Milton Castro, durante una visita al COC y una de sus tres diálisis semanales.
Milton Castro, durante una visita al COC y una de sus tres diálisis semanales.
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Zona Cero.

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Milton Castro en el último combate de su vida: una enfermedad lo tiene contra las cuerdas

“Quiero morir dignamente, que el COC y Mindeportes digan que lo hicieron todo por mí”, señala desde Bogotá, donde gestiona su pensión.

Ninguna de las 1936 páginas de la historia clínica de Milton Castro han podido ser razón suficiente para que, al menos en un acto de humanidad, el Gobierno colombiano le haya concedido una pensión para los años que le quedan vida al ex taekwondista del Atlántico, quien ya lleva 11 años de lucha ante una enfermedad que le dio una expectativa de 15.

El barranquillero Milton Castro representó al departamento y al país en la categoría de los pesos pesados, siendo campeón de todo el ciclo olímpico y Top-5 en  los Juegos Olímpicos de Sidney-2000. Prácticamente, no hubo competencia que se le resistiera. 

Era un peleador fuerte, de casi dos metros de estatura y robustez que le permitía ejecutar algunas de las patadas más fuertes que se hayan visto en Colombia.  Sin embargo, esos 193 de estatura y más de 120 kilos de peso, ya no se ven poderosos. Son la visión de un hombre desesperado, aferrado a una última esperanza y con la sombra de la muerte. 

Se ha vuelto un gigante que camina las esquinas de Bogotá. En el frío de la última semana de la capital, el coloso arrastra una pancarta al costado de los semáforos. Pide plata, apela al buen corazón y también a la lástima. 

Voy a cumplir ocho días en Bogotá”, explicó Milton a Zona Cero, refugiado en la sala de un apartamento en Bogotá, donde unos amigos le dieron posada. En el piso de ese sitio es donde duerme, cargando con él una sola muda de ropa y unos zapatos roídos por largas caminatas. 

“He tenido que recurrir a una pancarta que hice con unos amigos en Barranquilla. Me pongo en los semáforos a vivir de la solidaridad, porque no tengo para transportarme acá ni para mantenerme”, relató. 

La razón para que esté en la capital, la octava vez que viaja en los últimos once años desde que empezó su calvario, es buscar de una vez por todas el que le falta para que le den la pensión como gloria del deporte que necesita para que pueda pasar los últimos años de su vida con tranquilidad. E incluso, aferrarse a un milagro. 

La pensión vitalicia 

Milton está en la cruzada por lograr antes de que sea muy tarde, que el Ministerio del Deporte y el Comité Olímpico Colombiano proclamen como oficial el título que obtuvo en el Open Mundial de Seúl, Corea, en el año 2000. 

Con dicho triunfo estaría completando los dos requisitos principales para el beneficio, según cuenta. 

“Uno debe haber logrado un título mundial, reconocido por la entidad federativa y el Comité Olímpico Colombiano o el oro en los Juegos Olímpicos y ser mayor de 50 años o tener una enfermedad catastrófica o terminal con un porcentaje de invalidez por lo menos del 50%”, dice de memoria.

No fue hasta hace unos meses, por consejo de su abogado, a quien conoció en las diálisis que se tiene que hacer tres días por semana para mantenerse vivo, que se sometió a una revisión de la Oficina Regional de Invalidez del Atlántico para determinar el grado de su enfermedad, diagnosticada como una glomerulonefritis membranoproliferativa que le mató los riñones y por lo tanto ya no puede eliminar toxinas por él mismo. Depende de una máquina. 

“Por la situación de la pandemia me hicieron una ‘telecita’ por Zoom. Ahí la doctora que me atendió me preguntó qué por qué me demoré tanto. La verdad es que yo no estaba orientado y no tenía tampoco el dinero, pues para que te revisen debes pagar un salario mínimo, el cual conseguí vendiendo pasteles y con mucho esfuerzo”, recordó.

La respuesta llegó el jueves de la semana anterior. Según la Oficina Regional de Invalidez su discapacidad es del 72,90%. Además, su enfermedad está diagnosticada como terminal. Más que suficiente.  

¿Cuál es la traba? 

Ahora todo depende de un “sí” del Comité Olímpico Colombiano. La entidad tendría que confirmar y reconocer el logro en Corea como un título mundial y de esta manera todos los requisitos estarían cumplidos. 

Pero desde hace años ni Baltazar Medina, presidente del COC, ni ninguno de los demás directivos de la entidad, han dado el sí definitivo. Al parecer, para ellos, el Open de Seúl no cuenta como un evento oficial. 

Intentamos tener respuesta de esto, pero no logramos la comunicación.

“La Federación Colombiana de Taekwondo la aprueba como oficial y el COC, no. Hago un llamado al doctor Baltazar Mediana, a Ciro Solano (vicepresidente) y al doctor Armando Farfán (gerente), que se pongan la mano en el corazón. Solo quiero morir dignamente, con una mejor calidad de vida”, dijo tajante.  

Además, lanzó una señal de S.O.S. a la máxima autoridad ejecutiva del país, el Presidente de la República. 

“Hago un llamado con todo el respeto al Presidente Iván Duque, diciéndole que es algo humanitario. Él ha ayudado a tanta gente, mandó un avión para nuestros compatriotas que estaban amenazados por el coronavirus. Yo aspiro a que me toque el turno a mi también. Acá hay un colombiano que está muriendo lentamente”, aseveró. 

Ese es otro tema que le sacude la entraña. Siendo un enfermo terminal, una persona que todos los días se levanta un poco menos vivo, se expone a la pandemia pues recorre Bogotá a pie. La semana anterior estuvo varias horas en las oficinas del COC, sin atención y tuvo que andar hora y media, ida y vuelta, solamente para no obtener respuesta. 

“El coronavirus es un peligro más, es casi igual a la enfermedad que tengo. Yo estoy dependiendo de una máquina. El Covid-19 es algo que es impalpable, pero no tengo nada más que perder. En Barranquilla estaría en la calle, caminando para ir a mi dialisis”, afirmó.  

Mientras termina de hablar con Zona Cero, a la espera de los amigos que lo recibieron en Bogotá, advierte que este lunes, desde las 7:00 de la mañana va a pedir dinero frente a la sede de Mindeportes

Tal vez el Ministro de la cartera pueda darle una limosna mientras llega la pensión. Porque no es un tema de rendimiento, medallas o méritos. Es un tema de humanidad. 

“Yo voy a seguir luchando hasta que Dios me lo permita. Él me da la estabilidad para seguir luchando. En la diálisis tu entras y no sabes si vas a salir. He visto morir a más de 22 personas, compañeros de diálisis. El día que me toque a mi, yo quiero que el COC, MinDeportes y mis amigos digan: ‘se murió pero hicimos todo por él’, eso espero”, sentenció.

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