¡“No hay festejos”! , la Barranquilla de 1933 vivió así el Carnaval
En tiempos del Carnaval, lo que va de Julio Montes a la fecha.
Por Moisés Pineda Salazar
Era normal la ocurrencia en los carnavales de otros años, que en las páginas interiores del “Diario del Comercio” y en las de “La Prensa”, los espacios se atiborraran con avisos de clubes sociales y de salones populares convocando a bailes los jueves, sábados y domingos con temas jacarandosos y disfraces de ocasión.
Pero, en los de este año de 1933, el Club Barranquilla, que era el que más se anunciaba, solo publicó tres avisos.
Sendos el 4 y el 5 de enero, [1] convocando a una fiesta infantil de disfraces para el 6 de enero, Día de Reyes, y el otro el 24 de febrero anunciando la suspensión de los tradicionales festejos de carnaval.
Para el 4 de febrero, mediante un aviso, el Club Social y Deportivo Unión Colombia convocaba a una fiesta de Disfraces Charros a las 8:30 de la noche.[2]
Entre los salones populares solo hubo un anunciante - El Salón Camelia- que abrió temporada a partir del 21 de enero avisando que habría bailes de máscaras los jueves sábados y domingos, ofreciendo disfraces, números para los mismos [3] y servicios de cantina y de restaurante a 25 centavos la entrada y ¡Mujeres no pagan! El miércoles, antes del Sábado de Carnaval, cesó su publicidad y cerró sus puertas muy a pesar de todas las diligencias que hicieron los empresarios ante algunos concejales que, no asistiendo a la sesión del viernes 24 de febrero para romper el quorum, quisieron conseguir que los festejos se desarrollaran normalmente.
Respondiendo a las presiones políticas nacionales, al pedido de influyentes actores sociales que solicitaban que se celebraran solemnes misas campales en lugar de carnavales [4] y atendiendo la recomendación de los empresarios de la fábrica de cervezas “Bavaria” y los del comercio de licores, en el sentido de que a pesar de ser los principales beneficiarios del jolgorio, no era acorde “pensar siquiera en los festejos de carnaval” y que por ello renunciaban voluntariamente a tales beneficios en aras del bien del país [5], el Alcalde Julio Montes y un grupo de Cabildantes ordenaron suspender todos los festejos.
Suspendieron los festejos de carnaval, muy a pesar de la reconocida bancarrota municipal [6] y de la necesidad de mayores ingresos para el fisco que diez años atrás los había empujado a buscar recursos en el extranjero con la garantía de La Nación [7].
Toda esa crisis era reflejo de la situación de las finanzas nacionales sobre la que se cernía, desde años anteriores, la declaratoria de una “moratoria” en el pago de la deuda externa, con gravísimas consecuencias internacionales[8].
Sin embargo, los administradores de la Ciudad, cumplidamente depositaron en cuenta bancaria lo que periódicamente correspondía a “Los Banqueros de Chicago” y, si el no pago oportuno ocurrió, no fue por improvidencias de Barranquilla que por entonces se consideraba la Ciudad mejor administrada de Colombia y de Sur América, junto con Buenos Aires y Montevideo[9]
¡“No hay festejos”! ha dicho categóricamente el Alcalde Julio Montes.
Así que, en este año de 1933, no se verá el tumulto de capuchones y de feas mascaritas despotricando con el “no me conoces, no me conoces de todos los años”; disfraces de gente “fallenque”, que reflejaban cuán golpeados estaban los barranquilleros por la adversidad económica de 1932[10].
Tan mal estuvo la cosa la temporada pasada, que el valor de la placa de números para disfraces de carnaval fue rebajado de 50 a 25 centavos buscando con ello incentivar “la noble y vieja tradición del disfraz con la que se logra aumentar el consumo de alcohol y se invita a la danza” [11] al compás de la rumba “El Sombrero”, o a formar un corro de ebrios alrededor de música de cumbiamba; a los juegos con confeti y serpentinas y los inciviles de los polvos de ocre, de Maizena y de azul en pelotica mientras corean los borrachos de ambos sexos “dame mi sombrero, dame mi sombrero. Que esta noche tengo que ir a parrandear” y pierden los restos del jornal en la mesa de la trastienda de los Salones de Baile, a donde se llega por una puerta oculta que se abre a la sórdida habitación donde juegan barajas, dados y “lotería de precisión” [12].
Igual, a resultas de la suspensión de los festejos, las calles no estarán pródigamente inundadas de sifón y de hombres haciendo eses al caminar porque “el licor no gusta de la línea recta sino de las cuerdas flojas y zigzagueantes”; tampoco tendremos en este sábado de carnaval “los sardineles decorados de hombres que decidieron dormir al aire libre” y muy seguramente no habrá en las Inspecciones, ni en La Central de Policía, detenidos por riñas, accidentes y lesiones personales, ni en los hospitales contusos toda vez que “de un salón de bailes a una clínica no hay más que un botellazo” [13].
Este año, ni El Kongo Negro ni El Garabato animarán los salones del Club Barraquilla. No habrá baile de Paco Pacos ni de Mosquitos en el Country Club, mucho menos las mascaradas programadas para los días domingo y lunes ni la elegante fiesta del martes que se programó para los socios; ni se repetirá el fastuoso baile del sábado de carnaval que el año pasado se dio en el Club Alemán; ni habrá piscolabis ni asaltos carnavaleros a señoriales casas particulares[14].
Luego de tres días de regocijos, tampoco veremos a una gran cantidad de vehículos reunidos en la Plaza 7 de Abril para darse la clásica Conquista que el año pasado “revistió la mayor animación sin que surgieran incidentes deplorables a excepción de un individuo que resultó herido en la frente pero no de gravedad. La Autoridad intervino en forma oportuna y apresó al heridor que fue llevado a La central y puesto a órdenes del Inspector Cuarto” [15]
No obstante, en medio del ambiente negativo y de animadversión contra el Dictador peruano Luis Emilio Sánchez Cerro, no ha faltado el borrachito, llamarse José López, que tuvo que ser conducido a la Estación Oeste de Policía luego de que reventó una mesa contra el pavimento y “achicharrara una gran cantidad de vasos” después de que pidiera a voz en grito “que le presenten a Sánchez Cerro para desaparecerlo de un derechazo. Pero como no es posible que el sargentón haga este acto de presencia, entonces López vira contra el primero que le cierra el paso o le cierra la puerta (…) López no ha querido decir los motivos que tuviera para tan agresiva actitud. Por lo cual el Inspector lo obligó a que cancelara los daños causados si no deseaba verse en chirona por espacio de unos días”[16].
Y aunque como en 1930, se diga: “Ríase de la crisis y prepárese a gozar y a reír que la vida es corta y el porvenir mentira!” nada de esto pasará.
¡“No hay festejos”! ha dicho terminantemente el Alcalde Julio Montes.
También era de normal ocurrencia que las páginas principales de los Diarios se ornaran con las fotografías de capitanas, reinas, princesas, y de jóvenes galanes disfrazados.
Pero, en esta oportunidad, las del “Diario del Comercio”, en las previas del carnaval, destacan las fotografías de una enfermera y las de dos muchachos cariacontecidos [17].
Pedro Tomás Hernández, era hijo del doctor Federico Hernández quien había recibido muestras de simpatías y condolencias por parte de muchos miembros de la sociedad barranquillera pues el muchacho era dado por muerto en las acciones que el “Batallón Juanambú” desplegó en la toma de Tarapacá, donde rindieron su vida millares de colombianos en defensa del decoro de la Patria. “Su ejemplo debe ser seguido por todos los que amamos con todo el corazón, este pedazo de suelo en que vimos la luz primera y en cuyas entrañas duermen las cenizas de nuestros mayores”.[18]
La Cruz Roja Nacional, a través del aviso que tiene como motivo central la imagen de una enfermera, convoca al público a inscribirse en las colectas e insta al Comité Departamental en Barranquilla para desplegar todas las actividades del caso para cubrir una suscripción de cien mil pesos oro, “destinados a construir y dotar hospitales y a adquirir aviones ambulancia para el traslado de los heridos que vayan cayendo en la Frontera Sur en defensa de la Patria. La Cruz Roja Nacional confía en el Patriotismo de todos los colombianos y espera que todos contribuyan, en la medida de sus capacidades, para cubrir en el menor tiempo posible la suma de cien mil pesos. En Barranquilla. El Comité Departamental, llevará a cabo bazares, colectas públicas y contribuciones personales, para demostrar, una vez más el patriotismo fervoroso de los barranquilleros quienes han estado siempre en la primera fila, cuando la Patria los ha llamado”[19].
Por su parte, Humberto Cerra Libreros era otro de los colombianos que en la Frontera Sur, “defienden con arrojo y bizarría el decoro de la Patria colombiana, frente a las mesnadas cobardes del tirano Sánchez Cerro. Cerra Libreros es barranquillero y forma parte del “Batallón Juanambú” que tomó parte en la brillante acción de Tarapacá”[20].
¡“No hay festejos”! ha dicho exasperado el Alcalde Julio Montes.
Nuevamente, además del Baile de Informal y de Disfraces que para los mismos efectos se celebró a favor de esta benemérita institución el 21 de enero pasado en el Club Barranquilla[21], en este Sábado de Carnaval, 25 de febrero de 1933, en la prensa local [22], en lugar de Batalla de Flores, concursos y premios para carrozas, disfraces, carros adornados, danzas, comedias y murgas, se anuncia una verbena a cargo del Voluntariado de la Cruz Roja Nacional, al mismo tiempo que se prohíben los bailes en los salones populares, las danzas y los disfraces [23].
El mundo del carnaval “al revés”
La antes mencionada verbena tendría ocurrencia de manera simultánea desde las 4 de la tarde, en siete pabellones distribuidos de acuerdo a eso que hoy pomposamente los urbanistas llaman “centralidades” que son aquellos lugares por donde todo mundo pasa y, si es del caso, se cita y se congrega, sin más indicaciones que el nombre de un afamado negocio, o el apellido de una familia encumbrada sitos en el espacio delimitado por el Paseo Colón y El Parque de San Nicolas [24], también llamado Parque Bolívar.
El primer pabellón, a cargo de “La Cruz Roja Nacional”, estuvo ubicado “En la Esquina Portales, casa de Enrique A Correa, antiguo local de la Compañía Colombiana de Tabacos”
El segundo, llamarse Pabellón de “La Mujer Colombiana”, se levantó en la Esquina de los Portales de la Casa de la Familia Salazar Mesura, donde estaba el Almacén “El Alambre de Oro”.
El tercer Pabellón que se denominaría el de “La Estrella de la Caridad” quedó entre el Pabellón de “La Cruz Roja Nacional”, en los Portales de la Familia Correa y el Hotel Magdalena.
Seguidamente, al lado del de “La Estrella de La Caridad”, estuvo el cuarto de tales pabellones, al que se le llamó “Pabellón del Departamento del Magdalena”.
El Pabellón del “Rotary Club” se levantó al lado del anterior en los portales del Edificio de propiedad de la familia Jimeno, frente al negocio de fotografía que allí operaba.
En la esquina de la Calle Real con el Callejón del Mercado, en los Portales del Edificio Urueta Méndez, las Damas de La Acción Católica organizaron el pabellón desde donde dieron su verbena.
La última de tales instalaciones festivas que se habían inscrito de acuerdo con lo reglamentado por la Alcaldía, se fabricó en los Portales del Edificio de Mariano Conde, al lado del Almacén Cardone frente al Parque Bolívar y estuvo a cargo de la Benéfica Congregación de Santa Rita.
Algunas de las colonias extranjeras residentes en Barranquilla, a las volandas, como la de los Chinos [25], montaron sus propios pabellones toda vez que fue poco el tiempo que se tuvo para armar la jarana luego de que se autorizara hacer bailes populares pero “sin usar máscaras ni disfraces” [26], para que posteriormente se suspendieran todos los bailes de carnaval y que, finalmente, entre gallos y la media la noche del viernes, cerrando la discusión y dando por terminado el “tira y afloje”, el Concejo de la Ciudad y el Alcalde Julio Montes determinaron que no se abrirían los salones de bailes populares [27], que se les devolvieran los impuestos pagados y que, en su defecto, funcionaría la verbena convocada y organizada por la Cruz Roja Nacional y hasta ahí, a poco después la medianoche del sábado, llegaría la Verbena Patriótica de 1933.
¿Qué estaba pasando en Barranquilla, que por entonces contaba con una población cercana a los 140.000 habitantes, tal que lo único que ocurrió ese sábado de carnaval fue que, a partir de las siete de la noche, una gran muchedumbre iba y venía por todos los lados, aumentando a cada momento el entusiasmo, que no decayó hasta la hora en la que los pabellones fueron cerrados, pasada la medianoche [28]?
“No faltó esa noche el concurso de las distintas asociaciones benéficas que aquí funcionan, entre ellas la de la Congregación de Santa Rita integradas por Señoras y Señoritas de la alta sociedad. La congregación mencionada hizo timbrar centenares de tarjetas con esta leyenda: ‘Caridad para el soldado herido’ que el público compró y colocó en las solapas de los sacos". [29]
Aquella verbena coronaba un ejercicio patriótico empezado por la Primera Dama de la Nación, Doña María Teresa de Olaya Herrera unos meses antes, la Nación entera vibró a su largo y a su ancho organizando una festividad igual a la que han organizado los Comités Seccionales y Municipales que funcionan en esta ciudad. El más vivo entusiasmo invadió nuestro pueblo y durante horas deambuló por la Plaza mencionada y parte del Paseo Colón, consignando su óbolo a cambio de un vaso de cerveza, de un ramo de flores, (…) o escarapelas tricolores.
Y hoy, ese mismo encomiable entusiasmo recorre a los habitantes de Barranquilla, deseosos, como aquella vez, de depositar en manos de la Cruz Roja su aporte para la compra de aquellos vehículos de una innegable importancia en estos graves momentos de nuestra vida internacional.
Las solicitudes para el señalamiento de los sitios en los que se levantarán los pabellones pueden hacerse, durante la tarde de hoy y la mañana de mañana en las Oficinas de Don Julio Gerlein, teléfono 3548 o de Don Manuel José De La Rosa, teléfono 3746”. [30]
¿Qué había pasado como para que durante la temporada de fiestas que empezaban a llenar los periódicos desde el 31 de diciembre, en este año de 1933 los Clubes Barranquilla, Country Club, Alemán y el Unión Colombia, redujeran sus actividades a uno que otro “festival benéfico” en favor de “La Gota de Leche”[31], “La Estrella de La Caridad” o al tradicional baile con ocasión del año nuevo? [32]
O para que se diera la siguiente noticia que debió caerle como balde de agua fría a quienes el día anterior anunciaban para el día sábado 18 de febrero en los amplios salones del Club “Unión Colombia” una fiesta temática de disfraces con el título de “Una Noche en el Infierno”.
El guateque tendría como aliciente el de estar acompañados de “lindas diablesas” a las que se les incentiva a ganar el premio que la Directiva del Club entregaría a la dama que se presente con el disfraz más interesante y “sugestivo”. [33]
“La Alcaldía ha cancelado los permisos que se venían expidiendo para comparsas y disfraces individuales. Ya los empresarios de Salones de baile habían resuelto ayer por la tarde, en vista de la gravedad de la situación, cerrar las puertas de dichos salones. Y era natural que ambas cosas sucedieran. No es hora para pensar en diversiones, sino de meditar sobre el problema que se nos presenta en la Frontera Sur. Sería inexplicable por decir lo menos, dado el patriotismo de que siempre hizo alarde, y con razón, la ciudad de Barranquilla, que mientras nuestros valientes soldados sufren todas las contingencias de una campaña en terrenos inhóspitos, nos entretuviéramos en tejer guirnaldas con serpentinas multicolores o las parejas retozaran en los salones populares al compás de esa zarabanda musical moderna que se llama: shimys y foxs”. [34]
¡“No hay festejos”! ha dicho con ofuscación el Alcalde Julio Montes.
Igualmente, desestimulante, debió parecerles la decisión del Municipio a las muchachas alegres, a las mujeres de “vida airada”, quienes, desde finales del mes de enero, venían haciendo presencia en los sectores céntricos de la Ciudad aprovechando la temporada de carnestolendas.
Muchos ciudadanos hacían sentir su protesta ya que las damiselas estaban incumpliendo las disposiciones de la Alcaldía en las que se les señalaba que solo podían ejercer su actividad en el “sitio especial” que mediante Decreto se les había señalado: “desde la carrera Ricaurte, Calle del Paraíso, hacia el Barrio El Lucero” en los coreográficos, bares, lupanares y casas de cita[35]
¡“No hay festejos”! ha ordenado a la Policía el Alcalde Julio Montes.
Algo muy grave estaba pasando en Barranquilla tanto como para que, tal como ocurre en tiempos de crisis y de miedos, como un ejercicio para despertar el entusiasmo, recuperar la Fe y pensar en que no se podía perder la esperanza, a un joven escritor de medio pelo y regular pluma- José Antonio Osorio Lizarazo- se le dio por imaginar lo que sería la Ciudad en el año 2132.
“‘Barranquilla 2132’ es una obra de pura imaginación, aunque basada en hipótesis netamente científicas. Osorio Lizarazo ha querido mostrarnos en ella, mediante una visión profética, lo que habrá de ser la gran Ciudad Atlántica dentro de mil (sic) años. Y ha desplegado en este esfuerzo de infuturación una fantasía y una intuición poética que hacen de su libro una pequeña y deliciosa obra maestra”.[36]
Coincidencialmente, en este año de 2022, cuando por otras razones en “La Arenosa” se suspenden los festejos y el Moloc de la crisis económica se cierne sobre el mundo y sobre la Ciudad, en plena temporada carnavalera, el Alcalde Jaime Pumarejo, al igual que su predecesor en el cargo, Don Julio Montes, nos dice: “No hay festejos”.
Y, así como en 1933 Don Julio Montes promovió a “Barranquilla 2132”, Don Jaime Pumarejo entrega a los barranquilleros un documento de prospectiva “Barranquilla 2100”, con un horizonte de 32 años menos que el imaginado por Osorio Lizarazo en 1932, hace 90 años.
[1] LA PRENSA. Edición del 5 de febrero de 1933
[2] LA PRENSA. Edición del 2 de febrero de 1933
[3] NOTA DEL AUTOR. “El Número para el disfraz”: Toda comparsa o disfrazado debía solicitar y pagar un número elaborado en metal, una especie de placa troquelada que debía adquirir en la Alcaldía donde se registraban sus señales particulares y portar en lugar visible. Quienes alquilaban disfraces o los vendían, debían entregar el correspondiente número o placa y reportar la información a la Alcaldía Municipal, a más tardar antes del mediodía del sábado de carnaval. Esta costumbre se mantuvo hasta mediados de la década de los años 1970´s. Ha sido reemplazada por las escarapelas y las autorizaciones que entregan los directores de Grupos o los Operadores de Eventos de Carnaval.
[4] LA PRENSA. “Ni elecciones, ni Carnavales” Edición del 25 de enero de 1933. “Que se trasfieran los Carnavales” (..) que el Gobierno Nacional dicte un decreto por medio de cual se aplacen, en toda la República y para una fecha indefinida los carnavales de 1933 y que en su lugar se celebre una Misa Campal Solemne, como una prueba más de que el pueblo de Colombia está en espíritu con los soldados que se encuentran en las regiones amazónicas recogiendo el pendón de Colombia que fue derribado vilmente por un manotazo peruano.” Edición del 16 de Enero de 1933.
[5] DIARIO DEL COMERCIO. “Han suspendido los bailes de carnaval”. Edición del 25 de febrero de 1933
[6] DIARIO DEL COMERCIO. “El desbarajuste de las finanzas municipales”. Edición del 4 de enero de 1933
[7] ECHEVERRYA SOTO, Juan José. “La deuda externa colombiana durante los 20s y los 30s. Algunas enseñanzas para el presente” (2- El período 1926·28 La Danza de los Millones y sus efectos sobre el país) deuda externa colombiana.pdf
[8] LA PRENSA. “En 1933 se verá resurgir el crédito en Colombia” Edición 4 de Enero de 1933
[9] POSADA CARBÓ, Eduardo “Deuda externa, servicios públicos y modernismo. Barranquilla (Colombia); (1900- 1950)” Investigación y desarrollo. Universidad del Norte. 1992. 3005-Texto del artículo-9757-1-10-20110811.pdf
[10] LA PRENSA. “Carnaval, carnaval”. Ediciones del 6 10 de febrero de 1932
[11] LA PRENSA. “Si no hay pan, hay fiestas”. Edición del 1 de febrero de 1932
[12] LA PRENSA. “Dame mi sombrero, dame mi sombrero que esta noche… es la noche”. Edición del 6 de febrero de 1932
[13] LA PRENSA.” Una mujer de vida airada resultó anoche herida en la cabeza con una botella” Edición del 30 de enero de 1932
[14] LA PRENSA. “Vida Social”. Edición del 10 de febrero de 1932
[15]LA PRENSA. “Vida Social”. Edición del 9 de febrero de 1932. NOTA DEL AUTOR. No hay referencia alguna acerca del “Entierro de Joselito Carnava”
[16] LA PRENSA. “Rompió una mesa y varios vasos en un coreográfico” Edición del 4 de enero de 1933.
[17] DIARIO DEL COMERCIO. Ediciones del 22, 23 y 24 de febrero de 1933
[18] LA PRENSA. Aviso Comité Acción Social Femenina. Edición del 25 de enero de 1933. DIARIO DEL COMERCIO. Edición 25 de febrero de 1933
[19] DIARIO DEL COMERCIO. “La Cruz Roja nos necesita”. Edición 23 de febrero de 1933
[20] DIARIO DEL COMERCIO. Edición 22 de febrero de 1933
[21] LA PRENSA. “Fiesta en el Club Barranquilla” Aviso. Edición del 18 de enero de 1932
[22] DIARIO DEL COMERCIO. Edición del 25 de febrero de 1933
[23] IBIDEM. En una reunión convocada para el viernes, vísperas del carnaval, que fue saboteada por la inasistencia de algunos concejales, los que a ella concurrieron, encabezados por el Concejal Joaquin Olaciregui que había sido comisionado para efectos de “impedir, a todo trance, que Barranquilla diera, en estos graves momentos, un paso en falso-para usar un eufemismo-“ se dirigieron a la Alcaldía y el Alcalde Don Julio Montes, “declaró rotundamente que había declarado la suspensión de los bailes de carnaval, devolviéndoles, claro está, el valor de los impuestos a los que ya los habían consignado”
[24] La cuestión barranquillera - Calles y callejones de la vieja Barranquilla (google.com)
[25] DIARIO DEL COMERCIO. ”La verbena a beneficio de la Cruz Roja”- Barranquilla 27 de febrero de 1933. Los Chinos en su pabellón recaudaron sesenta y cinco pesos oro
[26] DIARIO DEL COMERCIO “De la Alcaldía se nos informa que desde mañana por la noche se permitirán los bailes en los salones públicos, quedando prohibido terminantemente el uso de antifaces y máscaras. En esta misma edición insertamos la tarjeta de la Directiva del Club Barranquilla en la que se anuncia a los señores socios la cancelación de las fiestas que iban a darse durante la temporada de carnaval, debido a la gravedad de la hora. Muy sinceramente aplaudimos esta patriótica actitud del viejo centro social barranquillero. 24 de febrero de 1933
[27] DIARIO DEL COMERCIO. Edición del 25 de febrero de 1933
[28] DIARIO DEL COMERCIO. “La verbena a beneficio de la Cruz Roja”. Barranquilla 27 de febrero de 1933. Pág. Octava.
[29] DIARIO DEL COMERCIO. “Ecos de la verbena del sábado” Edición del 27 de febrero de 1933.
[30] DIARIO DEL COMERCIO “Visible entusiasmo para la verbena de mañana”. 24 de Febrero de 1933
[31] DIARIO DEL COMERCIO. “La fiesta de la Sociedad Estrella de la Caridad”. Edición del 9 de enero de 1933. DIARIO LA PRENSA. “A beneficio de la Gota de Leche”. Edición del 6 de enero de 1933
[32] DIARIO DEL COMERCIO. Edición de enero 2 de 1933. LA PRENSA.”En el Club Barranquilla”. Edición de enero 2 de 1933
[33] DIARIO DEL COMERCIO. “En el Unión Colombia. Invitación de ‘Los Diablos Rojos’ “. Edición 14 de febrero de 1933
[34] DIARIO DEL COMERCIO. “Suspendido el Antruejo” Edición del 15 de febrero de 1933
[35] DIARIO DEL COMERCIO. “Invasión de damiselas” Edición del 28 de enero de 1933
[36]LA PRENSA. “Barranquilla 2132. José Antonio Osorio Lizarazo”. Ediciones del 5 y el 12 de enero de 1933