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Pintura de José Antonio González Pérez.

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Héctor Lavoe, el cantante que tejió su propia muerte

El hombre y el artista que no pudo aguantar la embestida de ese toro bravo que es la droga.

Por Osvaldo Frank Manjarrés Fuentes

La muerte de Héctor Lavoe no comenzó cuando cayó de un edificio, tal vez se inició quizás desde su infancia cuando, impotente, le tocó ver morir a su madre. 

Lavoe tejió su propia muerte, sin olvidar el sonido fuerte y vibrante de la Salsa. El cantante de los cantantes fue perdiendo poco a poco su voz, pero no su forma de ser, porque entre bromas y bromas para él todo el mundo era Mi Gente.

El hombre y el artista no pudo aguantar la embestida de ese toro bravo que es la droga, de ahí que su vida estuvo marcada por múltiples tragedias familiares.

La generosidad y belleza de sus cantos cautivó a jóvenes, adultos y veteranos de la salsa.

Nadie como él dentro de la música afrocaribeña fue admirado por el público que lo sentía fraternal y carismático, nadie como él percibió el sabor de la Salsa.

Afortunadamente no fue una especie de Juanito Alimaña, sino reconocido con mucha convicción como El Cantante, en alusión a la famosísima canción que le compuso especialmente el panameño Rubén Blades. 

Estas dos interpretaciones, al igual que muchas otras, marcan a la salsa como un movimiento musical de grandes profundidades sociales y rítmicas.

De todas maneras, en medio de su controvertida personalidad, se dio a conocer con sagacidad y talento en el mundo latino de la salsa, viajando por diferentes países, porque con su Periódico de Ayer alcanzó a leer páginas enteras y al fin y al cabo lo conocieron donde quiera, lo cual para Héctor Lavoe fue la cima de su carrera musical y para las empresarios y casas disqueras ambiciosas ganancias.

Cuando Héctor Lavoe llegó a Nueva York quiso conocer el barrio porque lo imaginaba como una gran pista de baile llena de orquestas y carros de lujos en idas y venidas, pero cuando lo conoció lo defraudó la basura, los mendigos y los niños desprotegidos. 

Héctor enseguida cambió su sonrisa constante por una cara amarga e impaciente; por eso, tal vez cantó lo que también interpretó Felipe Pirela Sombras nada más.

La muerte de Héctor fue un dolor esperado que ahogó las voces del ámbito latino, sin embargo, en homenaje eterno, siguen y seguirán entonando sus canciones sin importarles a sus fieles salseros que esta vida fue Triste y vacía. Canción que cantó en muchos lugares del mundo.

La voz de Héctor Lavoe es símbolo de una tonalidad salsera, melódica, de profundidad gutural. 

La salida de su voz con buen manejo de respiración y su poca nasalidad, le dieron la virtud del verdadero cantante de salsa con la que conquistó generaciones de final de la década de los años 60 y siguió en alza en escenarios universales.

Cuando irrumpió en el mercado discográfico, al decir de los títulos de las canciones que cantaba, estas evidenciaron la esencia de su vivir: Plazos traicioneros, Mentiras, Un amor de la calle, el Malo; canciones que, de acuerdo con su contenido respondían plenamente a su entorno personal y social; a su vida, al final con poca gente cuando antes era la más grande de este mundo, un verso que entonó en la ley de los contrarios de alegría y tristeza.

No resulta oportuno en estas notas, referirnos a los desafueros del artista, sin embargo, sí se hace conveniente que cuando se reflexione sobre este sonero Caribe, se referencie el difícil medio citadino en el que le tocó vivir.

Posiblemente, entonces, no digamos Vamos a reír un poco, sino que en otro aniversario más de su muerte acaecida el 29 de junio de 1993, digamos "vamos a pensar un poco, y recordemos que para Héctor Lavoe, el verdadero pueblo de Nueva York, de su telúrico Puerto Rico y de su rebelde Latinoamérica, son, como él pregonaba: Mi Gente.

Ahora yo quiero que todo el mundo aquí cante"...sí que todos los pueblos canten y bailen porque Héctor Juan Pérez Martínez todavía hace parte de nuestras emociones, de nuestro ambiente musical latino. 

Un hombre de convicciones latinas que brilló por su talento, un sonero que se preparó para que las comunidades americanas y del resto del mundo, gozaran y bailaran la inmortal salsa.

Héctor Lavoe se presentó en Barranquilla con la Fania All Stars en agosto de 1980 en el estadio Romelio Martínez, que se convirtió en un escenario apoteósico, toda una parafernalia de fastuosidad.

Lo mejor: al hombre le encantó la extrovertida alegría del ser Caribe colombiano, por eso… con gusto le cantó, ¡a su gente!  

 

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