Carlos Peláez Pérez, emprendedor barranquillero. Al fondo sus papás Alfonso Peláez y Mary Pérez.
Carlos Peláez Pérez, emprendedor barranquillero. Al fondo sus papás Alfonso Peláez y Mary Pérez.
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Cristian Mercado

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“Mis papás fueron ejemplo para hacer empresa a pulso”: Carlos Peláez

Este emprendedor barranquillero, que comenzó hace 18 años con una tienda de ropa en el Centro, hoy tiene 26 almacenes y 150 empleados.

Don Alfonso Peláez y su esposa Mary Pérez criaron y educaron a sus hijos, Carlos y David, con la venta de ropa que ambos cortaban y cosían y que luego vendían en Guacamayal y Sevilla, en la Zona Bananera.

Cuando los dos regresaban al barrio San Roque, la primera casa que tuvieron cuando decidieron venirse a vivir a Barranquilla desde Cartago, Valle del Cauca, ‘Cambalache’, como era conocido Peláez, llenaba su carro de frutas con las que surtía negocios como los desaparecidos Supermercados Robertico, de don Roberto Esper.

Allí nació una de las amistades más valiosas para don Alfonso porque fue precisamente Esper (fallecido), el que le prestó la cuota inicial para comprar la casa que le aprobó el entonces Instituto de Crédito Territorial en el barrio El Silencio.

Yo me siento orgulloso de que mi papá recorría las calles en su carro de mula para empezar a construir empresa a pulso, siempre de la mano de mi mamá”, recuerda hoy el emprendedor barranquillero Carlos Peláez Pérez, quien decidió dejar a un lado su exitosa carrera en el periodismo para seguir el camino que le enseñaron sus papás.

Cuando don Alfonso murió hace 25 años, doña Mary asumió las riendas del negocio que Carlos se propuso continuar desde hace 18 años con la marca Voltaje.

Un día cualquiera me levanté y me dije: ya no voy a trabajar más en el diario La Libertad, y me voy a dedicar a lo que estoy sembrando”, dice, refiriéndose a su primera tienda en el centro comercial Colombia en el Paseo Bolívar.

En este comienzo recibió el apoyo de Ramiro Zuluaga y Guillermo Gómez, dos empresarios paisas que lideraron el proceso de reactivación del Centro de Barranquilla.

Don Ramiro no me cobró arriendo durante un año en un local pequeño en el que mi único empleado era Jair Jiménez”, recuerda.

Así nació la línea masculina de ropa que hoy tiene 26 almacenes (15 para adultos y 11 y para niños) que generan 150 empleos, además de varias maquilas que trabajan para su marca.

Los primeros años le compraba la mercancía a varios proveedores, poco a poco comenzó a producir su propia ropa hasta tener su planta de confección que fue ampliando en un edificio del Paseo Bolívar.

Carlos dice que vive orgulloso no solo de haber nacido en una ciudad como Barranquilla, sino de que la mayoría de sus colaboradores son de esta ciudad y de Municipios vecinos como Soledad, Galapa y Santo Tomás, por ejemplo.

En los 900 metros que ocupan el área administrativa y de producción se respira un ambiente de camaradería porque como él mismo lo asegura, la prioridad es que sus colaboradores estén satisfechos con lo que hacen y que se sientan en un bien ambiente laboral.

Carlos Peláez en el área de producción de Voltaje, marca de ropa barranquillera.

Por ejemplo, confiesa que la hora del almuerzo, que lo reconoce la empresa, es un compartir entre compañeros. "Me emociona cuando uno de ellos se me acerca para decirme que le autorizaron un crédito para su proyecto de vivienda. El promedio de edad es de 30 años y casi todos ya son propietarios o futuros propietarios, en buena parte por los subsidios que entrega el Gobierno Nacional”, confiesa.

Por eso a muchos de sus empleados los incentiva para que cada día sean mejores empleados y mejores personas. “Yo les digo: si tú eres un mal hijo, jamás te irá bien en la vida. Tienes que formar un hogar siendo un buen esposo, un buen padre y un buen hijo. O si no nunca recibirás bendiciones”, asegura sentado en su sala de juntas con el fondo de una fotografía de doña Mary Pérez de Peláez.

“De ella, he seguido con esas obras sociales que apoyaba, entonces cuando falleció, junto a mi hermano David, que además es mi socio en Voltaje Kids, y asumimos ese legado. Mi madre tenía un carácter templado, pero era supremamente generosa”, añade.

Como parte de su modelo de negocios ofrece el formato que ellos denominan ‘Pronta moda’ que cada jueves surte con 600 prendas nuevas todos los almacenes. “Todas las vitrinas se cambian todos los viernes”, dice.

Reconoce que además de aportarle a la Barranquilla como empresa, otro de los factores positivos es conocer las historias de vida que hay detrás de cada uno de sus empleados.

Aquí hay gente luchadora, trabajadora, creativa, alegre. Esos son ingredientes perfectos para sobresalir en cualquier parte del planeta”, sostiene.

Para Peláez, fue precisamente ese trabajo en equipo el que logró sacar adelante a su empresa durante la pandemia de Covid-19.

Arropamos a todos los empleados, algunos trabajaban desde sus casas y otros nos turnábamos para producir y enviar a domicilio, pero nunca dejamos de pagarles sus salarios. Así la pandemia nos fortaleció, terminamos con muchas deudas, pero salimos a flote”.

Carlos dice que siempre le ha gustado trabajar con gente transparente y en la que se pueda confiar.

Por eso de su equipo hacen parte viejos compañeros del diario La Libertad como Edwin Palacio, que es el jefe de personal de la empresa, y Lorena Echeverría, pero también, amigos de su cuadra del barrio El Silencio, carrera 26C5 con calle 73, donde creció.

Para Peláez, la clave para salir adelante como emprendedor es la mezcla de disciplina, de ganas y de amar lo que se hace, sin dejar a un lado el factor humano.

Por eso en cinco años se propone que su marca esté presente en toda la Costa, acaba de abrir la primera tienda en el centro comercial San Fernando de Cartagena, y a largo plazo, traspasar las fronteras de Colombia.

De la actual coyuntura económica asegura que hay que esperar estos primeros meses sin perder la esperanza de que el panorama cambie para beneficio de todos los colombianos.

El gran problema lo tenemos con la empresa Air-e. Va a llegar el día que la energía se volverá impagable con esas tarifas tan exageradas”, afirma.

Sin embargo, reitera lo orgulloso que haber nacido en “el mejor rincón del planeta”, la ciudad que a diario ve desde el piso 13 de su oficina en el centro.

Desde aquí veo el río, Barranquilla está creciendo a pasos agigantados, por eso contribuimos todos los días generando empleo y haciendo empresa. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?”, afirma, sin dejar de mirar el horizonte.

 

 

 

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