Franck Kessie fue el último afectado por los gritos racistas.
Franck Kessie fue el último afectado por los gritos racistas.
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El racismo en el fútbol italiano, la plaga infravalorada

Fecha a fecha se presentan estos flagelos en la Serie A.

El fútbol italiano vivió en la última jornada de la Serie A un enésimo caso de racismo en los estadios, lo que evidenció cómo la discriminación racial sigue siendo una plaga notablemente difundida, cuya peligrosa infravaloración está manchando la imagen internacional del país transalpino.

Los desagradables casos de cánticos racistas contra el marfileño Franck Kessie oídos este domingo en Verona en el duelo entre el Hellas y el Milan se sumaron a los que hace unas semanas se registraron contra el belga Romelu Lukaku, del Inter de Milán, en Cagliari.

Y es que no se trata de una novedad en el fútbol italiano. El pasado diciembre parte de la afición del Inter discriminó con sonoros cánticos al defensa senegalés del Nápoles Kalidou Koulibaly y, siempre en la pasada temporada, también el francés del Juventus Blaise Matuidi tuvo experiencias de este tipo en unas visitas a Verona y Cagliari.

El Código de la Federación de Fútbol italiana (FIGC) otorga a los árbitros la posibilidad de interrumpir o dar por terminados definitivamente los partidos en los que se registren casos de racismo, aunque esto sigue sin ocurrir, por la infravaloración del problema o por miedo en aplicar dicha sanción, consideró el abogado experto en derecho deportivo Angelo Cascella, en conversación con EFE.

"En Italia hay un auténtico problema social que pone al país en el centro de la atención del mundo deportivo por la infravaloración del racismo que se registra en muchos casos", afirmó Cascella, que en su larga carrera defendió los intereses de jugadores como Gennaro Gattuso y Dino Baggio, o del técnico Carlo Ancelotti.

"Hasta en los informes arbitrales y de la Fiscalía de la FIGC no hay rastro de cánticos racistas, a pesar de que hayan sido oídos por muchas personas presentes en los estadios", prosiguió.

A la gravedad de los cánticos discriminatorios se suman en algunos casos las justificaciones de quienes los toman con humor o como una ocasión para bromear, como fue el caso de un periodista de una televisión regional lombarda, Luciano Passirani, el último fin de semana.

"O tienes diez plátanos para comer y se los das, o es imposible parar a Lukaku", aseguró Passirani en el programa deportivo "Top Calcio 24" de la televisión local Telelombardia. Sus afirmaciones fueron condenadas poco después y el director de la emisora despidió al periodista en directo.

Anteriormente, hasta fue el entonces presidente de la FIGC Carlo Tavecchio quien pidió en un discurso público dar más protagonismo a los jugadores italianos y menos a "los Opti Poba, que antes comía plátanos y ahora juega titular en el Lazio".

Cascella señaló a EFE la importancia de que el Estado italiano recupere el mando del fútbol y de los estadios y endurezca las sanciones a quienes sean protagonistas de episodios de racismo y discriminación.

"Los aficionados hoy tienen mucho poder. Piden dinero a los clubes, entradas para revender y usan el chantaje para conseguir sus objetivos. Para los clubes existe la 'responsabilidad objetiva' por hechos cometidos por sus jugadores o aficionados", subrayó Cascella a EFE.

"Los aficionados a veces chantajean a los clubes amenazando con entonar cánticos racistas durante los partidos y causar de paso fuertes multas y sanciones", agregó.

En este sentido, es de este lunes la noticia del arresto de 12 jefes de grupos ultra del Juventus, detenidos en el ámbito de la operación "Last Banner" coordinada por la Fiscalía turinesa, precisamente por chantaje, reventa, violencia privada y asociación para delinquir.

"En muchos casos los jefes ultras son exdetenidos que ya recibieron condenas de reclusión por 20 o 30 años. Algunos clubes pasaron de ser cómplices a ser víctimas de estos aficionados. Deben reaccionar con fuerza y no tolerar que pasen estas cosas", recordó Cascella.

Según el abogado italiano, es fundamental endurecer las sanciones directas a los aficionados responsables de casos de racismo y discriminación, además de cuidar la educación de los jóvenes en los valores del deporte.

"Es necesario educar, enseñar el respeto de los valores y de las normas del deporte. Y sancionar, agudizando las sanciones, como ocurrió en Inglaterra en los años 80 y 90 con los 'hooligans'", explicó Cascella.

EFE

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