Felipe Orozco junto a José Mendoza.
Felipe Orozco junto a José Mendoza.
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Jair Varela

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Felipe Orozco, el ‘Magnífico’ que transforma las vidas de quienes no pueden caminar

Entre chispas y hierro, este “carpintero metálico” se ha convertido en un ángel que da nuevas “piernas, pero con un motor”.

En un rincón de Barranquilla, donde la madera y el hierro se entrelazan en un caos de formas y texturas, existe un taller llamado ‘Los Magníficos’ que desafía la rutina.

Es el taller de Felipe Segundo Orozco, un lugar que, aunque pequeño y lleno de ruido, se convierte en un espacio para quienes llegan allí en busca de algo más que una reparación o máquina: una nueva vida.

Aquí, en este sitio repleto de piezas y herramientas, entre el retumbar de martillos y el olor a metal, Felipe ha cambiado el destino de muchas personas con una mezcla de destreza, creatividad y altruismo que lo han convertido en el “ángel de los Olivos”.

Felipe Segundo Orozco.

Este hombre, de manos callosas y mirada serena, empezó a trabajar como “carpintero metálico” hace quince años, pero fue en el 2020, es decir, en plena pandemia, cuando su oficio tomó un nuevo sentido. Como muchos, él pasó meses encerrado, inquieto y frustrado, pero lo que nunca imaginó era que ese mismo encierro reforzaría su imaginación.

Yo seguía trabajando aquí en el taller solo, pues no tenía compañía ni nada. En ese momento tenía al amigo Wilmer, que fue el primero con el que empecé a hacer los trabajos de transformación. Él fue el que me motivó porque si yo duré tres meses encerrado y aburrido, no me quiero imaginar esas personas que pasan toda su vida encerrados en su casa sin poder salir”, recuerda Felipe.

Transformando una idea de guerra en un símbolo de esperanza

Durante la cuarentena, su amigo Wilmer Fandiño, un hombre de 40 años de edad, había tomado la decisión de atender el dictamen médico de amputarse las piernas tras haber adquirido una bacteria que ponía en riesgo su vida y reapareció en su taller pidiéndole ayuda para construir una motocicleta que pudiera manejar sentado en su silla de ruedas.

Fandiño, actualmente mototaxista, sufrió un accidente en su país natal, Venezuela y llegó a Colombia hace 10 años con la intensión de recuperar sus piernas, sin embargo, tras años de tratamientos fallidos, infecciones y dolor, quedó sin sus extremidades inferiores y fue con la ayuda de Felipe que "recuperó su libertad".

Cuando salí del hospital y ya me sentí sano vine nuevamente donde Segundo, ya con la idea de que quería mi moto y yo la conseguí, pero yo quería una moto donde me pudiera montar yo mismo con mi silla de ruedas, bajarme la moto y dejar mi moto para hacer mi trabajo y empezamos a pensar todo y cómo iba a ser”, indicó Wilmer a Zona Cero.

Wilmer Fandiño.

Inspirado por una imagen de una antigua película bélica, en la que una motocicleta nazi llevaba un carrito al lado, Felipe transformó una idea de guerra en un símbolo de esperanza.

Yo estaba en mi casa viendo una película, no me acuerdo el nombre, pero sí sé que era de los nazi. En ella iba un chofer que conducía la moto y al lado tenía un carrito en el que iba otra persona disparando. En la película hicieron un tiro y mataron al que llevaba la moto, y el otro quedó en el carrito. Entonces, el del carrito agarró los cachos de la moto y siguió disparando y manejando la moto. Y ahí me inspiré yo, dije bueno, pero si el de la moto iba solo y el del carrito iba solo, ¿por qué a Wilmer no le hacemos el trabajo de que sea la moto que vaya sola y que Wilmer la apague acá desde el carro? Y ahí se creó la idea”, aseguró Felipe.

Ellos lo utilizaron para el mal, y yo lo utilicé para el bien”, dijo este carpintero también conocido como Segundo, reconociendo la ironía de cómo algo creado para la destrucción se convirtió en un vehículo de libertad para Wilmer.

Wilmer Fandiño en su motocicleta.

A mí me entró una felicidad. La moto que me hizo Segundo cambió mi vida”, asegura Wilmer, recordando la primera vez que se subió al vehículo modificado. “Antes me sentía como atrapado en mi casa. Tenía que pagar taxi para todo y no podía hacer las cosas que hago ahora. Ahora yo me monto en mi moto, voy al norte de Barranquilla, voy a Soledad, voy a Puerto Colombia… cosas que yo antes no hacía, ahora sí las puedo hacer”.

La moto, hecha de piezas reutilizadas, hoy es una extensión de Wilmer. “Los límites están en la mente”, afirma, “porque si tú te aferras a la idea de que no puedes hacer nada, tú mismo te estás encerrando. Mírame a mí, yo prácticamente estaba encerrado y mira, conocí a este ángel, y ese ángel me dio otras piernas, pero con un motor”.

Una vida de esfuerzo con "discapacidades" superadas

José Antonio Mendoza, un joven estudiante de psicología, también encontró en Felipe y su taller un aliado para su vida diaria. José nació con una discapacidad en las piernas, pero su gran determinación lo ha llevado lejos.

Yo sufría mucho por el sistema de transporte. Me tocaba transportarme en una van para ir a la universidad porque era bastante complicado moverme en bus”, relata José. Pero ahora, gracias a su motocicleta personalizada, “ha sido más ágil desplazarme de un lugar a otro. El señor Segundo hizo un gran esmero, un gran esfuerzo para detallar esa modificación y crear este artículo, yo eso lo valoro mucho

José Mendoza en su motocicleta.

Para José, su moto es algo más que un medio de transporte; es un símbolo de autonomía, de esfuerzo, y de fe en sus propias capacidades.

Al principio cuando yo era pequeño era muy deprimido, o sea me sentía limitado, yo pensaba que no iba a triunfar en la vida y veía que no iba a salir adelante y eso me daba mucho dolor en mi corazón, porque yo tengo tres hermanas y mis tres hermanas están normales físicamente, y de mi familia, el único que está así soy yo, pero bueno yo me considero una persona completa y gracias a Dios me he ido superando”, narró José, quien agradece a Segundo por su nueva vida.

Forjando sueños y segundas oportunidades

En su taller, que un día bautizó como “Los Magníficos” en honor a los personajes de la película de los años 80, Felipe crea vehículos que son “solo para ellos”, porque cada uno es adaptado de forma única, y curiosamente en este film, él se identifica con Mario Baracus, uno de los protagonistas que era experto en construir y reparar, con el mismo amor y entusiasmo que él pone en cada trabajo, donde al igual que un director de cine produce historias de personas que se niegan a aceptar límites impuestos.

A lo largo de cinco transformaciones, Felipe ha logrado lo que para otros es inalcanzable: ha borrado las fronteras físicas que limitan a quienes nacieron o terminaron en una silla de ruedas. Para él, el verdadero valor de su trabajo está en el cambio que ve en la actitud de sus clientes. Ya no llegan a su taller con tristeza o abatimiento, sino con la certeza de que “para todo hay solución”.

Gracias al cambio que se les hizo a los vehículos, cambió su estilo de vida. Yo los veo ahora más felices, siempre sonrientes”, señaló.

José Mendoza.

Los testimonios de Wilmer y José son un eco de este taller, donde los obstáculos se funden y los desafíos se disuelven entre las manos de quien sabe que “los límites solo están en la mente”. Por eso con humildad y sencillez, Felipe continúa cada día en su rincón de polvo y metal, transformando la vida de quienes lo buscan, entregando un poco de su alma en cada vehículo.

Y así, en la modesta penumbra de su taller, ese túnel donde la esperanza toma forma de metal y ruedas, Felipe se ha convertido en un ángel silencioso, el artífice de un milagro rodante para quienes alguna vez pensaron que el mundo estaba fuera de su alcance.

Pide ayuda

Para muchos, estos vehículos significan más que movilidad; representan la posibilidad de reconstruir sus vidas. Wilmer, cuyo día a día depende de su moto adaptada, expresó lo importante que es para él terminar las mejoras de su vehículo para mantener su sustento, por lo que pidió ayuda a quienes su historia les haya tocado el corazón.

Yo ahorita estoy pidiendo una pequeña colaboración para terminar de arreglar mi moto, ya que todavía el techo no está terminado, no está pintada y aún le faltan muchas cosas que no pude hacer porque me han salido algunos compromisos. Este es mi sustento, el de mi hogar y el de mi casa, aquí es que yo me rebusco la comida, cada día a día, por eso les pido con el corazón que me echen una manita y me bendigan para poder terminar de arreglarla”.

Felipe Orozco subiendo a Wilmer Fandiño a su motocicleta.

Aquellos que estén interesados en ayudar a Wilmer, pueden comunicarse con él al número 3003367948. 

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