Máximo José Jiménez Hernández.
Máximo José Jiménez Hernández.
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Jorge Otero

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Adiós a Máximo Jiménez, juglar cordobés de canción protesta a ritmo de acordeón

Le tocó exiliarse en Europa bajo amenazas del paramilitarismo.

Máximo José Jiménez Hernández, considerado uno de los juglares más auténticos de la canción social en música de acordeón, o vallenato protesta, ampliamente conocido en las regiones de Córdoba y Sucre, falleció en Montería a las 4:30 de la mañana de este sábado a la edad de 72 años.

Permanecía en la Clínica Central de la capital de Córdoba tras sufrir hace unos días complicaciones respiratorias, que derivaron en un suceso cerebrovascular que finalmente lo llevó a la tumba.

De extracción campesina, nació en Santa Isabel, corregimiento de Montería, donde se desempeñó como vaquero en haciendas, artesano y carpintero.

Al tiempo que desarrollaba esas labores de juventud se convirtió en un diestro acordeonero, que además se destacó en la composición de temas llamados de contenido social, en los que revelaba la problemática de las comunidades, y las sociedades indígenas de su región no las exceptuó.

Tal vez por ello era conocido como ‘El Indio Sinuano’, nombre de una composición del inolvidable escritor de Lórica (Córdoba), David Sánchez Juliao, a la que Máximo Jiménez les hizo los arreglos musicales y luego interpretó el tres veces rey vallenato Alfredo Gutiérrez.

Por proclamar en sus cantos esas letras de acogida popular, de denuncia, el artista fue puesto en una lista de muerte durante el apogeo paramilitar en Córdoba que lo llevó al exilio en Austria, donde sobrevivió vendiendo tamales y productos de la gastronomía costeña.

“Quiero restregarles en la cara a sus detractores de ayer y a esta juventud de hoy, para que aprendan que más allá de un gran artista se nos murió un paladín que con sus cantos libertarios quería era crear una conciencia colectiva y social. Que su muerte nos sirva de acicate”, escribió en tono vehemente en su cuenta de Facebook sobre Máximo José Jiménez Hernández, el periodista cordobés Jorge Otero Martínez.

A la par de cualidades como músico e ingenio como compositor, también fue igualmente un aguerrido líder agrario, miembro activo de a la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc) en Sucre y Córdoba, organización que reclamaba la propiedad de terrenos baldíos en manos de dudosos dueños o injustamente entregados a diversos terratenientes.

Máximo Jiménez vivió muy de cerca el fenómeno de la violencia paramilitar, un hermano y un tío murieron bajo el fuego de estos escuadrones criminales que mataban sin contemplación a todo el que se les opusiere.

Él mismo fue sobreviviente de una muerte segura cuando varios comandos de las llamadas autodefensas campesinas Córdoba y Urabá, llegaron decididos a matarlo en una fiesta campesina que animaba al son de su acordeón en el célebre corregimiento de Santa Fe de Ralito, sur de Córdoba.

Llegaron preguntando por él, pero se salvó porque lo encontraron dormido y no lo reconocieron.

Sin embargo, lo que lo impulsó al exilio fue un allanamiento a su residencia por parte del desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), cuando vio que no solo era blanco de los grupos al margen de la ley sino de fuerzas legales del mismo Estado.

Máximo José Jiménez Hernández participó sin éxito en dos Festivales de la Leyenda de la Música Vallenata en Valledupar, años 1974 y 1977, y entonces decidió que su compromiso musical no era la música comercial de parrada, sino la del mensaje de protesta.

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