Central hidroeléctrica de Guatapé, fuera de servicio.
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Del apagón de 1992 a la imprevisión y una lección que nunca se aprendió

Según la propuesta de XM, empleados y estudiantes regresarán a sus casas en medio de la oscuridad y la inseguridad. Lo mismo pasaría con partidos de fútbol.

Las actuales circunstancias del sector eléctrico, que tienen a los colombianos al borde de racionamientos, son idénticas a las que condujeron al apagón nacional del año 1992.

Así coinciden tanto los expertos del sector como la misma Contraloría General de la República (CGR), que recientemente sentenció la existencia de factores comunes entre el apagón del 92 y as actuales condiciones.

En primer lugar, un Fenómeno de El Niño abundantemente publicitado y pronosticado con gran intensidad.

En aquella oportunidad, hace 24 años, existía una marcada desproporción entre generación de energías térmica e hidroeléctrica aportadas al Sistema Interconectado Nacional. La primera con el 22% y la segunda con el 78%.

Como consecuencia de la fuerte sequía, la capacidad de los embalse llegó al 8%, dejándolos técnica y prácticamente secos.

Paradójicamente, fue el parque térmico instalado en la Costa Caribe el que con su 22% mantuvo encendido al país, pero con grandes racionamientos de energía aplicados a partir del 1º de marzo de 1992 hasta el 7 de febrero de 1993 cuando los embalse registraban una sustancial recuperación de almacenamiento.

Fue así como, durante 11 meses y 6 días, los colombianos fueron sometidos a drásticos racionamientos de 3, 4, 5 y hasta 6 horas diarias. En unos casos de manera consecutiva en el día y en otros durante dos tandas diarias.

Además de las incomodidades en los hogares, el “apagón Gaviria” como se le denominó, arrojó multimillonarias pérdidas en la industria y el comercio.

Adicionalmente, la Superintendencia de Industria y Comercio, adscrita al Ministerio de Comercio, curiosamente a cargo entonces del hoy Presidente de la República, Juan Manuel Santos, determinó adelantar la hora. A ello también se le denominó la “hora Gaviria”.

Con ello se buscaba un mayor aprovechamiento de la luz solar, en un intento de racionalizar el uso de la escasa energía disponible.

De este apagón quedaron muchas lecciones: la necesidad de reorientar inversiones en una mayor capacidad de energía térmica, para evitar la excesiva dependencia de la hidroeléctrica, especialmente ante fenómenos recurrentes como el de El Niño.

Ello también indicaba un mayor seguimiento a las inversiones, con una adecuada planificación de oportunidad y pertinencia. Y, desde luego, un riguroso monitoreo que permitiese lanzar alertas tempranas frente a cualquier circunstancia que pudiese alterar las condiciones.

Sin embargo, los desaciertos que se cometieron en el manejo del sector eléctrico en esa oportunidad quedaron en la impunidad, así como también los registrados en pleno apagón, como el escandaloso caso de las Barcazas, que fueron contratadas, dispuestas en Cartagena y nunca funcionaron.

El entonces Gerente General de ISA, Jorge Bustamante Roldán, quien actuó como contratante, fue premiado por el Gobierno de Juan Manuel Santos como Director General del Dane. ISA también tenía a su cargo el manejo centralizado del Sistema Interconectado Nacional, a través del Centro Nacional de Despacho.

Centro Nacional de Despacho, operado en 1992 por ISA y hoy por su filial XM.

Actualmente, la inminencia de un nuevo apagón, bajo condiciones similares, mantiene en alerta a los colombianos.

En esta ocasión también queda en entredicho la labor de la empresa XM, filial de ISA y ahora encargada del Centro Nacional de Despacho: en menos de 72 horas entregó reportes totalmente opuestos: el primero descartando el apagón y el segundo recomendando racionamientos ante la inminencia del mismo.

Nadie se explica cómo la empresa XM no advirtió el vertiginoso descenso que venía registrando el nivel útil de los embalses. Entre el 1 de diciembre de 2015 al 8 de marzo de este año, las reservas han disminuido del 66,64% al 27,77%. De por sí solo, este comportamiento sería motivo de alerta.

El pretexto surge por la salida de las centrales Guatapé, por un incendio, y Termoflores, por falla técnica. En su conjunto generan 790 megavatios. Pero nadie asume la responsabilidad por el precario monitoreo del nivel de los embalses, que siguen representando el mayor aporte de energía en el sistema eléctrico nacional.

La salida del Ministro de Minas, Tomás González Estrada, con la excusa de reconocer su acción tardía en medio de la crisis eléctrica, más bien parece obedecer a sus líos familiares con la contratación con el Estado.

Al igual que en 1992, los colombianos serían nuevamente castigados como consecuencia de una imprevisión de las autoridades del sector eléctrico y que también va rumbo a la impunidad.

La discusión ahora, en torno a esta recomendación, es la forma como se aplicarían los racionamientos.

De manera preliminar se plantea el horario de 6 de la tarde a 9 de la noche, lo que también conduce a otros interrogantes, teniendo en cuenta las condiciones de inseguridad que se registra en gran parte del país.

¿De qué manera actuaría la Policía para garantizar la vigilancia en el horario de 6 a 9 cuando concluye la hora laboral y estudiantil tanto en colegios como en universidades?

¿Qué va a pasar con las jornadas del Fútbol Profesional Colombiano que se vienen programando en horas nocturnas?

¿Cómo se van a coordinar los operativos nocturnos en los establecimientos públicos?

De lo único seguro que están los colombianos es que con ahorro o sin ahorro, el apagón se daría más por los desaciertos en el manejo del sector eléctrico. Y que con el apagón las tarifas seguirán creciendo.

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