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El defensor del pueblo, Jorge Armando Otálora, mandaba imágenes obscenas a sus empleados.
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Defensoría del Pueblo y Semana

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Jorge Armando Otálora: ¿de Defensor a 'acosador' del pueblo?

Una columna del periodista Daniel Coronell pone en evidencia los mensajes y fotos obscenas que enviaba a una de sus empleadas.

Desde mensajes sexuales hasta llamadas obscenas, pasando por fotografías puramente pornográficas, todos estos son los martirios que habría tenido que pasar la abogada Astrid Helena Cristancho, secretaria privada del Defensor del pueblo, Jorge Armando Otalora, mientras trabajaba para él.

Su historia ya había salido a la superficie en noviembre del año pasado, cuando renunció a su trabajo tras aguantar dos años y cuatro meses de acoso laboral. Astrid Helena, quien fue señorita Cundinamarca, se cansó de aguantar el abuso de poder de Otálora y, con una carta, dio a conocer todo el abuso del que estaba siendo objeto o, más bien, parte de él.

Los columnistas Daniel Coronell y Juan Diego Restrepo pusieron en relieve la situación, Otálora gritaba, insultaba y apabullaba a cuanta persona estuviera bajo su cargo. El funcionario que, en teoría, estaría encargado de defender los derechos humanos de todos los colombianos, no era otra cosa que un abusador en toda regla.

Sin embargo, la parte de la historia que faltaba por salir a la luz fue traída a la superficie por Daniel Coronell en una de sus columnas de opinión el pasado 23 de enero. La cara más mórbida de los abusos del Defensor es aquella relacionada con la depravación sexual que regía su comportamiento y que, al menos en el caso de Astrid, era también el justificante para muchos de los abusos laborales, puesto que descargaba su frustración por no conseguir favores sexuales a través de intimidaciones.

Esta forma de comportarse parece hacer parte de la forma natural de ser de Otálora. Cuando los abusos laborales a los que estaba sometiendo a sus empleados salieron a la luz, el Defensor no intentó reconocerlos y pedir disculpas, sino que juntó a los altos directivos de la entidad que dirige para pedirles que dijeran que todas las denuncias eran mentiras, sin embargo, esto no funcionó y precipitó que más verdades salieran a la luz.

No obstante, la valiente denuncia de Astrid ha sido vital para despejar cualquier duda sobre el comportamiento enfermizo del Defensor del pueblo. Ls exreina y abogada decidió contarle al columnista Daniel Coronell los más difíciles pormenores de su historia.

La mujer cuenta que el Defensor del pueblo intentó inicialmente ir pasando la línea que existe entre lo laboral y personal, le pedía que llevara informes a su casa, la invitaba a comer o reunirse fuera de los horarios de oficina, pero, cuando ella no accedió a las insinuaciones, empezó el abuso.

Jorge Armando Otálora la llamaba a altas horas de la noche solo para decirle obscenidades y, al día siguiente, actuaba como si no hubiera sucedido nada. 

En un chat el Defensor le habría escrito "Muy bonita tu foto", pasando los límites de lo laboral nuevamente, por lo que Astrid le pidió que no le hiciera comentarios personales y el hombre, despues de un breve intercambio de palabras remata la conversación con un: “Solo quiero que tengas claro que TQM”, en una actitud que hace alarde de la madurez propia de un quinceañero. 

Una de las conversaciones en las que el defensor pone de relieve su actitud.

En otra conversación Otalora incluso llega a insinuarle a su subalterna que llegue a su casa.

Una de las conversaciones en las que el defensor pone de relieve su actitud abusiva.
 

Sin embargo, quizá lo más aberrante del caso sean las fotos que Jorge Armando Otálora le mandaba a Astrid. En una ocasión le envió unas fotos en pantaloneta y camisa sobre una hamaca en la terraza de su apartamento en Bogotá.

Unos minutos después, y desde el mismo lugar, le habría mandado otra foto pero, esta vez, ya sin ropa, fotografiándose su pene, que sostiene con la mano izquierda. 

Las fotos obscenas del defensor Jorge Armando Otálora.

Astrid Helena Cristancho asegura en su entrevista con Coronell que no denunció esta situación antes por la misma razón que no lo hacen miles de personas que pueden estar sufriendo lo mismo en este mismo instante: por miedo.

Según denuncia el periodista de Semana, Otálora no habría limitado sus actuaciones tan solo a Astrid y le habría mandado mensajes vulgares a otras subalternas, lo cual queda evidenciado en otro chat.

Chat en el que Otálora escribe obscenidades a otra de sus empleadas.

Las pruebas dan muestra de que el comportamiento del funcionario no es casual y anecdótico, sino que es reiterativo y hace parte del caracter de su persona, el cual se encuentra en completa discordancia con lo que, se supone, debería representar la institución encargada de defender al pueblo colombiano.

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