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EFE

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"Es como un escenario de guerra": pareja latina en los incendios de Australia

Han muerto al menos 16 personas.

En el último día del año, los incendios forestales, que han matado al menos a 16 personas y calcinado más de mil propiedades desde el pasado septiembre en Australia, arrasaron con el pequeño negocio y la casa de una pareja latina que vive en la pequeña localidad de Mogo, a unos 235 kilómetros de Sídney.

"Nos explicaron que perdimos la casa y el negocio", dijo por teléfono a Efe Lorena Granados, una mujer salvadoreña quien junto a su esposo Gaspar Román, de origen chileno, se mudó a esta localidad turística para criar a sus hijos y dedicarse a la confección artesanal y venta de artículos de cuero.

La tragedia comenzó en la madrugada del 31 de diciembre cuando fueron alertados por una amiga de que ya había perdido su casa, lo que motivó a Granados y a Román a echar mano de varias mangueras para rociar agua alrededor de su negocio y a empacar lo que pudieron en su automóvil.

Hasta ese momento creían que las llamas que acechaban a Mogo, situada en la vasta área del sureste australiano cercada esta semana por los incendios forestales, no tocarían sus propiedades dado que había bomberos y aviones que luchaban contra los fuegos y además "había tres filas de casas antes de llegar a las tiendas", explicó Granados.

"Como a las siete de la mañana vimos que el fuego estaba demasiada cerca y empacamos cosas personales y llevamos a mi hijo (de 12 años) a 20 minutos del peligro y lo dejamos con una amiga", de acuerdo al relato de esta artesana que después regresó con su esposo a intentar salvar su tienda.

"A eso de las nueve de la mañana el fuego venía con una fuerza y viento era tremendo. Fue horroroso, como el fin del mundo... Llovía fuego, estaba como a tres edificios, era como un demonio... No había tiempo de nada, solo correr y no teníamos otra opción que salvarnos a nosotros", precisó.

La pareja, cuyas dos hijas mayores ya no viven en la casa familiar, sintió en un momento mucho temor por sus vidas dada la cercanía de estos fuegos, que esta semana han matado en la costa meridional del estado de Nueva Gales del Sur a unas siete personas y calcinado al menos 176 viviendas.

"Gaspar quería quedarse hasta el final. (Yo) no podía respirar, los ojos los tengo quemados, andan rojos. Sentía que no podía respirar ni ver, los ojos me ardían y corrimos y salimos minutos antes que nos llevara todo", recordó.

"Era tan fuerte el fuego y el viento encima de nuestro cuerpo que el instinto de uno es correr. No nos quedaba nada, había que correr para salvar la vida", dijo Granados, quien junto a su esposo invirtió todo lo que tenía en su tienda de cueros para la temporada de Navidad.

La pareja Román-Granados se encuentra a salvo y pudo reunirse con su hijo de 12 años por la noche, mientras sus hijas, una de ellas en Sidney, han comenzado una campaña de recolección de fondos por internet para ayudarlos a comenzar de nuevo.

Con solo algunas fotografías que pudo sacar de su casa y la experiencia acumulada durante 23 años dedicados a trabajar el cuero, Lorena Granados se enorgullece de que sus manos y el talento no se haya muerto y está dispuesta a comenzar de nuevo.

Mientras se aloja en un cuarto de hotel que le asignaron en el centro de evacuación y come pan con mantequilla y lo que pueda conseguir en un pueblo destruido, la pareja de latinos intenta contactar con el seguro para ver si puede comenzar de nuevo e intenta ayudar a sus vecinos a comunicarse con los suyos.

El pueblo pintoresco ya no lo es más, es "gris, no hay color, es doloroso, es pura ceniza y lo único que queda son algunas cosas que todavía se queman. En la carretera todavía se está quemando alrededor, hemos pedido dos escuelas, un club de bolos y casas,. El fuego ha brincado kilómetros", relata.

"Es como un escenario de guerra", apunta esta salvadoreña que huyó del conflicto interno de El Salvador cuando era niña.

EFE

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