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Mattia Zaccagni festejando el gol italiano.
Mattia Zaccagni festejando el gol italiano.
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EFE

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Zaccagni evita la catástrofe para Italia y elimina a Croacia de la Eurocopa

La 'Azurra' pasó en el segundo lugar del grupo.

El sueño de Luka Modric de ganar un gran torneo con Croacia murió, pese a marcar un gol, puesto que Mattia Zaccagni se vistió de héroe en el tiempo agregado y le dio a Italia no solo el empate 1-1, sino el tiquete a los octavos de final de la Eurocopa.

Nunca una despedida fue tan amarga. Si finalmente deja la escena de su selección, Modric habrá dicho adiós de una forma terrible. Desde el banquillo, sustituido al final del encuentro cuando estaba en la siguiente fase, vio cómo Zaccagni, en el último suspiro, sobre la bocina, cuando Croacia aguantaba el 1-0, marcaba un tanto heroico para los hombres de Spalleti, pero definitivo para Croacia.

Con tres cuartas partes de público croata y apenas un fondo para el italiano, el Leipzig Arena se convirtió en el posible escenario de un crimen. No de un crimen físico, más bien sentimental. Se avecinaba el posible final de Luka Modric, por lo menos en una Eurocopa. Una derrota o un empate dejarían al 'mago' balcánico con la pelea contra el paso del tiempo perdida. En la próxima edición, que se disputará en Inglaterra e Irlanda, tendrá 42 años. Quién sabe si aparecerá por el Mundial de Estados Unidos, México y Canadá. Con Modric, todo es posible.

Modric falló un penal.

Pero no lo parece. Al centrocampista del Real Madrid se le intuye que se le ha agotado el tiempo. Esta temporada rindió en su club a base de jugar ratitos y ante equipos menores. Es cierto que tuvo algún arranque de orgullo y sacó la varita a pasear en alguno de los duelos decisivos de la Liga de Campeones. Aún así, la realidad es dura. No es lo mismo jugar la última media hora ante el Cádiz que partidos de un nivel de exigencia altísimo como los que enfrentó su selección en la Eurocopa (Italia y España).

Y además, hasta su aparición decisiva su carácter parecía más amargo. Como si intuyera lo que se avecinaba, aparentemente no fue tan afable sobre el césped. Ofreció algún que otro braceo a sus compañeros y se lamentó en exceso, algo poco habitual en él. Algo fallaba, pero a su afición no le importó lo más mínimo. 

Enfrente Italia, que parecía la invitada a la posible despedida de Modric, también hizo cambios respecto al zarandeo que recibió de España. Darmian, Raspadori y Retegui entraron en el once para intentar mejorar la imagen de una selección que ha perdido alma, sin referentes claros y ocupada en encontrar su identidad.

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Sin embargo, Italia tenía las de ganar. El empate le bastaba para alcanzar los octavos de final. Croacia, debía vencer. Durante los primeros 10 minutos el combinado de Luciano Spalleti ni olió la pelota y Susic aprovechó esa rendija de lucidez para sacarse de encima un latigazo desde fuera del área que estuvo a punto de sorprender a Donnarumma, de nuevo muy inspirado.

La acción del jugador del Salzburgo fue un espejismo porque Croacia se perdió entre su espesura y el planteamiento de Spalletti, conservador pero efectivo. Jamás, durante el resto del acto inicial, volvió a encontrar el camino. Todo lo contrario que Italia, que poco a poco fue comiendo el terreno a su rival hasta llegar a controlar el duelo e incluso intimidar a Livakovic, que tuvo que aparecer de la nada para salvar un cabezazo de Susic.

Italia cerró el grupo con 4 puntos.

Croacia, gracias a su portero, seguía con vida. Llegó al descanso con pulso, con un 0-0 que no definía nada. En el vestuario, Dalic sacó a su arma más determinante en el anterior choque ante Albania. Apareció Budimir, un buen antídoto para buscar asociaciones por el área para que pasara algo que ocurrió pronto con una mano de Fratessi que acabó en penalti. Modric se atrevió, tiró de galones y de ganas de agradar al personal, pero se encontró con Donnarumma, empeñado en sostener a Italia y en amargar a Croacia.

Modric se quedó de piedra, pero sus compañeros reaccionaron al instante y el medio del Real Madrid encontró un poco de justicia poética. Su posible despedida se antojaba tristísima, pero segundos después de su error, Susic se sacó de la manga un centro espectacular que remató Budimir de cabeza. Donnarumma salvó otro remate imposible, pero el rechace lo recogió Modric para marcar y desatar la locura entre los croatas, que encendieron bengalas, lanzaron vasos de cerveza desde las gradas superiores a las inferiores y, en definitiva, se sacaron de encima toda la rabia contenida.

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Al encuentro aún le quedaba poco más de media hora y Spalletti dio entrada a Chiesa para arreglar un roto enorme. Con la derrota de Albania, Italia era tercera con solo tres puntos y su presencia en octavos no estaba ni mucho menos asegurada.

Pudo ser el último partido de Modric con Croacia.

Entonces, comenzó el asedio, los nervios croatas, y un lento paso del tiempo que parecía correr a favor de Croacia, que cuando ya celebraba su clasificación, se llevó un chasco de dimensiones descomunales. Zaccagni apareció con un certero disparo y el combinado balcánico lloró una derrota que es mucho más que una eliminación: Si no hay sorpresas, Modric se despidió para siempre. Y no lo hizo sobre el césped. Lo hizo desde el banquillo. Triste final para el 'mago' balcánico.

En el otro partido del grupo, España superó 1-0 a Albania. Los ibéricos quedaron con nueve puntos, los italianos con cuatro, Croacia con dos y Albania con uno.

EFE

 

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