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Mako, la princesa enamorada

La princesa Mako y el abogado Kei Komuro se conocieron, en el 2017, en la Universidad Cristiana de Tokio. Luego de cuatro años de anunciar su compromiso, por fin darán el sí. El compromiso fue postergado varias veces y un portavoz de la Casa Real Japonesa afirmó que la princesa, padecía un síndrome de estrés postraumático por el acoso de la prensa y porque “no podía disfrutar de su vida tranquila y feliz”.

La sobrina del emperador japonés no solo perderá su título de princesa luego de casarse con un ‘plebeyo’. Voluntariamente renunciará a la dote de 150 millones de yenes (más de un millón de euros) que se les entrega a las mujeres que abandonan la familia real.

Analistas explican que la renuncia a la dote millonaria es controvertida porque la ley no contempla su pago en caso de divorcio y sería una vergüenza nacional que una princesa tuviera que ganarse la vida como plebeya.

La princesa Mako no es la única que ha renunciado a todos sus privilegios por amor. Hoy #sinrecato les contaremos de otros príncipes que dejaron a un lado títulos, posición económica y social, en nombre del amor, del amor real y aterrizado:

El duque y la duquesa de Sussex, Harry y Megan Markle, anunciaron en 2020 que no volverían a participar de forma activa como miembros de la Familia Real Británica. Hoy viven entre Canadá y Los Ángeles, disfrutando de una vida, más o menos, común al lado de sus pequeños hijos.

La princesa Sayako de Japón: Sayako, la hija menor de los emperadores de Japón, Akihito y Michiko, renunció a sus títulos por amor. En 2005 se casó con un funcionario municipal y urbanista Yoshiki Kuroda. En su fiesta de compromiso anunció que abandonaría sus obligaciones y títulos de nobleza. Desde hace dos años es la suma- sacerdotisa del Gran Santuario de Ise, posición que heredó de su tía.

Chris O´Neill: El esposo de la princesa Magdalena de Suecia renunció a todos los títulos que le ofreció su suegro al casarse con la princesa en 2013. En realidad, la principal razón no fue el amor. El empresario necesitaba de libertad para estar al frente de sus negocios, sin rendir cuentas a la corona. La princesa no ha cedido sus derechos ni la línea de sucesión y deben permanecer en el país para que sus tres hijos no pierdan sus privilegios.

Friso de Holanda: El hermano del Rey Guillermo de Holanda, se enfrentó a su madre para casarse con Mabel Wisse, una antigua espía en los años 90. Sin embargo, lo que más contrarió al Parlamento fue la relación de Wisse con el narcotraficante Klaas Bruinsma. Friso y Mabel, felizmente, se casaron en 2004 y se mudaron a Londres. En 2013, Friso fallece en un accidente mientras esquiaba. Y a pesar de tantos tropiezos en su relación, hoy la viuda, mantiene su título de princesa y una cordial relación con su familia política.

Eduardo VIII del Reino Unido: Fue un gran escándalo en la primera mitad del Siglo XX. En 1936, a solo 325 días después de ascender al trono como el rey Eduardo VIII leyó su renuncia en directo a la BBC. Se casó con Wallis Simpson, una norteamericana, divorciada dos veces, situación que provocó una crisis constitucional y en la familia real. Fue sucedido por su hermano menor, Jorge VI, padre de la Reina Isabel de Inglaterra.

 Mako y Kei, se casarán el próximo 26 de octubre, un día considerado especial por los buenos augurios de acuerdo con el budismo y, en verdad, lo van a necesitar, luego de pasar por la persecución farandulera de la prensa mundial, la presión psicológica, problemas económicos (aunque esto es poco creíble) y la fuerte oposición de la opinión pública.

Muchos seguidores de la vida de las realezas mundiales se preguntan: ¿Realmente, la princesa renunció a todo por amor o por huir de una institución asfixiante?

Yo, en nombre del amor, confío en que ellos vivirán felices y comerán perdices. ¡Chao!

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