Toni Kroos, Andrés Iniesta y Lionel Messi.
Toni Kroos, Andrés Iniesta y Lionel Messi.
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EFE

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Posesión o vértigo: el Mundial de Rusia abre un tiempo de reflexión

Alemania, España y Argentina se fueron del Mundial sometidos por los contragolpes de sus rivales.

La prematura eliminación de Alemania, España y Argentina abre una gran incógnita sobre el futuro de Joachim Löw, Fernando Hierro y Jorge Sampaoli, y alimenta el debate sobre la idoneidad del modelo de juego en un torneo en el que la posesión mal entendida claudicó ante el vértigo.

Los dos últimos campeones del mundo -Alemania lo fue en 2014 y España en 2010- se sitúan a la cabeza en cuanto a tenencia del balón. Ambas se entregaron al pase por el pase, sin celeridad, sin profundidad, sin remate; como la Argentina de Leo Messi, fatalmente lastimada por la velocidad y el arrojo de Kylian Mbappé.

Ya había advertido, no obstante, Javier Mascherano en la antesala del certamen que "en los últimos años el fútbol ha ido para el lado de las transiciones". "Los que manejan las transiciones defensa-ataque y ataque-defensa son los que consiguen tener mejores resultados", aseguró el Jefecito.

Para manejarlas, el '14' de la Albiceleste reparó en la existencia de diferentes planteamientos: "Te puedes replegar y dejar que te ataquen, puedes darle el control del balón al rival y desde ahí contraatacar o puedes tener todo el tiempo el balón y que el rival no te lastime controlando las pérdidas".

"El 80 ó 90 por ciento de los equipos, salvo España o Alemania, utiliza el contraataque para lastimarte. Brasil, por ejemplo, ataca el espacio", abundó.

En el fútbol moderno controlar el juego implica ocupar los espacios. Ese es el origen del juego imprevisible que, de diferentes formas, llevó al éxito a la Alemania de Joachim Löw en el Mundial de 2014 y a la España de Vicente Del Bosque en 2010. "No importa tanto si pones a un jugador más o menos defensivo sino cómo ocupas el espacio y tener una estructura", cerró Mascherano.

Alemania, España y Argentina, sin embargo, perdieron la suya.

La 'Mannschaft' acudió a Rusia dispuesta a quebrar la maldición del campeón, pero no superó siquiera la fase de grupos. "No lo merecimos", asumió Löw tras ver cómo su equipo se despedía sin liderazgo, sin magia y sin gol (dos en todo el torneo).

La Roja, remarcó Fernando Hierro, se marchó "sin perder", pero presa de un juego ramplón y predecible, sin atender a las alarmas que sonaban desde los partidos ante Portugal, Marruecos e Irán.

En octavos de final la anfitriona jugó a lo que tenía que jugar hasta el final de la prórroga para remacharla en los penaltis.

"No nos gusta jugar con esa táctica", dijo el técnico Stanislav Cherchésov sobre la disposición de tres centrales, "pero era la mejor, la que más convenía".

La escuadra francesa, dirigida por Didier Deschamps, apartó igualmente en octavos de final a la Argentina de Leo Messi, casi intranscendente en el crepúsculo de otra temporada en la que se destacó como el máximo realizador de Europa.

La intención de Jorge Sampaoli de que el '10' lo iluminase y lo resolviese todo convirtió la posesión en un continuo momento de espera para la achatada genialidad del rosarino -solo lució ante Nigeria-. Las selecciones de Islandia, Croacia y, especialmente, Francia dominaron los espacios para dejar al torneo desprovisto de tres de las principales candidatas.

El adiós de Alemania, España y Argentina abre un periodo de análisis y de reflexión, más allá de la inevitable renovación de sus plantillas: la posesión mal entendida es una mina para la nueva hornada de Mbappé y compañía.

EFE

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