2-0 se nos antoja mezquino para la tricolor. Angulo y Sandoval descifraron en los momentos precisos, pero bien pudieron ser más goles.

Algunas veces por sobre modularse, en el caso de Angulo y de Carbonero y en otras porque el propio “Chino” Sandoval prefirió entregar el balón a un compañero en vez de rematar cuando todo estaba a su disposición.

Lo importante es el triunfo, conseguido de la manera tajante, sin tapujos ni temor, respetando al rival, pero imponiendo condiciones. Esta selección sub-20 me hizo recordar aquel equipo del año  85 que bajo la dirección de Alfonso Marroquín, comenzó a mostrar la jerarquía de un fútbol que enrumbó a Colombia a sitiales importantes y a calificativos excepcionales.

Aquella pléyade de futbolistas de años juveniles que asomaban imponiendo categoría y sorprendiendo a los propios colombiano estaba conformada entre otros por René Higuita mostrando un nuevo estilo en la portería y jóvenes como Jhon Jairo Téllez,  Carlos Mesa, Álvaro “Calidad” Núñez, John Álvarez, Jairo Ampudia, José Hurtado, Orlando “El Pony” Maturana, Wilmer Cabrera, Carlos Álvarez, Diego Laínez, Eduardo Niño, John Córdoba, Felipe Pérez, Rafael Álvarez, Hugo Caicedo y John Edison Castaño.

Recuerdo que Colombia en el suramericano de ese año en Paraguay fue la sensación, venció a Bolivia y Chile y empató con Argentina y Brasil considerados estos últimos los ases del continente. El equipo de Marroquín clasificó al Mundial de Rusia, primero al que asistiría y lo hizo mereciendo elogiosos comentarios de la crítica internacional especializada.

Hay quienes consideran que el fútbol colombiano comenzó desde entonces una nueva era y los hay quienes afirman que uno lo fue Antes y otro después de Marroquín en ese torneo de 1985. Merecimientos por el despliegue futbolístico de sus integrantes en la cancha.

No sé si sea apresurado hacer comparaciones; pero lo cierto- según mi criterio- es que el equipo que pudimos ver ayer frente a Polonia en este Mundial sub-20 a más de uno nos hizo rememorar aquella época. Tan profundo fue en ese tiempo el mensaje elogioso recibido por la selección que su propio director técnico, el antioqueño Marroquín a su regreso del Mundial de Rusia sufrió un colapso emocional al no ver correspondido su entusiasmo por parte de los jerarcas del balompié Colombia. Su proyecto encaminado a “sublimizar” al fútbol colombiano fue desatendido  de tal manera que el técnico sufrió fuerte depresión y estuvo al borde de la locura.

Volviendo a esta primera muestra que dio el equipo de Arturo Reyes, se nos antoja muy prometedor; sin afirmar que será el mejor ni mucho menos, pero con base a esta prueba inicial ante los polacos, me hace pensar  en un camino expedito y halagador que

seguramente dará mucho de qué hablar.

La selección se mostró como si fuera experimentada, con un orden táctico y una solvencia acorde con la capacidad de juego tanto individual como de equipo. La fuerza física y por momentos intimidante que intentó imponer Polonia fue repelida con sapiencia y toque rápido y desequilibrante, con una medición de cada sector y con la inteligencia para ubicarse cada quien en el sitio que debía hacerlo. “Los gigantes” anfitriones no sabían por dónde andar y por momentos lucían “embelesados espectadores”.

No es hora de echar campanas al viento, pero sí, la de creer que deben venir cosas importantes para este conjunto de jóvenes que se constituyen sin duda en herederos de la selección de mayores que en manos de Carlos Queiroz se alista para competencias internacionales como la Copa América y eliminatorias para el Mundial de Qatar.

Con este equipo, confiamos en que se vuelva a la alegría del fútbol, esa alegría que a ratos nos llena de entusiasmo y felicidad.