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La Fe: ¿Principio motivador o dogma exclusivo de cristianos?

Análisis y crónica.

Por Alfonso Ricaurte Miranda

“Soy un defensor a ultranza de que la Fe, es el principio motivador más poderoso para convencernos de que podemos conseguir, no sólo todo lo digno que nos propongamos, sino también el bienestar de nuestra existencia”.

Cuando se busca la definición sobre qué es la Fe, se encuentran muchas de distintas doctrinas y corrientes pero que coinciden en que la Fe “es la creencia en algo sin la necesidad de que ese algo haya sido confirmado por la experiencia o la razón y mucho menos demostrado por la ciencia”.

Hay además otra coincidencia muy marcada entre estas doctrinas y corrientes, religiosas e incluso científica, al definirla también como la energía, seguridad o confianza que motiva a una persona para alcanzar metas dignas.

Ahondar un poco en este tema es descartar que la Fe, si bien es un dogma de los cristianos, no es una creencia exclusiva de ellos, por cuanto aunque no seas cristiano puedes creer en la fe como un principio motivador  en tu vida y en el logro de tus objetivos.

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El apóstol Pablo la define de manera sencilla y sin etiquetas en ( Hebreos 11:1 ). ...”La fe es un principio de acción y de poder. Cuando nos esforzamos por alcanzar una meta digna, estamos ejerciendo la fe, porque demostramos nuestra esperanza en algo que aún no podemos ver”.

Esto da pie para pensar que si vemos la Fe como un elemento de motivación con probados resultados positivos, podemos considerar  que la Fe es un hecho real, porque aunque intangible, contamos con ella para la consecución de objetivos.

Además de ser un convencimiento personal, me apoyo para afirmarlo en esta crónica, en escritos del científico Catalán Richard Ruiz de Querol, quien sostiene que “Si la fe, en lo que sea, existe, es que forma parte de la realidad y por lo tanto. La existencia de la fe es una certeza”.

Apoya su apreciación en el hecho de que muchos científicos manifiestan su Fe en la ciencia y en la tecnología, lo cual no deja de ser también un acto de fe.

El cristianismo es quizás la corriente religiosa que promueve con más vehemencia la fe como un dogma exclusivo de su iglesia, cimentando en ella la creencia en la revelación de Dios.

Según el blog Significados, en el cristianismo la fe es la principal de las tres virtudes teologales y es por medio de la fe, que la persona logra creer en la verdad revelada, esto es, en Jesús como el Mesías, Hijo de Dios.

La iglesia Católica comienza a trasmitir o inculcar esta verdad revelada en los niños desde los nueve o diez años de edad con la ceremonia de la Primera Comunión.

En este acto el niño y la niña participan por primera vez en el Sacramento de la Eucaristía, recibiendo la Comunión y es a su vez el salvo conducto celestial para entrar a formar parte de esa comunidad de la fe.

Pero formar parte de esa comunidad es un derecho que hay que ganarse y para ellos los niños y niñas tienen que prepararse durante un periodo que en España es de dos años en los que una vez a la semana, reciben el curso de Catequesis, donde se imparten todos los conocimientos con respecto a los aspectos en que la iglesia Católica fundamenta la Fe.

Si se lo quiere explicar a su hijo o hija de una manera más motivante y  amena, póngalo a leer el cuento que sigue a continuación; o a escucharlo si lo prefiere.

La comunidad de la Fe 

En algún lugar del universo, entre la imaginación y la realidad, más allá de lo tangible e intangible y sobre una montaña tan alta, tan alta que tocaba el cielo, estaba la Comunidad de la Fe.

Una fortaleza inexpugnable contra todos los males del mundo, un paraíso de dogmas que hace a sus residentes invulnerables contra todas las tentaciones de los enemigos.

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Durante siglos todos los años, una legión de niños de todo el mundo se prepara para ser aceptados como miembros de esa comunidad.

Pero la conquista de ese objetivo no es fácil. Un monstruo de mil pecados ha infestado el único camino por el que se llega a la comunidad de la Fe, con trampas llenas de tentaciones de todo tipo para hacerlos indignos de pertenecer a esa comunidad.

Para el año que nos ocupa en esta historia, la legión de niños estaba liderada por Cristina, una locuaz, inteligente y pizpireta niña, quien se había estudiado a pie juntillas, los diez antídotos para vencer los pecados de aquel malvado monstruo de infinidad de tentaciones.

Pero de verdad que no era nada fácil, porque cuando aún no habían recorrido la cuarta parte del camino, ya habían utilizado casi la totalidad de los antídotos y Cristina temía que los que le quedaban, no le alcanzasen para el largo tramo que aún les faltaba por recorrer.

Una noche, de las muchas que vivieron durante la larga avanzada hacia su objetivo, Cristina meditaba sobre qué hacer si se quedase sin antídotos. Le preocupaba terminar sin éxito la misión que lideraba y le entristecía la desilusión que eso ocasionaría en los integrantes de la legión a su cargo.

Después de varias horas de meditación en las que buscó y buscó una alternativa a la que recurrir, que no encontró, lloró y lloró desconsoladamente al contemplar la posibilidad de abandonar la misión.

Fue entonces cuando una presencia diáfana iluminó la habitación y aunque se sobresaltó con ella, se sorprendió de que esa aparición incorpórea, lejos de asustarle, le inspiraba una gran paz, una gran protección y una gran confianza en sí misma, sensaciones que sólo experimentaba cuando estaba en presencia de sus seres más queridos y quiso saber entonces, a quien de ellos pertenecía aquella imagen.

En los primeros que pensó fue en su padre, o en los Yayos, pero los descartó porque la imagen no tenía tanta tripa. ¿Será mamá o alguna de las yayas, se preguntó?   Pero también las descartó porque no había visto que la imagen se rascara la cabeza, se riera a carcajadas o la mimara, señales características de su madre y abuelas.

A Mario, su hermano, no lo incluyó en sus posibilidades porque a este lo veía dormido en la cama al lado de la suya, por lo que se le ocurrió que podría ser su Tío Alfonso, aunque al mismo tiempo no apostaba por esta probabilidad, porque lo más seguro es que éste, estuviera en otra parte escribiendo una de sus historias.

Al descartar tantas posibilidades decidió agudizar aún más sus sentidos para identificar a quien pertenecía esa presencia y fue entonces cuando descubrió que ésta no permanecía de pie ante su cama, sino que flotaba en su habitación y que no era un cuerpo de hombre ni de mujer y su voz, aunque le escuchaba con nitidez todos los consejos que le daba, no era ni femenina ni masculina.

No revelaré en este relato el misterio que rodea la identidad de la presencia que esa noche visitó a Cristina, así como tampoco desvelaré los detalles de los consejos que recibió, pero lo que si les confirmaré es que una legión de niños, coronados por halo de inocencia y liderados por Cristina, comulgó por primera vez, confirmando que eran dignos para formar parte de la Comunidad de la Fe.

 


Alfon.ricaurte@gmail.com

Hasta una nueva entrega, que a partir de hoy, se publicaran el primero y último viernes de cada mes.

 

 

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