Un mujer utilizó medio millón de luces para recrear en su casa la magia de la Navidad

Érase una vez una niña austríaca con un sueño: construir un parque de atracciones navideño en el patio de su casa. Más de 30 años y medio millón de lucecitas después, Sabine Gollnhuber es la dueña de la "Casa de la Navidad", un paraíso "kitsch" que reabre este año pese a la pandemia.

Cada invierno miles de visitantes acuden a admirar el jardín iluminado de la casa de Sabine en Bad Tatzmannsdorf, una pequeña localidad a unos cien kilómetros al sur de Viena.

Dentro está la colección privada de muñecos hinchables más grande de Europa: 180 figuras diseminadas por todo el recinto, la mayoría de temática navideña, aunque también las hay de superhéroes y de personajes de películas.

Todo parece envuelto en un halo multicolor, un reflejo festivo que nace de las cerca de 600.000 lucecitas que cuelgan de los árboles y del techo de la casa, dispuestas cuidadosamente por Sabine y su familia durante los meses previos a la apertura del recinto, la primera semana de diciembre.

Este año, la pandemia obliga a que se sigan unas estrictas medidas de seguridad, como el uso constante de la mascarilla, el registro de los datos personales de los asistentes o el control del aforo.

Pero, a pesar de las restricciones, el sueño de Sabine sigue muy vivo. Y la idea es hacerlo cada vez más grande.

El sueño de una niña 

Sabine tiene una sonrisa permanente en la cara y siempre se está riendo. Dos pendientes con forma de adornos navideños le cuelgan de las orejas.

"Cuando iba con mis padres y mi hermana a Disneylandia, en Florida y en California, aquello era un lugar especial que se me quedó grabado en el corazón", explica la mujer a Efe durante la inauguración este año de la "Casa de la Navidad".

Por eso siempre quiso montar, en su propia casa, una especie de parque temático navideño a imagen y semejanza de aquellos parques de Disney que tanta felicidad le habían traído.

Al principio empezó con unas pocas luces y figuras solo para la familia. Pero a medida que su colección de hinchables fue creciendo, Sabine comenzó a abrir el recinto al público de forma gratuita, aunque también recauda donativos que entrega a organizaciones como Cruz Roja.

Hoy, la familia de Sabine da la bienvenida a los invitados disfrazada de populares personajes infantiles: Bob Esponja, el Grinch y el Minion Stuart pasean por el jardín iluminado mientras los niños les señalan sorprendidos.

"Cuando te viene un niño que cree que dentro de tu casa está durmiendo Santa Claus o el niño Jesús, es que has hecho un buen trabajo", opina Sabine.

Medidas de seguridad

Este mes se cumplen diez años desde que el paraíso navideño de Bad Tatzmannsdorf empezó a acoger visitantes y desde entonces se ha convertido en un lugar célebre en toda Austria.

Aunque la organizadora espera que esta vez sean muchos menos por las restricciones y el miedo que genera el coronavirus, lo cierto es que esta reducción es muy apropiada si se tienen en cuenta las recomendaciones sanitarias para las fiestas.

"Este año nuestras familias tienen que ser más pequeñas", resume Sabine.

Para adaptarse a los requisitos de seguridad sanitaria, la familia Gollnhuber ha implantado una serie de medidas que permiten la entrada del público.

Para empezar, todos los que quieren entrar en el jardín deben registrarse antes en Internet o facilitar sus datos de contacto a la entrada.

Además, han instalado un torno eléctrico en la puerta que se cierra cuando se supera el número máximo permitido de personas en el recinto.

Una vez dentro, los visitantes deben seguir un recorrido que solo avanza en una única dirección, para que no haya dos grupos de personas que se encuentren frente a frente en el camino.

Y, por supuesto, la mascarilla es obligatoria en todo momento.

"He luchado desde el corazón, y espero que podamos mantenerlo abierto hasta el 10 de enero", asegura Sabine cuando habla sobre el proceso que ha tenido que seguir para que las autoridades le permitieran reabrir estas Navidades.

Su objetivo para los próximos años es que "cada lugar del jardín esté ocupado por figuras hinchables", aunque aclara que después de cada invierno tiene que "retirar" algunas que se quedan viejas.

Un trabajo de 10 meses

Aunque montar los hinchables y colocar las luces les lleva cerca de cuatro meses -desde agosto hasta finales de noviembre-, en realidad el trabajo de organización de la "Casa de la Navidad" ocupa a los Gollnhuber durante prácticamente todo el año.

Cuando termina la temporada navideña toca limpiar y recoger, sustituir las luces que se han estropeado y comprar nueva decoración. Además, supone una gran inversión de dinero.

Sabine calcula que cada año gastan en total unos 10.000 euros (12.000 dólares), de los cuales cerca de 2.000 se dedican exclusivamente a pagar la electricidad.

A pesar del gasto energético, la instalación es neutra en carbono, ya que toda la energía procede de fuentes renovables.

Jorge Dastis- EFE
 

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