Banderley Romero, Alexandra Vinchira, Arnaldo Molina, Olga Hernández, Dagoberto Alcalá y Jordainer Mendoza.
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Zona Cero

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De guerras de pandillas a fútbol bajo la lluvia: 5 testimonios para entender lo que está pasando en Barranquilla

La vieja y aberrante práctica de jóvenes barranquilleros de salir a pelear en cada aguacero se está atacando con otro duelo muy especial: anotando goles y demostrando valores.

Uno de los campos de batalla eran las calles de El Bosque. Tan pronto se avistaban los nubarrones, la pandilla ‘Los Mantenidos de la 51’ alistaba su proceder y cuando las gotas de lluvia tocaban suelo, la guerra con otros grupos del barrio no cesaba hasta que el agua fuera la que se rindiera. 

Así pasaron meses y años. El temor se fue apoderando de la gente que, a la par de la preparación del arsenal por parte de los “desadaptados”, se armaba de celulares y redes sociales para denunciar lo que sucedía en el frente de sus casas y reclamar a las autoridades por su ausencia y exigir la disolución de una costumbre que no respetaba truenos ni relámpagos. 

La última ola de estas peleas, que se presentaban en distintos sectores del sur de  Barranquilla, se dio desde el pasado mes de septiembre y se extendió hasta inicios de noviembre, cuando una imagen recorrió las redes sociales y llamó la atención de la ciudadanía al observar un cambio ejemplar de la práctica que los atemorizaba. 

Se trataba de un nutrido grupo de jóvenes de Carrizal que mientras llovía, en vez de enfrentarse a piedras y llevarse a su paso alimentadores de Transmetro y la integridad de peatones, se dieron cita en una cancha para canalizar sus energías por medio del fútbol y demostrarle a ‘La Arenosa’ que su talento está en el deporte y con oportunidades pueden estar lejos de los actos vandálicos que los han estigmatizado. 

Así lo entendieron las autoridades distritales y con un apoyo interinstitucional se dieron a la tarea de iniciar en 2012 un acompañamiento que poco a poco fue dando resultados y que, aunque ya había tenido eco, ganó protagonismo el mes pasado luego de la fotografía de los jóvenes batallando por el balón. 

Alexandra Vinchira, coordinadora de Prevención del delito del Distrito, explica que el trabajo hace parte de las acciones del Fondo de Seguridad que “como en todo el país, es el que se encarga de la inversión de seguridad en cada ciudad”, pero el de Barranquilla destaca por ser “uno de los pocos que se dedica al trabajo comunitario”. 

“Hay que tener en cuenta que todo este trabajo debe tener dispositivos cotidianos. Todo lo que es la cultura ciudadana influye en el tema de la seguridad y la convivencia, todo tiene que ver con la cohesión social en las comunidades y la misma participación de estas”, estableció Vinchira. 

Por ello explicó que “este equipo no solo se dedica a la prevención en temas sociales -que es el tema con los chicos- sino también prevención comunitaria que es todo el tema que hacemos con líderes, con juntas de acción comunal, y la prevención situacional que es todo el mejoramiento   de la infraestructura urbana porque eso evita  la comisión de delitos. Cuando  una ciudad no tiene un espacio público adecuado, pude conllevar al delito”. 

Según Vinchira, en medio de todo el esquema “el programa más importante es el de la atención a la  conflictividad juvenil, porque además de ser un tema importante, es un tema que lleva muchos años, se ha convertido en un sello de la ciudad y la idea es mostrar a los chicos desde otra perspectiva” con estas acciones. 

“Con el tema de las pandillas también dimos un salto conceptual. Ya no estamos hablando de pandillas porque no todos los que generan conflictividad se denominan pandilleros. El tema es que se ha satanizado al barrio barranquillero, al barrio del sur que tiene unos rasgos estéticos específicos en el que los chicos se visten de tal manera. Eso también es parte de la política con los muchachos, mostrarle a la ciudad que se hacen cosas buenas desde  esa cultura de barrio, de esa cultura juvenil”, acotó la coordinadora de Prevención del Fondo de Seguridad.

De esta forma manifestó Alexandra Vinchira que “hay mucho liderazgo”. “Eso de convocar a 200 pelaos en un esquina bajo la lluvia, eso yo creo que no lo hace casi nadie, uno se da cuenta que hay una fuerza social impresionante. Entonces lo que hacemos es tomar eso, ser conscientes de ese poder y  transformar los liderazgos en liderazgos positivos”. 

Y añadió: “no se trata de disolver grupos, no se trata de esconder a los pelaos, no se trata de encerrarlos en la casa, sino que todo el poder que tienen como grupo juvenil lo transformen en positivo. Eso es Fútbol con valores, es un paquete completo de atención psicosocial, el tema de la resolución de conflicto es fundamental  y es poner en escena todas esas habilidades que los ayudamos a descubrir. Ya tenemos un chico en en el Barranquilla FC, otros trabajando, otros estudiando y haciendo otras cosas”, aseveró Vinchira. 

Pero llegar hasta este punto no ha sido una tarea fácil. Arnaldo Molina, Banderley Romero, Jordainer Mendoza, Olga Hernández y Dagoberto Alcalá han sido testigos de ello y por tal razón le contaron a Zona Cero cómo ha sido el proceso de reivindicarse con una sociedad que les pedía mostrar el lado ‘chevere’ que caracteriza al barranquillero y sacar a flote su cara amable, al tiempo que potencializan sus valores y  sacan provecho de oportunidades de estudio y superación.

El testimonio de Arnaldo: “Nuestra guerra empezó por una mujer”

Arnaldo Molina tiene 26 años y es uno de los líderes de ‘Los Mantenidos de la 51’. Para él, ser llamado pandillero no es un problema si se tiene en cuenta que el término pandilla hace referencia a un grupo de amigos que acostumbran a compartir en un espacio determinado y juntos defienden sus intereses. Desde su punto de vista el meollo del asunto ha estado en la cosmovisión de quienes han condenado la palabra pandillero y por ello se dio a la tarea de unirse a la iniciativa del Distrito para demostrar que esa misma pandilla puede ser ejemplar, a pesar de los errores cometidos.

Actualmente, Arnaldo es mediador del programa y quiere que como él, más jóvenes se sigan vinculando a los esfuerzos de la Alcaldía.

“Desde que llegó el programa me gustó la metodología de inculcar valores a través de lo que le gusta al barranquillero que es el fútbol; nosotros si no jugamos fútbol, vemos fútbol o nos reunimos en una esquina a hablar de fútbol, llegó esta metódica y el sistema del mediador que es un guía, alguien que aprende y después dicta lo que aprendió, me gustó y quise ser mediador; hablé con los compañeros y como en cada grupo tenía que haber un líder, yo me anoté en el mío”, aseguró. 

Sobre cómo salían a enfrentarse bajo la lluvia, contó Arnaldo que todo empezó por una mujer. 

“Divide El Bosque en dos, entonces todos los de este lado pelean contra todos los del otro. Si ven a dos tirando piedra iba llegando el otro y se dicen “pilas que allá están peleando” y cuando íbamos a ver eran 100 contra 100. Todo empieza en el primer lugar donde te encuentres. Nosotros para esos tiempos nos encontrábamos en El Mariano, en  toda la 14 con 58 y 60. La primera vez nos los encontramos ahí, ellos venían bajando y nosotros subiendo, se formó lo que se formó, y al siguiente aguacero ya nosotros sabíamos y ese era el lugar de encuentro pactado. Y así ha sido desde hace tiempo hasta hoy en día”, relató. 

Entre risas explicó Arnaldo que “los motivos de nosotros empezaron por una mujer”.

“Lo que empezó entre dos, mira en todo lo que se convirtió. Si tú eres del grupo aquel, entonces él me las debe y yo voy con tres mas y las cobro. La pelea venía desde el 2010, siempre nos reunimos como reunirnos a jugar un partido en un campo, todos contra todos. Después, cuando llegó el programa se fueron bajando los niveles, nos gustó y entonces ya después uno no salía a bañarse o tirar piedra sino a jugar fútbol entre nosotros”,  contó el joven que sueña en convertirse en profesional en Salud Ocupacional.

Al preguntarle a Arnaldo sobre la ola de violencia de los últimos meses, consideró que se trata de “personas que en el momento no estaban en le proceso”. 

“Venían de afuera, estaban retirados, estaban en Venezuela, entonces como no saben nada del programa y seguían con la idea que es pelea, se encontraban a los otros y los correteaban. A veces por algo tan simple, me miró feo, pasé por la calle de él y me tiró a azarar.  Entonces cuando yo lo veo por mi calle le digo: "ahora por qué no me azaras por acá” y ahí se forma, ahí nos matamos”. 

Arnaldo cuenta que se vinculó al programa en 2012. “La experiencia para mí ha sido inolvidable, muy bonita he aprendido cosas que no sabia que iba a aprender”. 

“Lo primero que aprendí fue a tener paciencia porque las cosas no son de la noche a la mañana, todo lleva su tiempo y eso fue lo primero que aprendí. Después fue darme cuenta que uno no quiere las cosas malas para la gente de uno. Ya yo veía que llegó un momento que ya no podíamos salir del pedazo, eso era problema para allá o problema para acá, entonces lo que hicimos fue empezar a arreglar cada problema, porque hay unos fáciles de arreglar y otros difíciles, empezamos por los mas pequeños y ahí fuimos eliminando barreras, lineas imaginarias a través del fútbol. Nos vamos a jugar porque las calenturas uno las vive es en el fútbol, dentro de la cancha nos damos duro, es como decir “hago esto porque ya que no te puedo pegar”, luego se acaba el partido y nos vamos abrazados como amigos normales”, expresó.

Banderley recorrió todas las pandillas e identificó que el problema es “falta de oportunidades”

A sus 23 años, Banderley Romero Deulofeth relata que ha paseado por todas las pandillas de El Bosque y asegura que el “gran problema” en cada una es la “falta de oportunidades”, por lo que no duda en agradecer la oferta institucional que el Distrito les puso a su disposición.

“Antes de que el programa iniciara yo me ponía a pensar qué podía pasar si alguien llegara con propuestas para acercarse a estos jóvenes y que fuera algo divertido. Yo conviví y anduve con la mayoría de las pandillas, me daba cuenta de las razones de cada uno y lo que logré entender es que más de uno lo hacía por falta de oportunidades, por tiempos libres que querían ocuparlo en algo que realmente sirviera”, subrayó este joven que sueña con estudiar periodismo. 

Para Banderley “de pronto hay familias de escasos recursos que no tienen facilidad de mantenerlos estudiando y al ver que no hacen nada, ni trabajan ni estudian, tienen la oportunidad de salir a pelear por cosas tan sencillas como las montadas de rostro”. 

“Vienen de otro parche a montarte rostro en tu propio parche, eso es como una ofensa. Es como si llega alguien a tu casa a darte órdenes ¿no te va a dar rabia? acá sucede lo mismo, uno no se deja mangonear del que viene de otro sector porque nunca falta el que se quiere lucir”, expresó. 

Romero Deulofeth también ingresó al programa en el año 2012 y en 2015 el Distrito lo vinculó como mediador de manera oficial. 

“Yo trabajé independiente desde 2012 hasta el 2015 sin recibir un sueldo. Trabajé de sapo, pero veía la problemática de los jóvenes y realmente sabía lo que ellos estaban atravesando. Nunca trabajé por un sueldo porque lo hacía por voluntad, sin ánimo de lucro porque ese es el verdadero trabajo. Ahora empecé con el Fondo de Seguridad y sí, me están dando un incentivo el cual es grande porque de no hacer nada a contar así sea con mil pesos en el mes es algo. Es una gratitud porque es algo que te gusta hacer y va de la mano con una ayuda económica y actualmente no estoy estudiando, pero estoy esperando la oportunidad para estudiar periodismo”, comentó. 

Ante ese sueño, su compañero Arnaldo aseguró que “uno muchas veces no sabe a qué se va a dedicar o qué cosas le gusta. Muchos en este programa hemos descubierto lo que nos apasiona. Él quiere periodismo, yo quiero hacer salud ocupacional, hay amigos que les gusta el deporte y lo quieren hacer profesional y tengo un amigo que es muy chistoso, le gusta echar chiste y eso puede ser un a profesión”. 

Con ello coincidió Banderley que expresó que “hay muchos jóvenes con bastante talento frustrado por falta de oportunidades, pero afortunadamente llegó el programa, extendió la mano, llegó con la estrategia de  futbolísticamente de hacer las pases” y ha funcionado. 

“De nada nos vale hacer brillar a la ciudad poniéndola bonita si el que viene de afuera no lo disfruta porque los que viven adentro no lo permiten. Son cosas que uno tiene que agradecerle al programa porque vinieron con buenas obras” para el sur de la ciudad, dijo. 

En las Gardenias: “Todo empezó con guerra de bolsitas de agua”, después “hasta excremento”

La historia que tiene para contar Jordainer Mendoza, de 17 años, pareciera enmarcarse en un 20 de enero, esa fecha en que cientos de jóvenes en la Costa Caribe salen a las calles a arrojarse agua y hacer “guerras amistosas” con bolsitas llenas de este líquido. Sin embargo, todo se extralimitó en este conjunto residencial de la localidad Metropolitana cuando “un ardido” le agregó arena al agua, piedras y hasta materia fecal. 

“Todo empezó fue por las bolsitas de agua. Las Gardenias se divide en conjuntos del 3 al 12, nosotros (los del conjunto 8) peleamos es con los del 11. Salimos a tirar bolsitas de agua como pelao. La guerra empezó porque en todo grupo hay un ardido, le tiraron una bolsita de agua en el ojo a uno y comenzó la tiradera de piedra, y los de acá no se dejaban corretear”, explicó.

Jordainer lamentó que luego le echaran “arena o piedresitas”. “No falta el vivo que le mete una piedra para ‘cascar’ (pegar) más duro. Abrían las alcantarillas, sacaban un balde, llenaban las bolsas con ese agua o excremento. Después cuando estaba lloviendo se volaban la rejilla y comenzaban a darse piedra. A veces llegaba la Policía y uno tenía que correr”. 

Con el paso del tiempo, cayó en cuenta de los errores que estaba cometiendo, escuchó la propuesta de jugar fútbol e invitó a varios como él a formar su equipo. 

En total, hoy día en Las Gardenias hay hasta 18 equipos, unidos alrededor del balompié, el deporte que -aseguran- les apasiona a jóvenes y mayores, a hombres y mujeres, hecho que lo evidencia Olga Hernández con su ejemplo. 

Olga no es de las pandillas, pero saber que jugarían fútbol la llevó a vincularse

“Yo  no era de las que salía a tirar agua. Me vinculé porque me gustó desde el momento en que nos dijeron que iba a haber fútbol. Enseguida me emocioné”, comentó Olga, considerada por los miembros del programa como ‘La comunicadora’, por llevar a sus amigos las informaciones clave para que no se desmotiven ni se alejen. Vive en el conjunto número 3 y tiene 15 años.

Sobre el papel que está cumpliendo, asegura Olga Hernández que sus amigos “sí tiran piedra y también pelearon con los del 11”. 

“Esas peleas suceden porque siempre está el que es más rebelde que el otro”, precisó.

Olga  identificó ese aspecto y de allí nació su interés por contribuir en la búsqueda de un mejor futuro para los jóvenes del conjunto, a pesar de su corta edad, pero dándole el crédito a sus habilidades comunicativas. 

“Les dije: es hora de cambiar, es hora de seguir pa’ lante y desde ahí he comenzado y me ha gustado. He llevado a otros jóvenes que ahora están estudiando, están pilosos, muy pilosos”, afirmó. 

Considera esta quinceañera que “las familias deben estar orgullosas porque ellos antes no le paraban bolas a nada, yo los correteaba, pero ahora les digo “vamos a jugar” y todos nos vamos”. 

El ‘picotero’ de la ‘Y de los negros’ que ahora es mano derecha de la Alcaldía

Dagoberto Alacalá Miranda es hoy por hoy uno de los coordinadores del programa. Tiene 35 años y, sin pensarlo, una de sus actividades preferidas, la de organizar bailes, se convirtió un punto negro que conducía a los ‘tropeles’. 

Él vive en la esquina del problema, conocida por los habitantes del barrio como ‘la frontera’ o la ‘Y de los negros’, lugar donde se daban cita todas las pandillas. Inconscientemente siendo picotero gestó el espacio para peleas, disturbios y nichos del conflicto. 

“Yo organizaba bailes, era picotero. Los picós en la cultura barranquillera son los que atraen a los jóvenes, yo hacía un baile, me llevaba 1.000 pelaos y todos pa’ adentro. ¿Qué pasa? Allá adentro se conoce de todo: lo bueno, lo malo y lo que no tiene que conocerse. Los de la problemática de las peñoneras bajo la lluvia se encontraban en la frontera. Yo estoy en la entrada y como no sabía quién va llegando, quién es quién, ni cuales son los problemas sino que se encontraban adentro, ahí salían los problemas y de ahí vi que se formaban: apuñalados, botellazos, partidos de cabeza”.

Cuenta Dagoberto que “una vez llegó el programa en el periodo pasado, en la vieja administración (de la alcaldesa Elsa Noguera) a pedirme el favor que le prestara el local para hacer un programa que venía llegando, para reunir a los jóvenes y terminó siendo el programa ‘Va Jugando’”

De esta manera, Alcalá Miranda se fue uniendo a las acciones por el bienestar de El Bosque. 

“Comencé de esa manera, primero prestando el local, después a los 8 meses ayudando, colaborando, viendo, se acercaron a mí y me dieron la oportunidad de trabajar con los jóvenes. Me tocaba dejar lo que estaba haciendo ya que veían que parte de la problemática de las fronteras imaginarias era mi casa. Me tocó pasarme para este lado, me gustó la metódica que es fútbol con valores, reunir a los jóvenes hablarles de charlas de drogadicción, acercarnos a personas que no habían estudiado, entrar al sena, darles talleres de carpintería, herrería, pintura, tatuajes, cortes urbanos. Acepté trabajar con ellos, hoy en día soy mediador y coordino el suroccidente completo con 28 grupos como tal”. 

Dagoberto hizo énfasis en la importancia de que el programa sea integral, transversal e inclusivo. 

“No solamente tenemos jóvenes en conflictividad sino toda la comunidad, porque no es que solo si eres pandillero vas a entrar al programa. Entonces ¿qué pasaba con los chicos que no tenían problemas? Decían: “entonces me va tocar portarme mal para que me puedan dar trabajo, estudio, pertenecer a un grupo de futbol”. Fue ahí que optamos por ampliar todo a jóvenes de la comunidad de 13 a 25 años, incluso si tenían más edad los aceptábamos porque eran líderes de los jóvenes y los seguían. Empezamos con un fútbol de valores, donde no interesan los goles sino los valores. En el futbol normal tú me ganas con tres puntos, acá tu podías ganar 15-0 que no importaba, sino los valores”, narró.

Banderley Romero, Alexandra Vinchira, Arnaldo Molina, Olga Hernández, Dagoberto Alcalá y Jordainer Mendoza..

Deseosos de más atención: 3 propuestas para fortalecer las acciones

Reconociendo los beneficios que han recibido, Arnaldo, Banderley, Jordainer, Olga y Dagoberto plantean 3 propuestas que pueden ayudar a fortalecer el programa y evitar que en la próxima temporada de lluvias se eleven estos eventos de conflictividad entre pandillas. 

Arnaldo pide al Distrito que a los jóvenes que hacen parte del proyecto les den conferencias en las cuales se muestren historias similares de superación personal.

“A mí me gustaría más que los jóvenes asistieran a conferencias donde se habla de lo que están viviendo otras personas, que aprendan que no solo ellos lo están viviendo, que den testimonios de vida. Una vez invitaron gente de África, de Argentina, de Ecuador, vino Santiago Cruz. Eso a muchos de nosotros nos impactó porque nosotros creemos que somos los únicos que nos pasan las cosas, pero también hay gente que se supera. No hay nada mejor que contar lo que uno vivió, ser un guía y teniendo en cuenta que cuando uno pretende  superarse no solo es fuerza de voluntad sino encontrar la manera de cómo hacerlo, porque a veces yo quiero, pero no se cómo”, aseguró Arnaldo Molina. 

Y agregó Banderley: “hay muchos jóvenes que son mente débil, están buscando apoyo y el apoyo que encuentran es el del mal que les dice “vamos a tirar piedra, acaso tú eres bobo”, pero si hay alguien  ahí que te ánima, todo cambia. No vamos a decir que son 100, pero con 50 que se reúnan es ganancia. Yo he visto que del 100 % de la conflictividad, el  70% se ha regenerado. El 30% son grupos que han nacido nuevos”. 

Lo importante -destaca-  es que “en El Bosque ya no se ve esa conflictividad”.

“Todos los días había pelea, no habiendo aguacero. Tú estabas sentado en la puerta de tú casa y de repente tenías que meter la silla porque venía la peñonera. Ya eso no se ve en El Bosque. Simplemente se ven los conflictos en el aguacero y eso es porque hay puntos de encuentro, por ejemplo el boulevard de San martín o de la parte de atrás de la cárcel, que son los puntos imaginarios”, precisó.

En Las Gardenias la petición es que la Policía esté más atenta y refuerce las acciones cuando llueve. 

La Policía “a veces llega tarde, siempre llega después de tiempo, pero como ya se dan cuenta que siempre que hay lluvia se arman peleas hacen presencia para que ya no haya mas conflicto. Uno los ve, se da cuenta y dice: ya no vamos a pelear porque está la Policía y uno se devuelve”, dijo Jordainer. 

Sobre este punto, Banderley -de El Bosque- asegura que lo que pasa con la Policía “es que ellos calculan media hora o una hora después que se ha aplacado la pelea para no hacer nada, para ellos llegar como artistas. Es bueno que los reúnan y les digan que estén en el momento necesario y no esperar ese tiempo”.

Sobre lo que viene, desde su posición como coordinador, Dagoberto señaló que desea un picó que sea resistente a la lluvia y pueda usarse para bien. 

“Estamos pensando en hacer bailes con ellos, bingos, ponerles la música. Estamos pensando hacerles un picó turbo y traer DJs en horas de aguacero porque la música los atrae, estamos en esa metódica, hay que hacer un picó que aguante agua”, puntualizó.

Finalmente, aseguró Alexandra Vinchira, la coordinadora de Prevención del delito del Distrito, que las tres propuestas serán fortalecidas y que ya se han venido robusteciendo con el apoyo de varias instituciones. 

“La atención a la conflictividad empezó hace 4 años con toda la política de seguridad y convivencia, nosotros lo continuamos porque lo que antes era una iniciativa hoy está institucionalizado. Queremos enviar y reforzar el mensaje de que esta estrategia no se acabó ni se suspendió. Por el contrario, pasó de una iniciativa de la Administración a una política pública de atención a la conflictividad  que se puede ver en el Plan de Desarrollo Capital de Vida”.