Michi Bogaloo, uno de los más reconocidos bailadores de salsa de Barranquilla.
Michi Bogaloo, uno de los más reconocidos bailadores de salsa de Barranquilla.
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¿La salsa cede espacio en Barranquilla, ante el influjo de la música africana?

¿Somos en realidad una ciudad salsera o una plataforma musical donde se escuchan todo tipo de ritmos musicales?

Surgió como uno de esos escritos sencillos que se publican en redes sociales sin ninguna pretensión, pero que de repente estallan y se convierten en expresiones que muchos estaban esperando, y a las que pocos se atrevían a referir.

Lo estampó en uno de sus muros virtuales Jesús ‘Chucho’ Varela, presentador oficial del estadero La Troja, y locutor de la estación radial web Sureña Estéreo, una de las más escuchadas en ese espectro de la radio local.

“¡Dejen de montar tanto africano y salsa llorona. Reactiven un disco costeño!”, clamó.

Para la muchísima gente que se mueve, disfruta e impulsa el ambiente musical salsero de Barranquilla, la misma que ha consagrado a la ciudad como un bastión salsero en el país y el Caribe, la apreciación de Varela tenía mucho fundamento, por tanto de ahí en adelante surgieron múltiples comentarios y análisis.

Es que el tema venía haciéndose a ‘sotto voce’, en voz baja, que Barranquilla paulatinamente ha venido perdiendo la vocación de ciudad salsera de antaño para convertirse en punta de lanza en Colombia, de una penetración musical africana sin precedentes.

El fenómeno ha ido proliferando a través de los llamados turbos, como llaman ahora a los picós, los cuales tienen gran mercado en las barriadas populares de la ciudad, y por tanto mucha difusión y penetración de su exposición musical, de ahí que incluso haya surgido el término de “cultura picotera”.

Hacía allí apuntó Varela su reflexión cuando la plasmó en la red social la noche del pasado 20 de julio, en un gesto espontaneo, dice.

La música africana viene ganando espacio en la ciudad, pero en una gran cantidad de casos con una rítmica pobre, desplazando a la salsa y a nuestra música costeña”, reclama.

Y enseguida agrega, “se ‘pega’ porque la programan los turbos con la etiqueta de “exclusivo”, dizque por constituir una pieza difícil de adquirir en el mercado corriente del disco”, amplió su comentario para Zona Cero, Jesús “Chucho” Varela.

Con el concepto del locutor y presentador coincidió el periodista y docente universitario Gilberto Marenco Better, quien no se quedó en términos medios para descalificar la música africana que está promocionando y escuchando actualmente en la ciudad, y que incursiona a pasos agigantados.

¡Es una plaga!”, expresó sin atenuantes, Marenco, quien agregó que el fenómeno  se hace más visible en redes sociales.

“En últimas los temas africanos que sobreviven de los 70, y que son populares en Barranquilla, son de orquestas que en su momento tuvieron trascendencia en sus países, inclusive en Europa”, afirma.

Para el también coleccionista salsero hay que diferenciar las producciones hechas por grandes agrupaciones africanas, muchas de las cuales terminaron su trayectoria artística en Francia, Holanda, Alemania o Inglaterra, y las que suenan ahora en Barranquilla.

“Aquella discografía era un trabajo serio, desarrollando estilos y ritmos propios del continente africano, que obedecía muchas veces a situaciones políticas y revolucionarias de sus pueblos, no al simple placer hedonista de la música en sí”, añade.

Ahora los jóvenes que tiene esos equipos (los turbos), se consiguen un disco en 45 rpm de un grupo totalmente anodino en su país, y con el ‘san Benito’ de la ‘exclusividad’ tratan de hacerlo aparecer como una obra maestra, pero realmente la gran mayoría son muy malos y de una pobreza musical impresionante, como el conocimiento de quienes los impulsan”, sentencia Gilberto Marenco con la misma entereza conceptual.

 

Los llaman ‘ácidos’

El fenómeno de la “africanización musical”, como la invasión del famoso caracol en los jardines, llama la atención porque es una penetración que está llegando a la juventud de los sectores populares, la que tiene la responsabilidad socio-cultural de mantener el legado salsero de nuestro Caribe.

Esos ‘pelaos’ se están desviando con una música a veces sin sentido, que incluso los mismos difusores de esos sonidos africanos los llaman ‘ácidos’, porque rítmicamente son insoportables, y de ahí la denominación de ‘ácidos’”, comenta por su parte Didier Ariza Ospino, coleccionista, comerciante de discos y amplio conocedor del tema de la música popular en el Centro de la ciudad.

Una voz que tiene que ser escuchada obligatoriamente al ventilar este tema musical es la de Osman Torregrosa, uno de los pioneros en traer de Europa a principio de los años 70 la musicología africana bailable, que aún se escucha en la ciudad.

Discos como ‘Bote en bote’, ‘Samba samba’, ‘El Tebo’, para mencionar solo tres con los nombres con que aquí fueron ‘rebautizados’, hacen parte de esos cargamentos musicales llegados  a Colombia en los que también participó Donaldo García.

Tampoco se trata de descalificar la música africana, porque la hay muy buena, pero podríamos decir que ese sabor africano que se conoció y se impuso en Barranquilla a principios de los 70 se perdió, ahora solo programan música angoleña, muchas veces muy ‘pesada’, basada en el punteo de la guitarra, y promocionada por el solo hecho de que “es un africano”, o “porque suena raro”.  Se olvidaron de otros países de ese continente que tienen un sabor más agradable, digerible y musicalmente de mucho más valor creativo, como Zaire, por ejemplo”, comenta Osman, también un entendido e igualmente difusor de la musicología salsera.

Para rematar

Para colmo de males, a la hipótesis de que a Barranquilla poco a poco se le diluye la “membresía” de ciudad salsera, el Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación “la Salsa Caleña”, durante el cumpleaños 486 de la ciudad.

Aunque es un espaldarazo que se enfoca en promocionar la vitrina  comercial y turística de la capital del Valle, sí se trata de un reconocimiento válido e importante a una ciudad que ha sabido mantener el espíritu salsero entre sus gentes.

Es un gesto merecido por parte del Gobierno para con una ciudad y una gente que respira salsa todo el tiempo”.

Baile salsero en La Troja

 

El comentario es de Óscar Pájaro, uno de los más versados en música salsa en Barranquilla quien ha visitado la capital valluna y vivido esa experiencia.

“La primera impresión que se lleva uno al llegar a Cali es que todo gira en torno a la salsa, todo está concatenado con lo musical, en especial con el baile. Unos fabrican los calzados, otros la vestimenta, otros los instrumentos musicales, otros forman las academias de bailes, en fin. Sin dejar por fuera la radio, televisión y prensa que diariamente están informando algo sobre salsa”, añade Pájaro, también reconocido coleccionista salsero del barrio Simón Bolívar.

Sin embargo, Gilberto Marenco aclara que esta denominación oficial del Ministerio de Cultura es una especie de “fake news”, y utiliza este término digital para significar que se trató de un equívoco que hizo carrera con la difusión de la noticia a través de los medios.

Lo que reconoció el Consejo Nacional de Patrimonio como bien material patrimonial inmaterial de la nación fue “El complejo musical dancístico de la salsa en Cali”. No se reconoció la salsa caleña como patrimonio cultural, porque lo que existe es Salsa Colombiana, que agrupa todas las orquestas y conjuntos con el sonido salsero”, precisa.

Con la decisión del gobierno se trata de salvaguardar el trabajo de 2.000 escuelas de baile que hay Cali, y cuyas bandas sonoras van desde el tango hasta la descarga desaforada. Es esto de lo que se trata, salvaguarda para coreografías, vestidos, maquillajes y bandas sonoras, manifiesta el periodista.

En cuanto al calificativo de ciudad salsera que muchos reclaman para Barranquilla, Marenco considera que no cuadra, y “es más bien un mito urbano” que se ha creado.

Aquí la programación radial está matizada por la salsa, el merengue, los ritmos tropicales, el vallenato y ahora todo lo que se arropa bajo el nombre de ‘urbano’, es decir, reguetón, champeta, etc, sin embargo, como en los estaderos populares la salsa es la música que programan y son abiertos, se generaliza la idea de salseros. Pero si vas a los sitios que están de moda para los jóvenes, la programación es la que denominan Crossover”, concluye.

En todo caso para quienes añoran las verbenas salseras de antaño, incluso aquella programación radial soportada en la música que antes que salsa llamaban ‘música antillana’; y ven en peligro que Barranquilla conserve esa idiosincrasia musical, se les recuerda que la ciudad ha sido siempre una plataforma abierta a los sonidos musicales del mundo.

Ya pasó con el rock en la década de los 60, el tsunami de República Dominicana cargado de merengue en los 80, incluso, el mismo vallenato de los 70 y su inusitada ola de acordeones como reflejo social y cultural de aquella llamada ‘Bonanza marimbera’.

Y sin embargo, el sabor salsero se mantuvo firme en la ciudad, y sobrevive entre el gusto de mucha gente que trata de conservar ese legado musical como el clamor que lanzó ‘Chucho’ Varela en las redes.

 

 

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