Rafael Campo Miranda y el Junior: dos Grandes íconos de nuestra cultura Caribe
El compositor cumple 100 años y el equipo rojiblanco 94 años.
Hechos y personajes, los hay que a través de los tiempos, se convierten en hitos históricos. Tal es el caso que hoy nos ocupa con dos “personajes” natos de nuestra Región Caribe y que en el transcurrir de los años cimentaron y cimentan más nuestra simpatía o pasión. Uno en el orden artístico musical con nombre de poeta: Rafael Campo Miranda; el otro “personaje” representado en la pasión deportiva que lleva por simple nombre: Junior.
Existe entre ambos la feliz coincidencia de un nacimiento patrio el 7 de agosto cuando los colombianos celebramos la fecha de la independencia. El poeta personificado en el centenario de Rafael Campo Miranda quien venido al mundo en 1918 a las 12 del día cuando subía al solio presidencial Marco Fidel Suárez, cumplía en parte el vaticinio de su abuela materna quien le pronosticó un largo recorrido lleno de gloria. No precisamente en el arte musical sino como mandatario de los colombianos, vaticinio traducido en cambio en el exitoso mundo de la canción.
El segundo, representado en un sencillo vocablo “Junior” que involucra un gigantesco sentimiento de toda la Región Caribe, desde Punta Gallina hasta los confines de lo más apartado de nuestra Costa Atlántica. Millones de caribeños se representan por este icono nacido en 1924 de cuna humilde pero de corazón grande en el populoso sector del barrio San Roque donde nuestro fervor por el fútbol irradió tan enormemente en calidad que merecimos ser entonces llamados La Cuna del Fútbol Colombiano.
Guardando quizás las proporciones entre lo apasionante por el fútbol y lo romántico de la música, creemos que son también millones de costeños los que hemos sabido del recorrido y hemos disfrutado y bailado de porros, fandangos, cumbias y aires tropicales de tantas composiciones del ilustre compositor nacido en lo que entonces era considerado un barrio más de Barranquilla, hoy, municipio de Soledad.
Por ello, en cada año en que celebramos la fecha de la independencia, viene a nuestra mente recuerdos imborrables de estos acontecimientos. Junior nacido en 1924 bajo la tutela de la incansable matrona Micaela Lavalle de Mejía inspirada en su deseo de ver jugar a sus hijos Víctor, Juan y Gabriel Mejía a quienes los más grandecitos del sector no dejaban competir por considerarlos infantiles. Fue humilde el nacimiento de este club que sin embargo emergió grande desde su primer concurso en la Liga del Atlántico, conquistando títulos en distintas categorías y granjeándose la simpatía y la admiración casi absoluta de los apasionados hinchas de los años veinte, treinta y cuarenta en tiempos del romanticismo amateur que convirtió a Barranquilla en el digno representante nacional frente a cotizados contendientes de otros países. Y hoy, transitado en el profesionalismo desde 1966 luego de una corta participación entre 1948 y 1953, conquistando siete títulos a cuestas, número que luce corto para el recorrido de quizás el club de más arraigo histórico en Colombia, pero conservando por siempre la vocación de todo un pueblo.
Junior en lo futbolístico, como Campo Miranda en lo musical, se han constituido a través del tiempo en dos grandes referentes caribeños, en dos íconos de nuestra región. ¿Quién no ha sido inmensamente feliz en cada título del Junior? ¿Y en cada una de sus gestas así sea en el ambiente doméstico? ¿Quién no vibró con las maravillosas tardes de fútbol romántico brindado por Dida, Víctor Ephanor, Rada, “La bruja” Verón, las alocadas carreras de Delménico para salvar el arco, y de Ferreira, Valenciano, ‘Pachequito’ y ‘Pibe’ Valderrama en la inolvidable “Juniormanía de los años noventa? Son recuerdos que no perecen, son páginas gloriosas escritas en moldes victoriosos de un equipo “Tiburón” “devorando a dentelladas” a sus más encumbrados rivales.
Y ¿quién no ha bailado, gozado y hasta hecho cómplice de amoríos fortuitos las melodiosas, pegajosas y románticas canciones del maestro Campo Miranda? Bajo el influjo de ‘Lamento náufrago’, ‘Playa, brisa y mar’, ‘Nube viajera’, ‘Entre palmeras’, Pájaro amarillo, Espiguita, Cañaveral, Loca obsesión, Te busco en el tiempo, ‘Romance otoñal’, y tantas otras en ritmos de fandango, porro, cumbia o bolero, muchos romances terminaron seguramente con el interminable de uno y muchos besos y hasta de enlace matrimonial.
Con sus afamadas composiciones poéticas hechas canciones Campo Miranda traspasó fronteras patrias con el reconocimiento de grandes artistas y orquestas; igual que Junior con sus fantásticas gestas desde tiempos de amateurismo colmó expectativas de clubes de naciones como Ecuador, Costa Rica, México, Chile y más allá.
En ambos, tanto en el equipo de fútbol como en el maestro se conjugan hechos de humildes cunas y de especial naturalidad: ambos surgieron con espontaneidad, gestados en reales vivencias. Junior por el ímpetu de la intrépida y decidida mujer, la matrona Micaela Lavalle frente a toda adversidad del momento y en el maestro Campo Miranda en vivencias suyas en los que una mujer fue casi siempre protagonista, bajo el adorno paisajístico que le rodeaba.
“El valor cultural del maestro Rafael Campo Miranda-Dice el historiador Gustavo Bell Lemus-está asociado en la riqueza folclórica de su extensa obra musical que forma parte del gran patrimonio cultural de la Costa Caribe”.
El valor cultural y social de nuestro Junior va asociado con su recorrido histórico desde los tiempos románticos del “Flaco” Meléndez, de los hermanos Víctor, Juan y Gabriel Mejía, de José Escorcia, Julio Torres que lo encumbraron entonces como el de más arraigo y apasionado de la hinchada colombiana.
Tomados de la mano en el hoy centenario del maestro Rafael Campo Miranda y en los 94 años del Junior, nos motiva la creencia de contar y ojalá por siempre de dos grandes referentes o símbolos de nuestra cultura caribeña.