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Navarro entrando a los juzgados
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Hansel Vásquez

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La larga espera por la audiencia del 'Terror de la motocicleta roja'

Familiares de las víctimas de abuso sexual estuvieron afuera del juzgado de Soledad a la espera de que le dictaran medida de aseguramiento

"Silencioso" y "con cara de sicópata" describieron a Julio César Navarro González los familiares de las presuntas víctimas de violación y acceso carnal abusivo en menor de 14 años.

Los allegados ingresaron a la audiencia realizada en los Juzgados de Soledad, en la noche del pasado viernes cuando se le legalizó la captura, para no perder detalle de lo que la Fiscalía contó y a la espera de que el supuesto violador se le dictara medida de aseguramiento y fuera enviado a un centro carcelario.

El hombre de 27 años está vinculado a un proceso por acceso carnal abusivo en menor de 14 años, hecho que fue denunciado el pasado 18 de abril. Las autoridades señalaron que habrían otras seis mujeres abusadas, una de ellas menor de edad.

Los familiares de las víctimas hicieron su investigación al margen de la adelantada por las Fiscalía y la Policía. Averiguaron que Navarro había llegado de Venezuela hacía seis o siete meses, donde dejó una esposa y dos hijas; que estudió en un colegio de Soledad; que incluso conoce a personas de los barrios donde captaba a sus víctimas y hasta tendría fotos con ellos en redes sociales.

A la 1 en punto un grupo de cinco mujeres y un joven llegaron al juzgado, en la tarde de este sábado. Esa era la hora en la que supuestamente iba a iniciar la audiencia, pero fue posponiéndose. En ese tiempo que transcurrió el número de personas iba en aumento, hasta completar unas 14.

Aunque no quisieron dar un testimonio directo, iban comentando retazos del caso. Como que una de las presuntas víctimas del 'Terror de la moto roja' lo habría arañado mientras se defendía, marcas que efectivamente le encontraron a Navarro en uno de sus brazos y el cuello, o que tenía una cicatriz vieja de un mordisco que le propinó una de las mujeres abusadas.

Se acomodaron debajo de un almendro frondoso que amortiguaba los 35 grados centígrados que golpeaban a Soledad. En la esquina de la calle 20 con carrera 21 conversaban e incluso hacían bromas, para pasar el rato y de paso hacerle el quite al dolor.

A las 8 de la noche la audiencia no había comenzado, pero para los familiares de las víctimas era como si acabaran de llegar. Estaban a la espera de que Navarro no saliera libre y con la ilusión de que empezara a hacerse justicia.

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