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Tadej Pogacar levanta sus brazos en señal de victoria tras cruzar la meta.
Tadej Pogacar levanta sus brazos en señal de victoria tras cruzar la meta.
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EFE

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Lo que le faltaba a Pogacar en 2024: coronarse campeón mundial

El esloveno igualó la marca de Eddy Merckx (1974) y Stephen Roche (1989).

El esloveno Tadej Pogacar conquistó en solitario su primer maillot arcoíris en el Mundial de Zurich 2024 con una exhibición de otra época, atacando a 100 kilómetros del final y completando los últimos 51 solo, para culminar una temporada inmaculada e histórica.

Tras Pogacar (Klanec, 1998), el australiano Ben O'Connor se hizo con la medalla de plata y el neerlandés Mathieu van der Poel ganó la de bronce, aunque quedó claro que hubo dos carreras, la del esloveno y la del resto.

Pogacar marcó un tiempo de 6h:27:30 en los 273,9 kilómetros de recorrido en un circuito en Zurich, en una cita en la que después de tres días lluviosos lució el sol. Tomaron la salida 195 ciclistas de 57 países.

Semejante exhibición le permitió igualar la gesta de Eddy Merckx en 1974 y de Stephen Roche en 1988, cuando ambos ganaron Giro de Italia, Tour de Francia y Mundial, pero ninguno sumó además un 'monumento'. Pogacar lo hizo con la Lieja-Bastoña-Lieja.

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El resto estuvo muy lejos de acercarse al nivel que mostró Pogacar, que convirtió un recorrido muy duro en un puro monólogo. Ni el belga Remco Evenepoel ni Mathieu van der Poel, los otros grandes favoritos y los dos últimos campeones, fueron capaces de poner en entredicho la portentosa actuación de su rival.

A 100 km de la meta, conocedor de que su equipo no sería capaz de mantener el pulso con la todopoderosa selección belga, Pogacar se mostró dispuesto a buscar la victoria en solitario.

Tras un breve respiro, volvió a acelerar a 78 km de meta y se quedó solo. Tuvo alguna duda de si seguir en solitario o quedarse con algún acompañante y lo encontró en el francés Pavel Sivakov, que era rival, pero también compañero de equipo. Los intereses empezaban a difuminarse.

Por detrás, Evenepoel no se conformaba, pero sin encontrar a nadie que le acompañase. Parecía un quiero y no puedo del belga, pero también del resto. A van der Poel le costó, pero también terminó por involucrarse. Aunque la impotencia fue la que marcó las acciones de sus rivales, incapaces de echar abajo la fuga del esloveno.

EFE

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