Alfredo Correa De Andréis.
Alfredo Correa De Andréis.
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Archivo / Rigel Castro Acosta

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Alfredo Correa De Andréis: solidaridad y conflicto armado

El sociólogo y docente barranquillero fue asesinado el 17 de septiembre de 2004.

Por: Milton Armando Gómez Cardozo


El pasado 17 de septiembre tuve el honor de asistir a la conmemoración de la muerte violenta del ilustre sociólogo caribeño Alfredo Correa De Andréis, un defensor de los derechos humanos, humanista, académico y, ante todo, un ciudadano ejemplar.  

Su familia y amigos aún lloran su vil asesinato, cometido por la oscura mano de la intolerancia y la falta de solidaridad. 

Alfredo Correa dedicó su vida a la investigación acción participativa, siguiendo los valiosos aportes de otro grande caribeño, el ilustre Orlando Fals Borda.  

En su obra, Correa abordó temáticas cruciales para entender las consecuencias del desplazamiento forzado.  

Recientemente, leí un análisis de su trabajo, realizado por los académicos Milly Moya Rueda, de la Universidad del Atlántico, y Jair Vega Casanova, de la Universidad del Norte. 

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En dicho análisis, se resalta su contribución en dos categorías fundamentales para abordar el desplazamiento forzado: la identidad social y la personalidad jurídica. 

En su investigación sobre el desplazamiento forzado, Correa de Andréis evidenció la relación directa entre la violencia armada y el desplazamiento, mostrando cómo las víctimas perdían no solo sus tierras y pertenencias, sino también el tejido social que sostenía sus vidas.  

Además, profundizó en los retos del restablecimiento de la personalidad jurídica para estas comunidades afectadas. 

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Frente a estas reflexiones, surge una pregunta inevitable: ¿Cómo permite la sociedad situaciones como el magnicidio de Alfredo Correa y el desplazamiento forzado por el conflicto armado? ¿Hasta dónde llegan las ambiciones individuales o grupales, que prevalecen sobre las vidas de los más vulnerables?  

Peor aún, cuando esas ambiciones son respaldadas por quienes fetichizan al Estado, convirtiendo a sus servidores en cómplices de tales atrocidades. 

Gracias a sus investigaciones, Alfredo Correa, fue clave para la inclusión del concepto de "víctima" en las leyes colombianas 387 y 1448, que reconocen los derechos de las víctimas del conflicto armado. 

 Sin embargo, en nuestra sociedad moderna, parece que algunos se consideran mejores que otros, mientras que las víctimas, los pobres y los excluidos, casi siempre son etiquetados como los "malos".  

El sociólogo Boaventura de Sousa Santos llama la atención sobre esta separación entre los seres "plenamente humanos" y los "subhumanos", un proceso que naturaliza la dominación y deshumaniza a una parte de la población. 

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Sousa Santos, nos invita a descolonizar la historia, confrontando los modos de dominación moderna que han configurado la escritura hegemónica de la historia. 

 Estos modos incluyen el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, estructuras que perpetúan la exclusión y distancian a la sociedad del principio solidario.  

La dominación moderna no solo oculta las realidades de los oprimidos, sino que les hace cómplices pasivos de un sistema que los invisibiliza. 

Este proceso se construye sobre dos conceptos claves: la "línea abismal", que separa la historia de los vencedores de la de los vencidos, y el "tiempo lineal", que justifica la opresión bajo la idea de progreso.  

Para Occidente, el pasado de los colonizados no tiene futuro, es irrelevante y merecedor del olvido.

Así, la violencia y la opresión se presentan como liberación, interrumpiendo brutalmente los procesos históricos de las comunidades originarias. 

Nada es más contrario al principio de solidaridad, valor fundamental de los derechos humanos, la organización social y el Estado.  

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La verdadera solidaridad implica compromisos profundos que van más allá de la ayuda material; es una búsqueda activa de igualdad de oportunidades, una acción colectiva que busca restablecer derechos desde la empatía y la fraternidad.  

La negación de esta solidaridad deja a muchas personas en el vacío, provocando violencia y destruyendo las posibilidades de vida de las futuras generaciones. 

Alfredo Correa de Andreis tomó partido por los oprimidos, por aquellos considerados "subhumanos", y por eso su legado perdurará para siempre. 

Tarea: Reflexionemos sobre quiénes somos hoy: ciudadanos, opresores, oprimidos o cómplices. 

Milton Armando Gómez Cardozo: docente universitario y servidor público. Doctorado en Estudios Avanzados en Derechos Humanos, Magíster en Derechos Humanos y Democratización, Especialista en Derecho Administrativo y Constitucional. 

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