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La democracia no es solo elecciones

El sistema democrático fue caracterizado por algunos como un simple instrumento para cambiar de gobierno sin necesidad de acudir a las armas o al golpe de Estado violento o suave. Esta fue la idea central que desarrolló sobre la democracia Joseph Schumpeter.

Sin embargo, la democracia contemporánea es mucho más que un simple instrumento para cambiar de poderes sin echar bala. Ligada a la tradición teórico-política de los últimos siglos y al desarrollo de los sistemas constitucionales y legales, representa el menos malo de los sistemas políticos.

Menos malo que los totalitarismos de derecha o izquierda, que no dejan respirar a nadie en la búsqueda de una sociedad que termina convertida en un escenario monstruoso, como lo demuestra la experiencia del fascismo y el estalinismo, donde también se asesinó la verdad y la libertad hasta para informar y ser informado, entre otros elementos.

Menos malo que cualquier forma de autocracia o de autoritarismo, que obstruyen la libertad política y de pensamiento a nombre de la religión o de alguna dogmática laica. A pesar de no ser perfecto, el sistema democrático ofrece mejores condiciones que cualquier otro sistema para organizar la vida social.

Esta situación contemporánea del fenómeno democrático tiene que ver con el cuerpo de derechos y deberes que se ha ido formando a lo largo de la historia, con el respeto de la libertad individual, fijada en la ley, y con la creación de otros medios para informar y para criticar que facilitan el surgimiento y consolidación de una opinión pública.

En los sistemas totalitarios o autoritarios son reprimidos el periodismo crítico y también está ausente la opinión pública, dos aspectos que suelen servir de instrumentos de denuncia o fiscalización del poder estatal. La crítica a ese poder, en un sistema democrático, se canaliza a través de los medios de comunicación modernos, de las redes sociales o de la protesta callejera.

La división de poderes, si funciona como se establece en la teoría, es otro mecanismo para contrarrestar los excesos y la arbitrariedad del ejecutivo y para insuflarle cierto control y balance al sistema. La buena marcha de la rama judicial y del legislativo es un síntoma de que la sociedad está bien encarrilada, al servirse de estos medios para limitar las perversiones del ejecutivo.

Estos subsistemas funcionan mejor o peor en unos países que en otros, definiendo la calidad de las instituciones democráticas, sobre todo cuando estas no son deterioradas por la corrupción o el autoritarismo; un buen ejemplo de un marco institucional que soporta muy bien el proceso democrático es lo que ocurre en algunos países del norte de Europa.

El escenario más adecuado para el mejor funcionamiento del sistema democrático se relaciona con unas instituciones sólidas que permitan garantizar la aplicación y el cumplimiento del entramado de derechos y deberes, de las leyes y de las normas constitucionales.

Esta situación institucional y política, fruto de la experiencia histórica, también es requisito sine qua non para garantizar el respeto al otro, la libertad individual y colectiva (como libertad de pensamiento, de organización, etcétera), el pluralismo y otros valores y prácticas enraizadas en la vida actual.

Ni los totalitarismos, ni el autoritarismo o la autocracia están en condiciones de garantizar estas formas de la libertad y de la institucionalidad. Más bien lo que provocan es el fin de la opinión pública, de los medios de comunicación críticos y del derecho de la gente a la protesta legítima.

Los climas sociales creados mediante los sistemas antidemocráticos por lo general alimentan la mentira, el cinismo, la arbitrariedad y la injusticia, sobre todo contra los opositores. Tales modelos destruyen el equilibrio de poderes y pisotean la libertad requerida para vivir con independencia, en un ambiente pluralista en que predomine la ley y no la fuerza.

Estas no son simples palabras o ingenuidades. La historia está llena de ejemplos en que las dictaduras de cualquier tipo eliminan la libertad y la justicia para darle paso al control de la sociedad por un dictador o un partido, generalmente inescrupulosos.

Así mismo, el desarrollo científico, educativo y cultural de punta se observa, con más dinamismo desde hace mucho tiempo, en las sociedades pluralistas basadas en las normas legales y organizadas alrededor del sistema democrático producido por la historia.  

La democracia es el menos malo de los sistemas políticos, indudablemente.    

Joseph Schumpeter