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El país que viví, la autobiografía de Horacio Serpa Uribe

El país que viví es un libro (publicado por Planeta, en 2022) en el cual se recoge, hasta en los detalles, el testimonio de la vida política de uno de los más importantes líderes del liberalismo colombiano de las últimas décadas, el santandereano Horacio Serpa Uribe.

En un estilo sencillo el autor narra su nacimiento en una familia humilde y las vicisitudes para sobrevivir en medio de las dificultades y las carencias. Esa experiencia quizás fue decisiva en el perfil social que iluminó toda la carrera política de este líder.

La obra deja entrever que el político no solo fue un personaje de sólidas convicciones sino de profundas lealtades, empezando por el respeto y el cariño que siempre le profesó a su compañera de vida, la barranquillera Rosita Moncada, y a todos sus hijos.

Ni las pequeñas gratitudes quedan por fuera en su libro póstumo, como lo demuestra la mención especial a la Universidad Pública y a la Universidad del Atlántico, institución donde obtuvo el título de abogado y a la cual se refirió siempre con mucho afecto.

Horacio Serpa, desde muy joven, se alineó con las tradiciones más progresivas del Partido Liberal, como quiera que había organizado en su región grupos políticos que podrían caracterizarse como de izquierda liberal.

Fue siempre un político perfilado hacia la reforma, la democracia y la búsqueda de soluciones para los problemas de los desvalidos. Esto lo ubicó en el campo de un liberalismo progresista cuya agenda tenía como epicentro las estrategias sociales. Ese perfil ideológico lo llevó a liderar la vinculación de su partido a la Internacional Socialista.

En el marco de esas ideas (que lo acercaban más a los sectores de izquierda que a los de derecha del espectro político), Serpa Uribe navegó por diversas dignidades del Estado, desde alcalde hasta ministro, procurador de la nación o presidente encargado en ausencia del titular.

La capacidad de liderazgo y la visión de país lo llevaron a una de las cumbres del proceso político contemporáneo, con el papel de copresidente de la Asamblea Nacional Constituyente que produjo la constitución aún vigente, la de 1991, como consecuencia de los acuerdos de paz con el M-19.

Fue jefe indiscutible de su partido y como tal conoció a fondo las minucias del poder, las intrigas y bajezas de la gente y la nobleza y entrega de sus mejores amigos. Todo esto pasa por la vista del lector en su trabajo testimonial, que es la historia política reciente del país contada por uno de sus más destacados protagonistas.

Impulsado por su perfil de demócrata convencido batalló en todos los terrenos por alcanzar la paz en una época difícil para lograrla. Creyó en el diálogo y en la superación de los males de la sociedad a través de los acuerdos con los grupos guerrilleros. Fue negociador representando al Estado para construir caminos hacia la paz con los insurgentes.

La madurez lo encontró en una coyuntura extremadamente dura de la historia nacional, en los tiempos de la expansión de los grupos guerrilleros, del paramilitarismo y del narcotráfico. Ningún político de talla nacional pudo eludir la influencia de esos factores contradictorios pero convergentes.

En el capítulo 15 de su libro (Contra el mundo: el gobierno de Samper) Horacio comenta la letra menuda e íntima de la crisis como consecuencia del ingreso de la plata del narcotráfico a la campaña presidencial de Ernesto Samper Pizano.

La concepción que uno construye, como observador externo, es que el ejercicio de la política se parece bastante al comportamiento de un equilibrista sobre la cuerda floja. Con la diferencia de que a este nadie lo quiere tumbar, en tanto que al presidente sí.

Horacio Serpa fue el principal defensor del presidente Samper en una etapa en la cual era más fácil tumbarlo que mantenerlo en el cargo. Todo el mundo quería acabar con el gobierno: Pastrana, varios partidos, la izquierda, la prensa, el embajador norteamericano…

A la postre, la lucha por mantenerse limitó la realización del plan de Samper para enfrentar los problemas nacionales. El proceso 8000 lo desgastó y desacreditó, a tal punto que aún hoy es difícil entender por qué el equilibrista no cayó a pesar de ser asediado por todos los que deseaban que cayera. Horacio Serpa cuenta que Daniel, el hermano del presidente, era partidario de la renuncia, pero que él y otros dignatarios prefirieron continuar la lucha.

En su testimonio explica que los dineros del cartel de Cali sí entraron a la campaña, pero que ni él ni Samper lo sabían. La responsabilidad recayó sobre Santiago Medina y Fernando Botero, quienes a la postre pagarían por ese delito.

Con el argumento de que la plata del narcotráfico entró a sus espaldas y por la carencia de pruebas para demostrar lo contrario, Samper fue exonerado por el Congreso y Serpa Uribe se salvó de un carcelazo promovido por el fiscal Alfonso Valdivieso.

Resalta en el libro el tono respetuoso y conciliador con que el autor trata a los agentes políticos. Solo unos cuantos escapan a ese molde. Uno de ellos es el expresidente Uribe. En su momento, Serpa denunció el apoyo del paramilitarismo a la primera y segunda campañas presidenciales de este personaje.

Concuerdo con el narrador en que Uribe Vélez ha sido el político más insidioso contra la institucionalidad democrática, además de patrocinador de la violencia para enfrentar la violencia y, por lo tanto, enemigo de la paz. Y anticipo que, a diferencia de quienes piensan como él, su destino no está en el pedestal sino en el basurero de la historia.

Sostiene Serpa que Uribe es responsable de haber aceptado el apoyo electoral del paramilitarismo en el 2002 y el 2006, “brindado a sangre y fuego” (p. 510). Así mismo, lo responsabiliza de aliarse con lo más corrupto de la clase política para incrementar su poder electoral y obtener mayorías incondicionales en el Congreso de la República.

En fin, la autobiografía póstuma de Horacio Serpa Uribe es un testimonio vívido de su sensibilidad política, de los viacrucis que padeció y de las victorias alcanzadas. Como interpretación de su experiencia es un valioso aporte al entendimiento de la letra menuda de la política nacional, desde la perspectiva de un protagonista.

Y como mensaje político es un testimonio de principios indeclinables a favor de la democracia y de las instituciones, de la paz y de la reforma social. La experiencia vital de Horacio Serpa Uribe ya lo dejó sembrado en la historia del país como uno de los políticos más progresistas del espectro nacional, a pesar de la rudeza de las circunstancias que le tocó enfrentar. Sin duda alguna.

Horacio Serpa Uribe