Frank Villanueva, Director de la Orquesta Tropical Veinte Veinte con algunos de sus integrantes.
Frank Villanueva, Director de la Orquesta Tropical Veinte Veinte con algunos de sus integrantes.
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"Los queremos ver bailando": orquesta de ciegos pone a gozar a cartageneros

Niños y jóvenes con discapacidad visual residentes en barrios populares asisten cuatro días a la semana a la escuela del músico Frank Villanueva.

Frank Villanueva Mieles, momposino, de 43 años, enseña música desde el 2014 a niños y jóvenes ciegos de barrios humildes de Cartagena como El Pozón, San Fernando y Loma Fresca.

Hace lo mismo que su primer maestro, Domingo Antonio Barraza, le brindó cuando él asistía a la Casa de la Cultura de Mompox, interesado en aprender a tocar flauta, clarinete y saxofón.

El modelo que Villanueva replica nació cuando ya había perdido la visión por una enfermedad degenerativa. De eso hace ya 22 años, a la edad de 29.

Pero solo fue al año siguiente cuando decidió dedicarse a formar músicos entre la población con discapacidad visual de Cartagena, a través de la Fundación para Limitados Visuales –Liviscol-.

Esa actividad le ha valido reconocimiento a nivel regional y nacional.

El proyecto lo arrancó después de que dos especialistas del Centro de Rehabilitación para el Adulto Ciego de Bogotá, le enseñaron a valerse por sí mismo y a no depender de ninguna otra persona.

El proceso consiste en integrar a la población con discapacidad visual en la vida cotidiana.

A partir de ese momento, este contador público y músico puso en práctica lo que aprendió durante seis meses: desde lecto escritura Braille, a cómo saber desplazarse dentro de su casa para preparar una comida, planchar la ropa o reconocer el dinero.

Incluso, tener orientación y movilidad con el uso del bastón en espacios cerrados y abiertos.

Los especialistas también le enseñaron el manejo de tecnología como celulares, tabletas, computadores y las diferentes aplicaciones para población ciega.

Confiesa que esta capacitación, así como la del Instituto Nacional para Ciegos, le cambió la vida después del difícil trance de perder la visión.

Frank cuenta que quedó convencido de que lo suyo era transformar la vida de niños de las barriadas populares en una invitación que le hicieron al Colegio Olga González, en el barrio Alto Bosque de Cartagena.

“Me dijeron que tocara clarinete para niños con discapacidad visual y así lo hice. Cuando terminé, los 'pelaos' empezaron a preguntarles a los docentes y les conté mi historia. Allí tuve mi primer semillero de alumnos”, narra.

Desde entonces ha formado a alrededor de 80 niños y jóvenes que hoy en día hacen parte de tres formatos musicales: “Luz Vallenata”, dedicada obviamente al folclor vallenato; “Blind Son” y “Orquesta Tropical Veinte Veinte”, que ejecuta todos los géneros, salsa, tropical, merengue, champeta, reguetón, porro, cumbia, fandangoy hasta jazz.

Con la agrupación "Veinte Veinte” acaba de grabar el primer disco. En esta producción, titulada “Visionarios”, trabajaron por más de seis meses, y hace parte del proyecto, “Ojos que no ven, música que se siente”, que él también lidera.

Son ocho canciones, cuatro de estas inéditas. La primera que lanzaron es “La reina mía”, una salsa de Anderson Velilla, voz principal de la orquesta.

Este tema y los otros que vienen están disponiblen en todas las plataformas digitales porque como dice Villanueva, la idea es que todos los colombianos las canten y las bailen.

Orquesta Tropical 20/20 de Cartagena.

En las próximas semanas saldrá “Eres una mentira”, de la autoría de Jorge Cardona. Luego vendrán “Mayor que tú”, de Frank Villanueva, y “Tu ausencia”, de Mayerlis Ochoa, voz líder femenina.

De los 17 integrantes, cinco son mujeres: las hermanas María José Berrío, baterista y Andrea Berrío, timbalera.

Los otros integrantes son Jaifer Ospino, congas; Juan Hernández en la percusión menor; Jainer Ripoll, guiro y bongoes; Juan Sebastian Flechas, bajista electrónico; Danilo Rodríguez en el piano; Carlos Guerrero en el sintetizador; Jefferson Santiago, trompetas; Ónix Bello, trombón; Wendy Perez; Mercy Guerrero, Saxofón, Ánderson Velilla, voz líder masculina, y Mayerlis Ochoa, voz femenina.

Son músicos que partieron de cero en la escuela y que hoy en día han ingresado a Bellas Artes, algo inimaginable. Muchos de ellos ya están estudiando otras carreras”, cuenta orgulloso Villanueva, que en el 2018 ganó el premio “Titanes Caracol” en la categoría cultural.

Con esos tres formatos se han presentado en los mejores escenarios del país como el Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla, donde lograron mención especial, Festival de Jazz en Mompox, Salsa a la Plaza, Festival de Orquestas Cartagena de Indias y Juegos Paranacionales 2019. Esto sin mencionar eventos sociales privados y corporativos, en los que costantemente los contratan.

Cuando están en tarima acostumbran a lanzar frases sobre su propia condición con cierto toque de humor, que afirman es una forma de romper el hielo con el público: “Los queremos ver bailando” y “Te vi”, dice sonrientes.

La escuela funciona en el barrio San Isidro, en la zona sur de la capital de Bolívar, a donde los músicos asisten tres días a la semana a aprender y a ensayar.

También tienen un convenio con Comfenalco que aporta docentes para los diferentes ciclos de formación.

Los sábados de 8 a 5 p.m. los dedican a la danza y la expresión corporal para ajustar armónicamente la puesta en escena.

Aquí participa de lleno la esposa de Villanueva, Sayira Domínguez, licenciada en educación física que trabaja para un colegio privado en Cartagena.

Este semillero de músicos ensaya con disciplina y mucha camaradería. Son toda una familia con objetivos muy comunes, como asegura el maestro.

Villanueva, quien interpreta flauta, clarinete y saxofón, y que además es una de las voces de su orquesta, fue músico de reconocidas agrupaciones como Son Cartagena. Son Candela, Grupo Candombe y Calamarí Caribe.

Hoy vive orgulloso de los resultados y del cambio que han tenido los niños y jóvenes que tiene a su cargo, a los que además se les hace seguimiento a sus notas académicas.

Perdí la visión, pero soy feliz dirigiendo una orquesta de ciegos de las barriadas de Cartagena”, repite con enorme orgullo.

Cuenta que uno de los aspectos más bonitos es del entusiasmo que cada uno de sus alumnos le pone a las clases. “Es agradable verlos llegar de cero y a los tres meses ya están interpretando notas, melodías”, añade.

 

 

Para este padre de cinco hijos, la discapacidad visual es la que más estereotipos sociales tiene. “Tenemos nuestra forma de ver la vida. Somos ciegos de los ojos, pero tenemos visión en cualquier ámbito de la vida”, afirma.

Por eso explica que sus estudiantes leen las partituras en braile y las memorizan. Una de las ventajas es que a la persona ciega se le desarrollo mucho el oído, lo cual es clave en este arte.

Al comienzo aprenden reconocimiento espacial, corporal y táctil con el instrumento musical en los que además les fijan puntos de demarcación y orientación para que puedan desarrollar la técnica.

A partir de allí parte la teoría y la lectura de las partituras que vienen en musicografía Braille. Para Villanueva, en estos tiempos modernos de nuevas tecnologías hay mucho acceso a programas y aplicaciones creadas especialmente para la población ciega.

Pone de ejemplo el sistema JAWS, un programa lector de pantalla de computadora para Microsoft Windows que permite a los usuarios con discapacidad visual leer la pantalla ya sea con una salida de texto a voz o mediante una pantalla braille actualizable.

La escuela, que abrió en el 2019 en su sede propia, se sostiene con el desarrollo de proyectos que Liviscol presenta ante el Ministerio de Cultura, Instituto de Patrimonio y Cultura e Icultur, y algunas ONG de varios países.

Explica que además de los recursos para los docentes de música, la otra prioridad es garantizarles el transporte a sus alumnos que vienen de sectores distantes.

Cuenta además que el nombre de la orquesta salió de la mirada perfecta: 20/20.

La de nosotros es la mirada perfecta desde la música. Y en cada presentación, la gente queda impactada por la interpretación de cada uno de los muchachos”.

Dice que otro de los logros fue que universidades locales como Bellas Artes les abrieran las puertas a sus músicos. “Ahora me preguntan: 'ajá, maestro, cuándo nos manda a más jóvenes'”, asegura.

 

 

La otra gran meta del hijo de Abelardo Villanueva y de Betty Mieles es seguir creciendo hasta conformar la primera big band de ciegos desde la Costa para toda Colombia.

Un sueño que con toda seguridad cumplirá, como cuando a sus 11 años le insistía a su profesor Domingo Antonio Barraza en Mompox, para que le enseñara música.

“Las barreras están en la mente”, les repite a sus estudiantes.

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