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La alienación ideológica

La alienación que analizaré en esta columna es aquella que provoca, en individuos o grupos, un divorcio de la realidad externa o histórica con respecto a los agentes, provocado por una ideología que se ha hecho dominante en ellos. 

La ideología es una manera de estructurar un conjunto de ideas que se convierten en pensamiento fuerte, inflexible o muy difícil de desestructurar porque está ligado a los intereses políticos, a los deseos y a las esperanzas que nutren la psicología individual y colectiva. Esa forma de pensar sirve de base a la acción y a las reacciones de quienes la portan y es la fuente de sus rígidas convicciones.

Como pensamiento estructurado, sólido, la ideología suele proponer soluciones para resolver problemas sociales o plantear una opción de conjunto distinta a la existente. Las ideologías marxista y anarcocapitalista, por ejemplo, son también utopías sistemáticas para cambiar la sociedad, según los deseos e intereses de ciertos agentes ideológicos. 

La discusión que se plantea aquí no es acerca de si las ideologías son necesarias o inevitables, sino sobre su papel en la alienación de las personas o de los grupos. Las ideologías son, en el sentido de Marx, falsas conciencias, por cuanto no se nutren de los mejores análisis científicos de la realidad, ya que se transforman en fundamentos herméticos, cerrados en sí mismos, por causa de los intereses, deseos y esperanzas de los agentes que las portan. 

Lo llamativo de este asunto es que la alienación de las ideologías con relación a la realidad se produce a pesar de que estas se autoproclamen científicas o partidarias de un enfoque científico. No es el espíritu de la ciencia el que las guía, sino una suerte de dogmatismo que las inmoviliza como contenido o estructura de pensamiento.

Si se guiaran por la forma de funcionamiento de la ciencia perderían su carácter de ideologías cerradas, dando lugar a una manera de pensar abierta y flexible, que está en continuo diálogo con el entorno y que se renueva o cambia de acuerdo a los intercambios con este.

El dogmatismo de las ideologías tiene varias causas. El peso de las tradiciones intelectuales, los intereses políticos de los agentes y el divorcio de la forma como funciona la ciencia están entre las principales. La separación de la forma de razonar científica quizás sea el motivo principal que convierte a las ideologías en variantes del dogmatismo.

Precisamente, los dogmáticos se alienan de la realidad porque carecen de una forma de pensar científica. Esa falencia los lleva a creer que sus ideas son inamovibles, fijas, pues no las contrastan con la realidad, como es lo normal en el enfoque científico.

Por ejemplo, las utopías dogmáticas que operan como ideologías para cambiar el mundo no se sostienen porque sus postulados se contrasten con la experiencia histórica, sino, precisamente, porque carecen de esa contrastación, que podría operar como una especie de verificación o corroboración de su contenido.

Es decir, el dogmatismo implícito en las ideologías se deriva de que se trata de un cuerpo cerrado de ideas que nunca dialoga con la realidad. Estas se consideran verdades en sí mismas, no por contrastación o corroboración con los hechos externos.

Tal forma de proceder tiene connotaciones lamentables para los individuos o grupos que se nutren de esas ideologías. Su comportamiento es similar al de un fanático religioso que cree ciegamente en sus postulados. La convicción que lo orienta no es el resultado del análisis sistemático y concienzudo de la realidad (al menos en parte), sino de las creencias de su cosmovisión que nunca son cuestionadas y que se consideran verdades cuasi reveladas.

La alienación ideológica tiene tres matrices: la separación entre ideología y realidad, la ausencia de cientificidad de los postulados ideológicos y la ignorancia de los agentes ideológicos con respecto a los avances de la ciencia, sobre todo en el campo social. 

La alienación ideológica permite la explicación del dogmatismo y el fanatismo de los militantes radicalizados, pero no niega la necesidad de poseer ideas para transformar la vida. Verbigracia, la lucha contra la destrucción del medio ambiente o contra la desigualdad económica extrema hacen parte del combate social y surgen del análisis de lo concreto, integrándose a una cosmovisión inteligente, no dogmática.

Se puede participar de un conjunto de ideas de cambio social manejando una perspectiva flexible, científica y con capacidad de revisión continua de acuerdo con las señales de la realidad. Esta es la mejor manera de prevenir la alienación ideológica y el dogmatismo o el fanatismo que engendra. 

El dogmatismo o el fanatismo ideológicos continúan siendo grandes males de las sociedades contemporáneas. Están instalados en las alas extremas del espectro político, hacia la derecha o la izquierda. Y no son parte de la solución, sino del problema, desafortunadamente.

Atilio Borón

Atilio Borón
Wikipedia