Gabriel García Márquez, escritor colombiano.
Gabriel García Márquez, escritor colombiano.
Foto
WRadio México

Share:

El lenguaje de la música... el segundo idioma de Gabo

En el Día del Idioma y del Libro.

“Poder sintetizar en las cinco u seis líneas de un bolero todo la historia que este encierra es una verdadera proeza literaria” :(Gabriel García Márquez, 1985)

 

Desde hace un par de décadas cada vez que se celebra el Día del Idioma en nuestro medio se resalta en especial la obra del máximo representante colombiano en el mundo de las letras: Gabriel García Márquez. 

Y es que lo interesante del genio universal de Gabito (como lo llamaban en su casa desde que era niño asimilándolo al Gabriel guajiro, pues el hipocorístico de Gabo vino después) es que su obra tiene tantas facetas y filones en donde encontrar tesoros en los que insaciablemente alimentarnos de sabiduría y conocimiento de nuestras raíces. 

Desde las más diversas disciplinas científicas y artísticas se han enfocado los 83 años de vida de aquel novelista de Aracataca que no podía escribir sin tener un ramo de flores amarilla sobre la mesa de su escritorio. Se han hecho estudios de la vasta obra del creador del “Realismo mágico” desde la lingüística a la política, desde lo humanístico a lo antropológico, lo periodístico, lo sociológico, la medicina y un largo etcétera de abordajes.    

Uno de los enfoques del análisis de su macondiana obra ha sido desde el idioma de la música. Se ha reconocido que García Márquez fue siempre un profundo  defensor y gran admirador de la música en todas sus manifestaciones…. Pero particularmente del ingenio creativo de quienes la producen.

La fascinación de Gabo por las artes y en especial por el idioma de la música 

La atracción por las Artes de Gabo se manifestó desde pequeño. El biógrafo  Dasso Saldívar en El viaje a la semilla escribió que García Márquez “pintó desde los cuatro años y hasta que estuvo en el colegio. Dibujaba mujeres desnudas, rosas, gatos y burros. Hasta el profesor de literatura, Calderón Hermida, que estaba seguro de que sería escritor, dudó. Era un dibujante admirable. …. sin levantar la mano dibujaba de un solo trazo……  El abuelo también pensó que Gabito, su "Napoleoncito", iba a ser pintor…..pero el niño sabía que no. Creía que los pintores eran solo los que pintaban las puertas”. En un excelente  artículo publicado por Mónica Quintero en El Colombiano se complementa que Gabito también fue “director de teatro y mago y monaguillo, mucho antes de ser escritor”.

Pero García Márquez en especial era un gran melómano. Lo confesó en una entrevista en La Habana, en 1988: "La música me ha gustado más que la literatura". En el artículo Gabo y la Música (El Espectador, Abril de 2014)  su autor Jaime Monsalve B. cita a Gabo decir: “Descubrí el milagro de que todo lo que suena es música: autos de las calles, claxon, vocerío, todo. Soy un melómano empedernido, siempre digo mi lema: lo único mejor que la música, es hablar de música”.

Por su parte el periódico bogotano El Manifiesto reafirmó en una entrevista de octubre de 1977 que Gabo “anteponía el oído a la lectura….su verdadera residencia no estaba en donde estaban sus libros, sino sus discos. Esto se debía a que él mismo prefería la música sobre la literatura, razón por la cual algunas bibliotecas en sus casas eran eclipsadas por un vastísimo repertorio de casetes, Long Plays y discos compactos”.

En su autobiografía Vivir para contarla, Gabo refiere  que su amigo Álvaro Mutis le enseñó a escuchar todo tipo de música “sin prejuicios de clase…con el tiempo y las posibilidades de tener buena música en casa, aprendí a escribir con un fondo musical acorde con lo que escribo… Cuando escribió Cien años de Soledad en México, escuchó hasta la saciedad los Preludios para piano de Claude Debussy”. 

Lo anterior fue corroborado por el poeta Juan Gustavo Cobo Borda en la entrevista García Márquez y la Música: contar cantando (Revista Opina en 1984) en el cual Gabo menciona: “Cómo me gustará la música que no puedo escribir oyendo música, porque le pongo más atención que a lo que estoy escribiendo. Tengo que escribir en absoluto silencio, pero en las épocas en que estoy escribiendo, oigo mucha música. Y no sólo tomo información de otros libros y de la vida, sino también de la música y según lo que esté escribiendo es la clase de música que oigo”. Más adelante Cobo Borda especificó que “una de las obras fundamentales para el nobel, fue las Suites para Chelo solo de Johann Sebastián Bach”. Gabo allí mismo amplió lo anterior: “Cuando escribí 'El otoño del patriarca' casi escuchaba exclusivamente un concierto para piano de Béla Bartók. Y qué sorpresa cuando años después se me presentaron dos desconocidos que querían hacerme una entrevista y me dijeron: ‘nosotros hemos estudiado bien El otoño del patriarca y hemos llegado a la conclusión de que la estructura de su novela es la del Concierto Nº 3 para piano de Béla Bartók…. Y me asusté”.

¿La composición de canciones populares forma parte de la literatura?

En el mundo musical de cualquier género se considera que para que un artista sea exitoso se requiere que además de su buena voz, carisma, excelentes conciertos, etc   es harto importante interpretar canciones de excelente composición tanto en su letra como en su melodía. Se puede asegurar que el 50 % de su éxito depende de la calidad de las mismas así sea que a sus autores  se les mantenga  casi que escondidos en el anonimato. 

No obstante muchos de esos genios han trascendido por la calidad de sus ideaciones melódicas: un Agustín Lara, un José Alfredo Jiménez, un Rafael Hernández, un Manuel Alejandro, un Roberto cantoral, un Mario Clavel,   un Miguel Matamoros, o en nuestro medio José Barros, Jorge Villamil, Joe Arroyo, Rafael Escalona, Emiliano Zuleta,  Omar Geles, Lorenzo Morales, José M. “Chema” Moscote,  etc. Algunos de ellos tienen el prodigio de ser a la vez compositores y cantantes como lo son  Shakira, Juan Gabriel, Armando Manzanero, Joan Manuel Serrat, Camilo Sesto, Pipe Peláez, Rubén Blades, Willie Colón, Ricardo Arjona, etc.

Gabo nunca fue ajeno a la controversia existente a nivel de literatura de si la composición musical (en lo que se refiere a su letra) podría considerársele como un género literario. Aunque constantemente se menciona  que muchas de las canciones son verdaderas “poesías” musicalizadas, no se puede negar que a la inmensa mayoría de los autores de las letras de esas melódicas creaciones, en especial las  populares, no se les suele incluir como miembros del selecto mundo de  las artes, la Literatura y la cultura universal. 

No obstante  la graduación de los compositores de canciones populares elevándolos a la categoría de literatos se cristalizó  dos años después de la  muerte de Gabo  cuando en el 2016 el Nobel de Literatura  le fue otorgado al célebre cantautor estadounidense Bob Dylan. Por primera vez en la historia del Nobel de Literatura, la gente no corrió a las librerías sino a las tiendas de discos a comprar sus creaciones. Aunque él nunca fue a recibir el magno galardón, la Academia Sueca sustentó su asignación comunicando que a Dylan “se le reconoce el haber creado nuevas expresiones poéticas en el marco de la tradición musical americana”.

Gabo y su estrecha cercanía con los compositores vallenatos 

Es muy  sabido que a nivel local Gabo se alimentó de la música de los juglares del folclor vallenato. No fue algo casual que la comitiva que le acompañó a recibir el Premio Nobel en Estocolmo fuera encabezado por personajes del vallenato: Rafael Escalona y los hermanos Zuleta los cuales se presentaron  durante la premiación.  

En el ensayo del Maestro Coba Borda  antes citado  quedó consignado en palabras de Gabo que “el vallenato fue una canción de gesta, es decir, cantaba un acontecimiento real. Los autores de vallenatos pasaban por un pueblo, conocían un acontecimiento y lo divulgaban cantando por toda la región. ….. El hecho de que sean canciones que cuentan hechos reales me dio la idea de Cien años de soledad que es un vallenato de 450 páginas. Lo que hice con mi instrumento literario es lo mismo que hacen los autores de vallenato con sus instrumentos musicales. Sólo que yo lo hice con unas posibilidades literarias más evolucionadas, porque una novela es un producto más culturalizado, pero el origen es el mismo”. 

También expresó que “había escrito la saga de la familia Buendía con el tono que usaba su abuela para contar historias cotidianas, el cual era, en el fondo, el mismo empleado por los juglares vallenato para narrar sus canciones…..Creo que mis influencias, sobre todo en Colombia, son extraliterarias”, afirmó el autor colombiano para El Manifiesto en octubre de 1977, “creo que más que cualquier otro libro, lo que me abrió los ojos fue la música, los cantos vallenatos. Me llamaba la atención, sobre todo, la forma como ellos contaban, como se relataba un hecho, una historia… con mucha naturalidad”.

El Maestro Juan Gossaín en el artículo ¿Por qué el realismo mágico comenzó con los vallenatos de Rafael Escalona? (Revista Diners, 2009) confesó que el reconocido  escritor, periodista y vallenatólogo bogotano Daniel Samper Pizano le dijo cierta vez “que para descifrar a García Márquez es necesario pasar primero por Escalona”. Gabo reconocía  de Escalona su capacidad de resumir  en una canción de cuatro estrofas la misma historia en la que el escritor dedicaba meses de desvelo y cientos de páginas. 

Precisamente Samper Pizano expuso en otro escrito que fueron 6 los vallenatos que inspiraron la obra de Gabo: “El general Dangond”,“La casa en el aire”, “La Patillalera”, “La Brasilera” y “La custodia de Badillo”  todos compuestos por Rafael Escalona. El sexto vallenato es  por supuesto “La Diosa Coronada” del invidente  Leandro Díaz (“El ciego que ve con los ojos del alma”) a quien inmortalizó en su novela El amor en los tiempos del cólera al  escoger un verso de esa canción  como epígrafe: “En adelanto van estos lugares: ya tienen su diosa coronada”. 

García Márquez y sus relaciones con compositores de otros géneros musicales 

 Gabo también tuvo mucho deleite y  cercanía con otros géneros musicales. En el antes mencionado artículo de Juan Gustavo Cobo Borda  García Márquez y la Música el escritor de Aracataca, manifestó que “el bolero expresa sentimientos y situaciones que a mí me conmueven y que sé que a muchísima gente de mi generación la conmovió. Un bolero puede hacer que los enamorados se quieran más y a mí eso me basta para querer hacer un bolero. Lograr que los enamorados se quieran más, aunque sea un momentico, es culturalmente importante”. Es por eso que para el Nobel  “El amor en los tiempos del cólera es un bolero sobre amores contrariados”.

En el artículo Gabo y la Música su autor Jaime Monsalve menciona  que “poca gente sabe que Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez cantaron rancheras y sones cubanos en un bar parisino para poder sostenerse en los años cincuenta”. Y más adelante cita al investigador musical cubano Rafael Lam expresando: “Como chiva podemos decir que por fin hay un Premio Nobel de Literatura al cual le gusta Bienvenido Granda”. 

De otro lado en el escrito  Cuando Escalona me daba de comer (Revista Coralibe, 1981) el Nobel de Aracataca  expresó que “Componer es lo más difícil que hay. Incluso siempre he tenido un proyecto con Armando Manzanero: hacer un Long Play de boleros, con letras mías y música de él”.  Reveló que se había pasado un año encerrado en varios estudios de grabación y bares junto a Manzanero intentando escribir un bolero “pero esa es la vaina más difícil que hay. Te imaginas meter toda una cantidad de argumentos en 5 o 6 líneas de un bolero es una verdadera proeza literaria. Manzanero llegó a decirme que escribiera el argumento y él lo sintetizaba, pero lo que yo quería era escribir la letra completa de uno”. 

Otro compositor con el que Gabito tuvo una relación de mutua admiración fue con el español Manuel Alejandro a quien calificó como “el más grande creador de historias románticas de Hispanoamérica. Nadie ha descrito en forma más precisa las vicisitudes del amor y todos los sentimientos a él relacionados...de la calidad de sus letras no hay ninguna duda y sobre eso yo creo que tengo la suficiente autoridad para decirlo…”.

En cierta ocasión invitó a Manuel Alejandro a almorzar a su casa en México. El compositor asistió con una de sus 5 hijas. Al terminar de comer Gabo tomó del brazo a Alejandro  y lo llevó a su biblioteca personal y le mostró en un rincón todos los discos que había coleccionado con canciones de su autoría y le dijo que le admiraba por su capacidad de describir en pocas palabras los sentimientos humanos. 

En fin … se puede decir en este Día del Idioma y del Libro que el segundo lenguaje de Gabo fue el de la música, de esas poesías melodiosas  que sintetizan en tres o cuatro minutos una historia de amor, de superación, de despecho, de dolor, de celos o de cualquier otro sentimiento las cuales  llegan directo al corazón de quienes las escuchan. 

 

Por: Roque Herrera Michel, especial para zonacero.com

roquehmichel@hotmail.com

 

 

 

Más sobre este tema: