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Tragedia de Gaira: Laura Valentina, la ‘niña’ de la casa que soñaba con ser maestra de educación especial

Se cumple un mes del terrible suceso causado por Enrique Vives Caballero.

El callejón que queda en inmediaciones de la popular ‘vuelta del cauca’, en el sector de Gaira, luce aparentemente animado. Hay niños jugando, mujeres en ropa cómoda charlando y hasta un equipo de sonido.

Sin embargo, puertas adentro, en la casa de la familia De Lima- Ordoñez, se vive un verdadero duelo.

Allí vivía Laura Valentina de Lima Ordóñez, una de las seis jóvenes que perdieron la vida después de ser arrolladas hace exactamente un mes, por parte del empresario Enrique Vives, en un trágico accidente producido por la irresponsabilidad de manejar bajo los efectos del alcohol.

El equipo periodístico de Seguimiento.co tuvo la oportunidad de dialogar con ellos. Con los padres que hoy lloran la ausencia de su hija mayor, y los hermanos que tratan de seguir adelante con un vacío que parece nunca llenarse.

Laura tenía 19 años al momento en el que perdió la vida. Según los relatos de sus familiares era una fanática de la salsa romántica, de hecho, dicen que aún pueden verla cantando a todo pulmón en la sala de su casa.

Se encontraba adelantando sus estudios de bachillerato mientras que esperaba un día cumplir sus sueños: ser policía y profesora de educación especial.

Laura Valentina y su hermana Melani cuando eran niñas.

Y es que según relata su madre, Laura Valentina parecía un ‘imán’ para los niños. Le gustaban, los sabía tratar, y ellos la adoraban.

Su padre, Álex de Lima, sostiene que no era muy difícil que su hija cayera en gracia. Sus grandes ojos, su amplia sonrisa y su capacidad para relacionarse la hacían casi que popular.

Normalmente, ella acostumbraba a participar de reuniones en su callejón, hasta donde llegaban jóvenes del sector simplemente a charlar, a reír, como quienes viven el disfrute de una juventud sin prisas.

Sin embargo, poco se esperaba nadie que un 13 de septiembre el reloj dejaría de avanzar para Laura Valentina.

El inicio del fin

La joven murió en la madrugada del lunes 14 de septiembre. 12 horas antes, se encontraba durmiendo plácidamente. Era domingo y no había obligaciones.

Debido a esta situación, incluso ignoró la visita que le hizo Camila Romero, una de sus mejores amigas y que también resultó siendo una víctima mortal de la tragedia.

“Aquí llegó Camilita a buscarla, pero Laura estaba durmiendo y cuando le avisé me dijo que la excusara, que ella quería dormir más tiempo y que más tarde se comunicaría con su amiga", relata su madre.

Asimismo recuerda haberles dicho que por favor, no salieran ese día. Que el clima estaba lluvioso, que mejor se quedaran en casa.

Esta advertencia, sin embargo, quedó olvidada horas después, cuando alrededor de las 9:00 pm, Laura, en compañía de sus hermanos Melani y Jefrey, salieran rumbo a la plaza principal de Gaira, donde comerían pizza.

Una vez allí se encontró con Camila Romero, y decidieron ir juntas a la fiesta de cumpleaños de Bryan Áñez, quien fue el único sobreviviente de la tragedia.

El aviso

Los hermanos De Lima- Ordoñez se separaron. En estas circunstancias, no resulta desacertado pensar que fue una buena jugada de Dios o el destino, porque si no, probablemente, hoy esta familia estuviera lamentando la muerte de más hijos.

Pero más allá de vacilaciones sobre lo que pudo no haber pasado. Lo que sí fue real, son los momentos de angustia del padre de la joven, Álex de Lima, cuando uno de sus sobrinos llegó hasta su casa “casi queriendo partir la reja”, indicándole que “un tipo le había matado a su hija”.

Él pensó que se trataba de un homicidio. Iracundo, entre la incredulidad y el dolor, juraba que acabaría con la vida de “su asesino”.

Lo que no esperaba era un accidente. Al llegar a la dantesca escena sobre la vía Gaira, al primero que reconoció sin vida fue a su sobrino, Juan Diego Alzate.

Laura Valentina de Lima Ordóñez.

Metros después estaba su hija. Inerte. Irreconocible. Al lado su otro hijo Jefrey, que fue el primero en reconocerla.

Quiso saber de inmediato dónde estaba el responsable. “Entiendo tu dolor, pero ya el culpable está bajo custodia, ya lo capturamos”, le indicó un Policía que estaba tratando de poner orden entre llantos, lágrimas y la imprudencia de curiosos.

La madre de Laura ya había sido avisada, pero al igual que su otra hija Melanie, “no le dieron las piernas para ir”.

Y quizás mejor. Porque hoy dicen que sería aún más doloroso vivir con esas imágenes. Ya es suficiente con el vacío que sienten en la cama que compartían, con el dolor de escuchar las salsas que ya Laura Valentina no entona, o el silencio que prosigue cuando Jefrey hace el chiflido con el que la saludaba.

“Ya le dije a él que deje de chiflar, que no me haga esto, que no me la llame así porque ella ya no está”, apunta entre lágrimas su madre.

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