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Luz y sombra: el vallenato, entre la expresión idílica y las trampas del amor

El vallenato, como expresión musical, está lleno de historias que nos trasportan, como en los cuentos de hadas, a realidades soñadas, a través del costumbrismo costeño, así como a regiones desconocidas, representadas por trovadores que llevan a cuestas su acordeón, cantándole al desengaño, la traición o al idealizado amor.

Hombres y mujeres ven en estas letras el carácter de sentimientos ya fuesen idílicos o frustrados, pero que, no obstante, debo confesar mi admiración por aquellos juglares que me remontan a recuerdos con letras tan bellas y nostálgicas, como “El mochuelo”, de Adolfo Pacheco, que asocio a las vivencias de una región que ha sido azotada por la violencia estructural que todavía hace presencia en muchos territorios del país, no obstante, los “acuerdos de paz”. Pero si la contrasto con “La perra”, de Alejo Durán, entonces me ensombrece su letra, por la dualidad de su significado.

Concluyo de esta manera que existen diferentes estilos y contenidos de las canciones vallenatas, que responde en su mayoría a los imaginarios que inspiraron a sus creadores, y escribo que ello especialmente en cuanto artistas masculinos, porque numéricamente son mayoría, siendo la representación femenina minoritaria, marginada por las obcecadas costumbres, el estigma social y estereotipos que le han impedido el desarrollo de su talento, tantas veces frustrado por las intransigencias sociales. Lamentablemente otros talentos femeninos de la canción vallenata han estado signados por la tragedia, lo cual ha roto la posibilidad de truncar esas cadenas generacionales.

Pero los tiempos van cambiando, pues el avance de la legitimidad de los derechos de las mujeres se ha ido trasformando, cuestionando el monolítico sistema patriarcal, obligado a regañadientes a reconocer la conquista de espacios femeninos, como es el caso de los talentos musicales de modo que hoy se elijan “Reinas” vallenatas”, como Nataly Patiño, en el Festival Vallenato de 2021. 

Por fortuna, este es el resultado de mujeres que, con perseverancia y humildad, han construido su vida musical, esperando una oportunidad histórica que les abriera puertas, ante las apuestas masculinas. 

Rey vallenato José Ricardo Villafañe y su exnovia Nahomis Viana

Contrariamente, el escándalo ocasionado por el Rey Vallenato 2021, José Ricardo Villafañe, le pone luz y sombra a su elección, pues su ex pareja, Nahomis Carolina Viana, lo denuncia como maltratador, y los titulares de la prensa lo han ilustrado como violencia doméstica, ante lo cual difiero y lo señalo como Violencia de Género (VDG), que se ejerce por el hecho de ser mujer, cuyas marcas psicológicas y físicas las llevará por siempre, marcadas en su cuerpo y su mente. 

Es lamentable que expresiones tan sensibles, que muestran la belleza de una tierra con tanto talento musical, se vea empañado con estos comportamientos que no representan a la cultura arawak, como tampoco la formación de maestros y maestras de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, que tantos talentos diseminados por la región y el mundo ha arrojado de sus aulas.

A pesar de su denuncia, para Nahomi no hay justicia; todo permanece en la impunidad, con la complicidad de un sistema judicial cuyos fallos siguen tocados por visiones machistas que rechazamos vehementemente, ya que fortalece el despotismo y la ilegalidad, como en el caso de los feminicidios, donde la memoria de muchas mujeres asesinadas todavía clama justicia. 

Pero cerremos: el vallenato es hermoso, de manera general; pero esperemos que la justicia, a pesar de su mirada muchas veces limitada y otras veces ciega, realice fallos justos para aquellos que atentan contra las mujeres, así sean coronados “reyes”.

* La autora Rafaela Vos Obeso es la coordinadora del Grupo de Investigación Mujer Género y Cultura Universidad del Atlántico