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¡Estamos con las comunidades afro!

Colombia es un país cuya riqueza natural es casi incalculable, su cultura trasciende a hechos que han constituido una nación multicultural. Ejemplo de lo anterior son las comunidades negras, afrocolombianas y palenqueras de nuestro país, que están presente en el Caribe, Antioquia, el Norte del Cauca, el Sur del Valle, el Eje Cafetero, los Valles interandinos, la Orinoquía, la Amazonía y en otras zonas del país. Estas comunidades han sufrido por décadas las consecuencias de la discriminación, la segregación racial y la falta de oportunidades.

Hoy, tenemos como garantes de la democracia y legisladores la oportunidad de luchar contra la desigualdad, permitiendo que mediante iniciativa como la  adopción de medidas para promover los emprendimientos productivos de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, busquen mitigar toda acción de discriminación y coadyuvándolos en la reactivación económica; y, por supuesto, pagando una deuda histórica sobre reivindicación de derechos que finalmente aportan a los procesos de equidad, justicia, paz e igualdad.

En este contexto he venido observando cómo, poco a poco, con el pasar de los años, estas comunidades han venido mostrando sus emprendimientos productivos con los que vienen trabajando de forma artesanal. Esta evolución, gestada por ellos en medio de su lucha por defender sus derechos, me permite apreciar la fuerza y la resistencia que estas valiosas personas tienen para ir rompiendo los estigmas y paradigmas que por siglos los han acompañado.

Para mí, es de admirar la verraquera que han empleado cada uno de ellos para empezar a visibilizarse, con más fuerza, como nuevos líderes emprendedores que han surgido a la luz pública a partir de ideas de pequeñas oportunidades de negocios que han venido construyendo con sus propias manos, a partir del conocimiento y experiencia empírica que por años han consolidado, fruto de su esfuerzo y del legado familiar que han ido preservando de generación en generación.

Precisamente, bajo este panorama, he ido observando la manera en que estas personas, entre hombres y mujeres sin distinción de edad y posición socioeconómica alguna, están en la búsqueda frecuente de adherir a sus vidas, mejores y mayores alternativas laborales que les propicien independencia y estabilidad económica.

En ese camino de búsqueda que se ha trazado en tal aspecto esta comunidad, he ido analizando cómo sus mentes se expanden para concebir la idea de realizar y consolidar proyectos propios que representan la identidad nacional y potencializan las industrias culturales y del sector agrícola.

Esto, justamente para crear fuentes de ingresos estables y de este modo contrarrestar los efectos generados por los altos índices de desempleo que habitan a nivel nacional.

Por eso, en medio de esta dinámica que está bordeada de un espíritu incansable de sacrificio y compromiso, he podido admirar con vehemencia cómo esta iniciativa propia ha sido posible gracias al trabajo conjunto de las comunidades para apalancar la incorporación de estrategias de promoción y comercialización de productos para consolidar economías propias, con miras a aperturar mercados a nivel local, regional, nacional e internacional de acuerdo a oportunidades y capacidades competitivas que ofrece el entorno actual.

Casi que, de manera gradual, este grupo de emprendedores ha ido construyendo acciones para el fortalecimiento de las comunidades afro, representadas a través de destrezas y habilidades estratégicas que van encaminadas a fomentar nuevas iniciativas empresariales e innovadoras tanto a nivel tecnológico, industrial y comercial, como a nivel ambiental y cultural, con pertinencia local, regional, nacional e internacional. 

Por ende, desde la óptica legislativa he podido palpar cómo estas comunidades, a lo largo de los últimos 30 años, han venido trabajando y luchando por lograr convertir su capacidad innata y artesanal para fabricar y comercializar productos naturales en un proceso de transformación, crecimiento e innovación que dibuja la realidad empresarial que hoy en día acompaña constructivamente a estas comunidades. Todo ello nos permite interiorizar, con más sentido de pertenencia, que las comunidades afro hacen parte de nuestra historia y nuestras raíces.

En razón de ello, desde el Senado de la República y de la mano del representante a la Cámara por Comunidades Afro, Jhon Arley Murillo Benítez, he venido trabajando en el Proyecto de Ley No. 491 de 2021 SENADO - 252 DE 2020 CÁMARA, con el propósito de que se reglamenten las disposiciones y medidas para promover los emprendimientos productivos de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, situadas en los territorios ancestrales mencionados anteriormente.

A través del mismo, estoy promoviendo una directriz que sea lo suficientemente capaz para cerrar las brechas sociales que han venido rodeando a esta población, permitiéndoles generar oportunidades de crecimiento y desarrollo, con el fin de aportar a la superación de sus condiciones de vulnerabilidad, y de esta forma contribuir significativamente a la reconstrucción del tejido social de esta población como comunidad.

De hecho, me permito resaltar con especial énfasis, que uno de los grandes beneficios que traerá este proyecto es el fortalecimiento de la línea especial de crédito para estas comunidades, cuyo eje central girará alrededor del músculo económico que se les pretende otorgar a través de los bancos y demás entidades financieras del país para la adquisición de préstamos.

Paralelo a ello, este instrumento legislativo les permitirá a estas comunidades salvaguardar el patrimonio de sus microempresas, de tal manera que puedan proyectar, además, un sostenimiento e incremento en las ventas, amortización de las deudas que puedan contraer con los proveedores, y de este modo fraguar un liderazgo que sea objetivo en las decisiones para con la organización de los ingresos y egresos.

Sin embargo, aquí debo precisar con ímpetu que la prevalencia del liderazgo depende de hacer algo diferente a lo que comúnmente hacen los demás emprendedores y empresas; se trata de soltar los miedos y empoderarse de los retos y desafíos que reviste la creación y desarrollo de su propia empresa.

No obstante, debo resaltar también que, para estas comunidades, lograr sacar adelante un modelo de negocio productivo, reviste de vital importancia evaluar cada opción que se presenta y seleccionar la mejor. Para ellos, tal como lo he podido percibir, la alternativa de emprendimiento que seleccionan apunta a representar la mejor solución al problema o la mejor opción para el fortalecimiento financiero, comercial y competitivo de sus negocios.

A su vez, considero que, en este proceso, el camino lógico que se debe transitar para lograr el éxito debe ser el establecer el pro y el contra de cada alternativa, ventajas y desventajas y comparar unas con otras. Para facilitar la elección de la mejor alternativa es necesario considerar algunos criterios tales como: riesgo, esfuerzo económico y limitación de los recursos.

Lo anterior, más que un cambio de mentalidad que busca que estas personas salgan del rol de empleados y pasen a convertirse en empleadores, es mostrar la responsabilidad que asumimos como congresistas para tender un puente de apoyo con esta población, el cual tiene como enfoque permitirles a estas comunidades llevar a cabo nuevas ideas de negocio competitivas en el mercado.  

De manera que, en estos tiempos cambiantes, sobre todo con la llegada de la pandemia del covid-19, es cada vez más necesario que estas comunidades se constituyan en una herramienta generadora de cambios, de dinero, de satisfacción del consumidor, etc, preocupándose por cuidar y potenciar al máximo este activo, manteniendo muy presente que para poder lograr “encarrilarse” en un proyecto de emprendimiento empresarial deben conectarse primero con la acuciosidad de pensar en grande.