Casanare busca cambiar hidrocarburos por turismo de naturaleza

En el departamento del Casanare está el Hato La Aurora, un amplio pedazo de tierra cuyos caños y espejos de agua son rebosantes de vida salvaje, puntales para fomentar el turismo de naturaleza y dejar atrás la dependencia de la industria del petróleo y del gas. 
 
En esas vastas llanuras situadas entre Hato Corozal y Paz de Ariporo abundan distintas especies de aves, pumas, venados, chigüiros, jaguares, pumas, zorros, caimanes, osos meleros y hormigueros, y la temible anaconda o güio que puede llegar a medir hasta nueve metros de largo, según los lugareños. 
 
Esa biodiversidad y los amaneceres anaranjados hacen parte del Safari Llanero, una iniciativa de las autoridades Casanare y los finqueros de la región por un turismo ecológico en el que la consigna es disfrutar y cuidar de la naturaleza para que las futuras generaciones puedan conocer también la paleta de colores que ofrece esta parte del este de Colombia. 
 
"Lo que busca el departamento es lograr impulsar el turismo de naturaleza para 'despetrolizar' la región y abrirles camino a nuevas formas de desarrollo basadas en lo autóctono", dice a EFE el gobernador de Casanare, Salomón Sanabria Chacón. 
 
El safari es una aventura turística, cultural y sostenible que incluye el avistamiento de especies silvestres en su hábitat y también permite disfrutar de la gastronomía de esta zona del país en la que se puede encontrar platos a base de carnes, frutas, verduras y arroz. 
 
Cambio de mentalidad 
 
Con una extensión de 44.640 kilómetros cuadrados, similar a la de Dinamarca o Estonia, y solo 450.000 habitantes, Casanare es el principal productor de arroz y proveedor de gas de Colombia, el segundo en producción de petróleo, el cuarto en cultivos de palma de aceite y el quinto en ganadería con un hato de dos millones de bovinos. 
 
"Sabemos que el petróleo y el gas se acabarán y por eso desde hace varios años las administraciones locales iniciaron el cambio hacia otras fuentes (de ingresos), y el turismo es una de ellas", dice Sanabria. 
 
A Casanare llegan visitantes de Estados Unidos y de varios países de Europa que constituyen más del 90 % de los turistas que visitan ese departamento. 
 
Sanabria celebra que se ha producido un cambio en el imaginario de los lugareños y los hacendados que han entendido la importancia que tienen las aves, el leopardo, el chigüiro -el roedor de mayor tamaño y peso del planeta, o el oso hormiguero, entre otras especies que antes solían cazar. 
 
"Ellos y los visitantes saben que no se puede cazar. Lo que sí está permitido es disfrutar del Llano observando la riqueza de flora y fauna", concluye. 
 
Para adentrarse en las inmensidades del Casanare, el viajero puede llegar a Yopal, la capital departamental, en vuelos comerciales. 
 
A partir de ese momento tiene a su disposición más de 150 fincas que ofrecen al turista una variedad de programas, como, por ejemplo, avistar aves o disfrutar de sus ríos y lagunas con el común denominador de "ver y escuchar" a la naturaleza. 
 
El jaguar, el rey de la selva colombiana 
 
El jaguar, el felino más grande de América y el tercero del mundo después del león y el tigre, libra en Colombia una batalla silenciosa para recuperar un hábitat que se le ha ido estrechando con la caza y la actividad humana. 
 
Este felino ha encontrado en Jorge Armando Barragán un "aliado" que lo protege como copropietario del Hato La Aurora, en donde se combina la ganadería con la conservación de la fauna y la flora. 
 
"La presencia del jaguar indica que el ecosistema es sano, que hay aguas", explica a EFE Barragán, que comenzó a estudiar a este animal hace más de 20 años. 
 
Desde 2009 el ganadero le ha hecho un seguimiento a través de cámaras trampa y, según su propio censo, en la región hay 66 de estos felinos, de los cuales entre 10 y 12 moran en su hato. 
 
"Lo importante es establecer una convivencia con el jaguar, que es la pieza más buscada por los visitantes para observarlas en su hábitat natural", asegura. 
 
Barragán está convencido de que todos los animales son un tesoro que valen más si están vivos porque "muertos nadie los quiere. Nosotros somos de los que creemos que convivir en paz con los animales es fundamental para nosotros y para el futuro de la humanidad". 

EFE

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