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Golazo de Sebastián Hernández para el 3-1 final
Golazo de Sebastián Hernández para el 3-1 final
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Dos goles, mallas rotas y en ambos arcos: récord curioso

Debe dejar como enseñanza la responsabilidad de árbitros y auxiliares de revisar bien los arcos antes de cada juego.

Intentando conseguir en redes sociales hechos curiosos que sirvieran para alimentar esta nota en la que pudiera referenciar goles que por la fortaleza en las patadas de sus autores llevaron a romper redes de porterías. Fue casi nula lo que en tal materia se puede obtener.  Que Roberto Carlos con su patada fortísima rompió la red de un equipo rival, que el mismo Ronaldo (el brasilero) también logró igual hazaña y que alguien más hizo crecer esta estadística, constituyen apenas referencias. Pero aisladas y sin mucha consistencia toda vez que no se dan a conocer mayores detalles al respecto.

Todo esto obedeciendo al caso curioso y por demás histórico- como nos dijo el amigo y colega Joel Hernández- protagonizado por el Junior en el juego del lunes pasado en Bucaramanga.  El triunfo rojiblanco fue producto de dos de los goles en los botines del uruguayo Matías Mier y del colombiano Sebastián Hernández, con sendos remates fuertes que atravesaron las redes del  arco bumangués.

Según Joel, estudioso, acucioso y coleccionista de datos y hechos históricos del fútbol, es la primera vez que en Colombia dos goles rompen las redes de porterías, más aún, ambos de un mismo equipo y además en las dos porterías, es decir una en cada tiempo de juego.

En alguna ocasión alguien nos habló de Gustavo Maldonado “Cofrón” quien con su potente remate había roto la malla de un equipo rival. (No se referencia que equipo fue). Y otras referencias de historiadores y periodistas ya fallecidos como Armando Cabrera Muñoz (Arkamuz) y Mike Urueta Carpio (Chichimoco) quienes afirmaban que “El flaco” Roberto Meléndez, en más de una ocasión en tiempos de amateurismo, perforó redes y hasta “privaba” a porteros que se atrevieran a intentar atrapar sus potentes remates.

El nombre de Antonio Rada “El cañonero” también saltó a la palestra en los años sesenta rompiendo redes, aunque, repito sin mayores detalles sobre el particular.   

Todo este resumen histórico para abordar el caso del partido reciente entre Junior y Bucaramanga.  Matías Mier, con fuerte remate abrió el camino con su gol que fue imposible para el arquero bumangués y que además perforó la red.  La visión óptica, estamos seguros, para muchos televidentes, no fue clara hasta cuando el autor del gol y sus compañeros celebraban la anotación. La impresión inicial es que el balón había pegado en la parte posterior de la red.

Igual con el gol de Sebastián Hernández para la tercera anotación del equipo rojiblanco y sellar el triunfo 3-1. Su remate dio también la impresión de haber sido sobre la parte posterior de la red e igualmente en la celebración fue cuando entendimos que había sido gol. Curioso dato histórico con dos goles que rompen redes, anotados por el mismo equipo y en ambas porterías.

Pero hay algo que es necesario resaltar según nuestro criterio. El rompimiento de las mallas en los goles de Mier y Hernández no fue producto de la potencia en los remates. Nuestra creencia es que las redes fueron rotas por estar mal puestas o ser débiles. Para fortuna del Junior, en ambos casos el árbitro se percató de que el balón había ingresado legalmente y no dudó en validar las anotaciones.

No siempre es así. En un juego de la liga venezolana entre los equipos Carabobo y Deportivo Lara, el árbitro del partido no validó un gol  del jugador José Ramón Reyes (del Carabobo) considerando que el balón había entrado por un costado de la portería. De nada sirvieron los reclamos al juez y sus auxiliares. No validó el gol y, con el agravante de que el equipo Carabobo perdería el partido 1-0 luego con el Deportivo Lara.

En una crónica publicada el 20 de octubre del 2013, el periodista Juan Carlos Latxaga bajo el título de “El gol fantasma, un clásico del fútbol” nos hace algunos recuentos sobre este tema: “Lo del gol que concedió el árbitro al Bayer Leverkusen ante el Hoffenheim,  tiene algo de justicia poética en estos tiempos en los que todo el mundo se empeña en presentar la Bundesliga como ejemplo a seguir. Es verdad que la competición alemana destaca por su organización, por las excelentes entradas que registran sus estadios, y por una igualdad más aparente que cierta, puesto que en realidad el título también allí es cosa de dos, cuando no de uno y medio. El fútbol alemán de clubes no exenta de escándalos y líos económicos, pero ha sabido resurgir hasta situarse a la cabeza del continente. Sin embargo, tampoco allí atan los perros con longanizas.

“El gol fantasma por antonomasía fue aquel que concedió el suizo Dienst en Wembley en la prórroga de la final de la Copa del Mundo de 1966. Cualquier aficionado guarda en su retina aquel disparo a la media vuelta de Geoff Hurst que estrelló el balón en el larguero para botar después sobre la misma raya. El partido se había ido a la prórroga con empate a dos, y aquel tanto concedido al delantero inglés supuso el principio del fin para Alemania. Cuarenta y cuatro años después, en el Mundial de Sudáfrica y con las dos selecciones como protagonistas, el árbitro uruguayo Larriondi no vio como un disparo de Lampard botaba claramente dentro de la portería tras ser repelido por el larguero. Hubiera supuesto el empate a dos para Inglaterra, que acabaría perdiendo aquel partido por 3-1.

Los aficionados del Athletic no olvidan aquella final de la Copa juvenil de 1981 que los rojiblancos empezaron a perder contra el Real Madrid por culpa de un gol que Miguel Pérez otorgó a Michel cuando su remate raso se había colado por el lateral roto de la red, ante el asombro de un Iru que cubría perfectamente el poste con su cuerpo. La diferencia entre aquello y el gol de Kiessling ante el Hoffenheim es que Michel, que ya apuntaba maneras, fue el primero en celebrar el gol contribuyendo al error del árbitro. Eso y que Miguel Pérez, lejos de admitir su equivocación, acusó después a los cachorros de haber roto la red. Menos trascendencia tuvo aquel golazo de Orbaiz a Casillas con un disparo casi desde el centro del campo, que Moreno Delgado tampoco vio, porque Del Horno e Iraola hicieron en el segundo tiempo los dos goles que le dieron al Athletic su última victoria en el Santiago Bernabéu. Ocurrió en febrero de 2005.

Estas cosas pasan en el fútbol y, probablemente, seguirán pasando por mucho que la FIFA haya anunciado que a partir del  Mundial del Brasil los campos estarán dotados de un sistema que certificará la validez de todos y cada uno de los goles que marquen las selecciones. Seguro que no habrá problemas de este tipo en el Mundial, pero el fútbol es mucho más que un torneo cada cuatro años y se juega en escenarios bastante menos sofisticados que los que acogerían a las selecciones en 2014.

“La perfección del fútbol, la que ha convertido este deporte en el más seguido en todo el mundo, es precisamente su imperfección, la posibilidad siempre latente de que ocurra lo inesperado, como ese gol del Leverkusen del sábado. Todos los demás deportes se han convertido en un asunto de mera estadística, donde todo está medido y controlado. En el fútbol todavía cabe la posibilidad del azar y la injusticia, elementos inherentes al juego”,  afirma el cronista.

Afortunadamente, repetimos, en el caso del Junior frente al Bucaramanga los dos goles con rompimiento de mallas no tuvieron discusión alguna; pero debe dejar como enseñanza la responsabilidad de árbitros y auxiliares de revisar bien los arcos antes de cada juego. Para que casos como el señalado en la ciudad de los parques no vuelvan a repetirse.

 

 

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