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Petro en su laberinto

Buscar la gobernabilidad precisa de audacia y determinación. Es natural que las apuestas cambien sobre la marcha, cuando los resultados esperados brillan por su ausencia. Los movimientos en los ministerios, evidencian a un presidente buscando la forma de cumplir con su promesa de gobierno.

Como muchos, deseo que Gustavo Petro  sea la realidad de cambio que tanto soñamos en Colombia, una Nación que teniendo todo para brillar, sigue contaminada por la violencia, la corrupción y la desigualdad.

Colosal, es la palabra con la que más cómodo me siento, al describir el propósito de transformación que mueve a nuestro presidente.  Y es que hablamos de una inversión durante este cuatrienio de 1.148.8 billones de pesos, monto necesario para cumplir con los escenarios macroeconómicos y fiscal propuestos en su Plan Nacional de Desarrollo.

Son cinco los ejes que sustentan las transformaciones y a través de las cuales busca ponerle freno a los principales males y complejos de nuestra patria: Ordenamiento del territorio alrededor del agua; seguridad humana y justicia social; derecho humano a la alimentación; transformación productiva, internacionalización y acción climática; convergencia regional;  y la Paz total, como derrotero transversal.

Pero una cosa es querer y otra poder. Para lograrlo, el gobernante precisa de la aprobación, no solo del Plan Nacional de Desarrollo, sino de al menos 28 leyes y reformas más. Y aunque el presidente fue electo para que materializara cada una de esas iniciativas, lo claro es que no le es posible obviar el trámite legal de análisis, debates y conformidad en el Congreso de la República.

Un pueblo convencido legitima, hace que el tránsito hacia los cambios sea tranquilo y sin mayores tropiezos, también ayuda a que congresistas asuman iniciativas con apremio por su aprobación. Por otro lado, una opinión pública llena de incertidumbres, refleja su intranquilidad en reproches y manifestaciones públicas, que hacen que los representantes, a su vez, se arroguen el derecho a la reconsideración, que puede incluir también, las viejas formas de negociación de leyes.

Que no se equivoque el presidente creyendo que lo que se requiere, es a un pueblo enardecido en las calles, reclamando reformas a través de las vías de hecho. Estamos de acuerdo con que a esto hay que meterle pueblo, pero no de esa manera. Lo que se demanda, es una mejor socialización de las bondades de los cambios. Es increíble que en estos tiempos de revolución tecnológica, el gobierno no esté haciendo uso de la creatividad mediática para convencer con argumentos a la ciudadanía.

Tantas reformas al tiempo asfixian. Se deben tramitar todas, pero desde pequeño me enseñaron que primero era el desayuno y después el almuerzo. Es el mismo gobierno quien debe definir prioridades y dar orden a la discusión, para ello, además del evidente liderazgo del presidente,  se requiere del acompañamiento de un equipo de gobierno que por muy preparado que esté en lo técnico- académico, también sepa comunicar, tenga vocación social, capacidad empática y habilidades de negociación.  

El presidente de Colombia, Gustavo Petro