Desde el bordillo y en familia, el suroccidente se reencontró con su Carnaval
Dos años después, el ambiente de Carnaval se vive a pleno sol.
Por fin terminó la espera. La luz del sol en la tarde barranquillera volvió a combinarse con la alegría, la música y la tradición, en el primer desfile diurno de las fiestas, en el Carnaval del Suroccidente.
A las 2:00 de la tarde se dio inicio al desfile encabezado por el Alcalde de Barranquilla Jaime Pumarejo, quién iba dándole la bienvenida a los cientos de familias que se congregaron para ver pasar a los grupos folclóricos.
Este desfile, que regresó tras dos años de ausencia por la emergencia mundial desatada por la pandemia del Covid-19, dejó ver la cara de esa fiesta familiar.
Los bordillos y sardineles de los barrios populares de ese sector de la ciudad se convirtieron en los humildes palcos de familias completas que abrazaron nuevamente la tradición cultural de la región.
De la abuela a los más pequeños, algunos de ellos viendo por primera vez esta celebración, se fundieron entre los gritos, pitos y sirenas que iban anunciando el avance del desfile.
Este estuvo dividido en diferentes bloques, empezando por los congos y las danzas para ir paulatinamente dando paso a los disfraces individuales y colectivos.
Estos trajes cargados de la fantasía y los relatos de las leyendas y mitos de la región, volvieron a sentir el aire fresco y a percibir la luz del sol, tras dos años guardados en los armarios y las cómodas de sus dueños.
El objetivo era celebrar la vida. Y todas las generaciones, de los más veteranos hasta aquellos que desfilaban por primera vez, tributaron a la fiesta con su sudor y su ritmo, dejando su baile a lo largo de las calles por donde danzaron, caminaron, y siguieron esparciendo la semilla de la tradición.
La misma que no morirá, pues no lo hizo tras dos años de interrupción ni ahora menos con la vida brotando de cada esquina de la fiesta.
Como en el mito del eterno retorno, Joselito resurgió vigoroso entre la pandemia, en el suroccidente.