Panorámica de Barranquilla.
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La casa está bonita, pero vamos a ponerla mucho mejor

Se vienen grandes avances para la ciudad,

Por Carlos Acosta Juliao

Imagínese vivir en una casa que esté cayéndose a pedazos y en la que no haya un peso para arreglar ni la fachada ni las goteras que le caen cada vez que llueve; y que además, nadie quiera prestarle recursos a la familia que la habita porque malgasta la plata.

Eso era Barranquilla hace 15 años. Vivíamos en una casa prácticamente desvalijada, con estructuras tambaleantes y de la que muchos querían salir a buscar un mejor lugar dónde vivir. Hoy es todo lo contrario: de afuera se quieren venir, y no solo de vacaciones, sino a quedarse de manera permanente.

¿Cómo sucedió esto?

La casa comenzó a ponerse en orden cuando se recuperó el control de los ingresos, porque en aquel entonces los manejaban terceros. Así se pudo saber con certeza con cuántos recursos se contaba para comenzar a reconstruirla. Se ‘tumbaron’ concesiones que se llevaban la plata y prestaban poco servicio, y se pagaron las deudas.

Con esas muestras de buen gobierno, entre otras, los habitantes de la casa empezaron a confiar y a pagar sus impuestos, lo cual hizo que se pudiera invertir para comenzar a ponerla bonita, haciendo rendir cada peso. ¿Cómo? Con obras para mejorar los servicios públicos, Barrios a la Obra, colegios, megacolegios, alimentación escolar de calidad y bilingüismo, Todos al Parque, el programa de arborización, Universidad al Barrio, Centros de Desarrollo Infantil (CDI), Centros de Vida (CDV), 12 nodos del Sena; el Gran Malecón, las plazas recuperadas como San Nicolás y San Roque; La Fábrica de Cultura, entre otros logros que nos hacen sentir orgullosos.

Carlos Acosta Juliao.

Hemos avanzado, la casa tiene más ingresos, ahora cuenta con varios pisos, es más cómoda, hay lugares para divertirse, compartir, y lo mejor: crece cada día más. Pero la tarea no está terminada: hay aspectos de la casa que ha sido difícil mejorar, pero llegó la hora de enfrentarlos; los ‘hijos’ de esta casa necesitan educación superior y, sobre todo, empleo. Son 70.000 pelaos que cada año salen con la ilusión de cumplir sus sueños, para ellos hay que trabajar. Además, hay que canalizar más arroyos, pavimentar más vías, construir más parques…

Terminemos esta casa que nos hace sentir tan orgullosos. Merecemos seguirla disfrutando porque nos ha costado mucho reconstruirla, nadie nos ha regalado nada y el esfuerzo ha sido grande, por eso hay que defenderla de aquellos con intenciones de derrumbarla. Tomar decisiones equivocadas sería retroceder.

Así que, a trabajar, porque ¡vamos a ponerla más bonita!

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