Jhon Rodriguez y Rodney Castro.
Jhon Rodriguez y Rodney Castro.
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Un vendedor de yuca enhuesado y famoso

Jhon Rodríguez cuenta su historia.

Por Rodney Castro

Marly lo encontró encerrado en el cuarto llorando. Ella siempre ha sido más que una prima, una hermana. Además, es la más preparada, incluso fue candidata al concejo de Puerto Colombia en las pasadas elecciones. En ella confía, fueron muchas las temporadas de su niñez que pasó en su casa, aprendiendo lo que era estar en familia.

Lo que sucedía lo abrumaba, lo hacía sentir mal, no sabía manejar la situación. No entendía nada. Le decían que lo estaban robando, que utilizaban su imagen para provecho de otros. Por eso llamó a su prima, por eso clamó ayuda.

La depresión de aquella noche fue profunda, pero la visita de Marly lo tranquilizó. Ahora estaba optimista, pensando que le aguardaba un futuro prometedor, pero también entendía, que debía estar muy alerta.

- Buenas tardes, ¿ese es el número celular de Jhon Rodriguez?

-  Sí, habla con Marly, su mánager…

El sábado previo a la cita me encontraba ansioso, me reuniría con el vendedor de yuca y guineo verde, más famoso de Colombia. Marly se había comprometido a confirmarme la hora de la reunión, pero en todo caso sería al finalizar la tarde. (Este man no debe ser juniorista), pensé. La reunión quedó para las 5:30 pm, justo a la hora en que comenzaba el partido del Junior. De todas maneras, para hacerlo sentir mal, me fui con la gorra de mi querido equipo.

El encuentro se produciría en su casa en Barlovento, las indicaciones eran claras: Llegas a la Intendencia, cruzas para los cabritos (Restaurantes donde venden pescados al cabrito) y sigues derecho. La casa es diagonal a la bodega blanca con verde. Ahí estará Jhon esperándote.

Cuando me aproximaba a la ubicación iba muy lento en el carro, era sábado y se podía percibir a muchas personas exultantes reunidas en la calle, algunos sentados alrededor de una canasta de cervezas y con el Joe Arroyo de fondo. De repente un tipo menudo y de baja estatura en la mitad de la calle interrumpió mi marcha. Con su mano derecha abierta, me pedía que me detuviera. Su colorida camisa estaba repleta de estampados carnavaleros, tenía un jeans entre negro y gris, crocs azules y un tapaboca del Junior. A penas me detuve, intentó abrir la puerta de atrás del vehículo, pero tenía el seguro activado. Al constatar que se trataba de Jhon, quité el seguro. Se montó en el carro, me saludó como si me conociera de siempre y me guió unos pocos metros hasta su morada.

Tan pronto bajamos del carro, la burla de los vecinos inicio. Él les gritaba repitiendo con insistencia, “¡Cállate boca 'e Fab!, ¡Mantenío, que este no es el carro mío, este no es el mío!, ¡el mío es este!" Y señalaba su carretilla que reluciente y como acabada de pintar, se mantenía en la polvorienta entrada de su casa.

Vive en un segundo piso. Cuando entramos a la casa, nos recibió su prima Marly y Osiris Avendaño su robusta y dulce mujer. Presuroso Jhon se le prendió de una mano y con ternura la trataba de “mami”.

- ¿Ella es tu esposa?

- Sí, es la que me pega.

Todos soltamos sonoras carcajadas.

Jhon Harold Rodríguez Ortiz es barranquillero, según la cédula tiene 51 años, dice que no está muy seguro de esa edad, que su mamá no se la confirmó nunca. Tiene el apellido del papá de otro de sus hermanos. Es hijo de una cartagenera que aunque viajó por muchos lugares, siempre mantuvo su arraigo principal en La Arenosa. Su padre fue policía, nunca supo su nombre completo, solo lo referencia por su apellido, Duque. Cuando habla de su padre los ojos se le hunden, dice que le gustaría conocerlo algún día, saber si tiene más hermanos, saber quién es, preguntarle por qué lo abandonó. Siempre pensó que su madre se negaba a hablarle de él, pero después comprendió que a lo mejor no era que no quisiera, sino que era poco lo que sabía.

- “El único recuerdo que tengo de mi papá es de mis 8 años…, mi mamá vivía en el boliche. Mi mamá fue de la vida fácil. Mi mamá estaba en un balcón de esos… y mi papá, que estaba uniformado, la cogió por el cuello amenazando con tirarla y yo desesperado me le agarré de una pierna diciéndole que no lo hiciera, mi papá me metió una patada fuerte y caí lejos. Desde ese día no lo vi más”.

Su madre tuvo 6 hijos, la única hembra murió. Jhon nunca estudió. Su mamá ocasionalmente hacía dulce de corozo, y él vendía en hojas de uvita playera en un colegio. Llegaba antes de la hora del recreo para, desde afuera del salón mirar algunas clases. Dice que así aprendí a sumar, a leer, pero no a escribir.

- “La seño me cogió cariño y a veces me dejaba entrar al salón, sin uniforme y sin nada. Yo quería ser un niño estudioso e inteligente, yo siempre fui un pelao inteligente. También quería trabajar para ayudar a mi mamá. Me iba para el mercado y vendía galleticas Wafer y guarapo en los buses. Llegaba a la casa con muchas monedas y se las entrega a mi mamá y le decía que ya no tenía necesidad de trabajar, que ella tenía un hijo que la ayudaba”.

Desde entonces Jhon ha vivido muchas dificultades y visitado el infierno en varias ocasiones. Pero reconoce que es un bendecido al que nunca le falta una nueva oportunidad. Vive con su esposa Osiris y su hijo Samuel de 9 años, sin embargo Jhon tiene 7 hijos más, a los que ama y con quienes tiene una buena relación.

Expresa que su principal crisis la experimentó con Rosalía su difunta mujer, y que fue tan fuerte, que no hallaba qué hacer. Le daban ganas de fumar y de “soplar”. Pero que un día reflexionó y se dijo que esa no era la vida que quería. Hoy se reconoce como un hombre libre de drogas.

Explica que su ex mujer lo maltrataba y que no lo respetaba como pareja. Pero el estaba intensamente enamorado y le perdonaba todo. Recuerda que la última vez que volvió con ella, fue el día del partido contra el Pasto en el que Junior quedó campeón. Para ese juego le llevó una blusa del junior, que él también se vistió con la rojiblanca y compró unos cervezas. Pero que no duraron mucho, pues Rosalía siguió con su mal comportamiento.

Pero reconoce que su experiencia con Rosalía no fue del todo negativa, pues de esa relación salieron casi todos sus dichos, que hoy lo tienen probando estos soplos de fama.

- “Mi difunta mujer me pegaba y me daba mala vida… pero esa era la que yo quería y no pensaba dejarla…”.

Se ríe y aclara que él nunca le pegaba. Pero de inmediato se pone serio, se queda pensando y remata:

- “La verdad es que en esa época oraba mucho, decía: “Dios mío, tu eres el único que me puede quitar la venda de los ojos”.

- “Cuando ella se murió, ya los clientes sabían que mi mujer me pegaba, y me gritaban en la calle: “La mujer le pega”, y otros decían: “no le digas así, que la mujer se murió”. Mis hermanos además sabían que ella me estaba pegando cacho, pero no me lo decían, porque creían que yo era culo de loco”.

- “La traga que yo tenía por esa mujer era grande, le compré un anillo para que nos casáramos, pero ella no lo aceptó. La cogí con dos hijos, el papá de los pelaos vivía al lado, pero los niños me decían papá era a mí”.

Y aunque todas las ocurrencias de Jhon causan intensas carcajadas, lo cierto es que la génesis de muchas de ellas, están permeadas por el dolor y el sufrimiento.

Lo del “bembeo” también salió de la Cuchilla de Villate. Dice que cuando salía a trabajar, veía como lo señalaban y escuchaba el murmullo del: “ahí viene…” y se quedaban callados. Seguía caminando y cuando regresaba otra vez decían, “ahí va…”, y después, “ahí esta…”, hasta que se dijo: “eche, esa vaina tiene que ser conmigo”.

Jhon le dio vuelta a su tragedia y la convirtió en una oportunidad. La gente se reía de su dolor, así que su formula fue valerse de él mismo para, a través de la risa, afianzar a su clientela. Por lo tanto buscó categóricas réplicas para todos los señalamientos, respuestas que por el contrario, reafirmaban lo que se decía de él. Por ejemplo: “!Si mi mujer me pega, es para corregirme idioto!” o cuando las ventas están muy malas, no tiene inconveniente en reconocerlo y a todo pulmón expresa un “!compren yuca nojoda, que estoy enhuesao!”.

Le pregunto que de donde sale el “Idioto”, y con picardía, pero al tiempo con honda sabiduría, me responde:

- “Digo idioto, porque yo vendiendo guineo verde le digo a una persona “Ey idiota ven cómprame”, eso es pa buscar problema. Pero si le digo, idioto, se ríe”.

Entiende que su vida cambió cuando encontró a Osiris, su actual mujer, que es más preparada académicamente que él, pues cursó hasta segundo de bachillerato. Ella es su polo a tierra, su paz, su tranquilidad. Además, no para de consentirlo haciéndole las comidas que más disfruta.  Toma la palabra Osiris:

- “A él le gustan los desayunos con  patacón, o guineo machucado con queso rayado  y café de leche caliente, o guineo sancochado con un hígado encebollado. De almuerzo, puede ser mojarra guisada, o carne esmechada que también le gusta. Lo que yo le coloque él se lo come”.

Jhon trabaja de noche para que no le quiten la carretilla los de Espacio Público de la alcaldía. Ya se le han llevado tres. Se levanta a las once de la mañana y se va para el mercado a buscar la que afirma, es la mejor yuca del mundo, es decir, la de Campo de la Cruz.

- “Mucha gente dice que sale mala, pero sí le sale mala, ¡ haga caribañolas!, ¿no sabe hacer caribañolas?, ¿qué sabe usted? ¿Hacer pelaos ná más? ¡Haga caribañola, keke, enyucado, rosquete, almidón, para pegar los afiches del Junior en el cuarto del mantenido ese!, ¡pero tu plata no la pierdes!, pero ¿por qué me las vas a devolver a mi?, ¿acaso yo como yuca rucha?".

Sale después de comer. La ruta es Barlovento, Barrio Abajo y si la cosa está difícil, llega hasta Montecristo. Antes vendía pescado y aguacate en ponchera, hasta que le llegó la manera de vender en la carreta.

Se muestra un poco preocupado, dice que las ventas le han desmejorado, que  ahora es pura foto y no le compran nada. Que en todo caso, desea seguir vendiendo, no está dispuesto a perder a su clientela, la que con mucho esfuerzo a consolidado, que de eso vive. Invierte unos 300 mil diarios en la compra de productos y le saca entre 50 y 150 mil pesos.

Espera que este golpe de popularidad le sirva para montar una empresa de carretillas, para ayudar a muchas personas.

- “Quiero representar a los carretilleros, no sé escribir, pero sé que tengo el potencial para ser un líder, no me da miedo hablar y exigir nuestros derechos”.

Este es el perfil de Jhon Rodriguez, el original vendedor que a punta de ingenio y espontáneo humor, ha irrumpido en las redes sociales de millones de personas.

- “Hoy soy famoso, porque era en el tiempo de Dios. No me siento una persona especial, soy normal y no quiero cambiar”.

Con Osiris y Marly, su manager, analiza todo lo que le está sucediendo. Ya tiene claro que la fama es algo falso y efímero, por lo tanto está enfocado en la creación de un plan “b”, pensando en el futuro. Y claro, trata de disfrutar y sacarle provecho a la coyuntura, que hasta canción oficial tiene, se llama “Bembeo” y la interpreta el artista urbano Kevin Simanca, basada en las especiales ocurrencias de Jhon Rodriguez y cuyo estribillo principal es: “El cacho no mata, lo que mata es el bembeo”.

 

 

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