Luis Heberto Bedoya Giraldo, expresidente de la Federación Colombiana de Fútbol.
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Ascenso, poder y caída: Luis Bedoya, del rebusque a una silla en la FIFA y luego envuelto en el escándalo

Esta es la historia de cómo un vendedor de sudaderas llegó a ser el hombre más poderoso del fútbol colombiano.

Seguramente el pasado 12 de noviembre, mientras firmaba un documento ante los agentes investigadores del FBI y los Fiscales de los Estados Unidos, Luis Heberto Bedoya Giraldo repasaba en su cabeza los detalles de en que momento llegó a estar metido en tremendo predicamento.

Para conocerlo un poco más de cerca debemos remontarnos al año de 1959, en Bogotá, el 18 de septiembre. Ese día llegó al mundo el hijo del matrimonio Bedoya-Giraldo, a quien bautizarían como Luis Heberto.

Tras varios años viviendo en la Capital, su madre, doña Ligia Giraldo que se dedicaba al oficio de la peluquería, tomó la decisión de separarse de su marido e irse a vivir con sus tres hijos (Luis, Jaime y Orlando) a Pereira.

Estando allí, Bedoya tuvo que ayudar al sostenimiento del hogar buscando trabajo en lo que fuera. Se empleó como mensajero, oficios varios y hasta se convirtió en vendedor de sudaderas y ropa deportiva.

Hacía inicios de los 80s. comenzó sus estudios en la Universidad Católica de Pereira, donde cursó pregrado en administración de empresas. Allí se le presentó la oportunidad de su vida: conocer al dirigente deportivo León Londoño Tamayo.

Allí se hizo notar por sus capacidades, a lo que Londoño lo recomendó para ser el coordinador en temas de medios y televisión para el Torneo Sudamericano Sub-20 del Eje Cafetero.

Tras el éxito deportivo, en el cual Colombia se quedó con el primer triunfo en materia de este tipo de campeonatos, Bedoya hizo amistad con el que sería su padrino dentro del mundo del fútbol Jorge Correa Pastrana, que para la época era presidente de la Dimayor.

En 1986 Correa Pastrana le ofreció trabajar en un puesto en Bogotá, a lo que Luis Heberto respondió con un rotundo sí y se marchó a la Capital.

De la mano de Correa Pastrana, Bedoya comenzó a trabajar en cargos menores al interior del ente, hasta que fue contratado como coordinador de los derechos de transmisión de los partidos del campeonato.

Poco a poco, desde ese cargo, Bedoya fue tomando importancia en el seno de la Federación. Guiado por Correa Pastrana y mostrando un habilidad natural para manejar los espinosos temas administrativos del deporte, el administrador de empresas se hizo de la confianza con los presidente de los clubes del fútbol colombiano. 

Fue en ese periodo de tiempo en el que conoció a la que es hoy en día su esposa, la periodista y productora Martha Herrera, quien le asesoró en el futuro en diversos temas en cuanto imagen y comunicaciones en la Federación Colombiana.

Bedoya permaneció años moviéndose en su cargo, saltando inteligentemente de un lado a otro para tratar de mantener a todo el mundo contento, es especial cuando se popularizaron las transmisiones por televisión de los juegos del rentado nacional. Por esa popularidad, fue elejido como presidente de la Dimayor en los albores de la primera década de los 2000.

De allí, Bedoya pasó a ser el secretario general Colfutbol, donde fue el escudero de Óscar Astudillo durante cuatro años, hasta las elecciones presidenciales en 2006 cuando logró obtener el cargo.

Es en ese momento, fue cuando todo se comenzó a tornar oscuro en su proceder pues desde finales de ese año estaría comprometido en presuntos sobornos por parte de diferentes programadoras de televisión en el continente, que ahora son objeto de investigación por parte de las autoridades de los Estados Unidos.

Mientras se enriquecía producto de los dineros manejados por debajo de la mesa, además de las millonarias dadivas recibidas para favorecer con su voto a multinacionales, Bedoya fue tomando relevancia en la Conmebol.  

Al tiempo, a nivel local, Bedoya inició una agresiva campaña de comercialización y fortalecimiento corporativo de la Federación Colombiana de fútbol, llegando progresivamente a tener más de 10 patrocinadores, al tiempo que fue aprendiendo, a punta de golpes, como se debían obtener resultados deportivos.

Bajo su presidencia, se hizo con los servicios de Reinaldo Rueda, Jorge Luis Pinto, Eduardo Lara, Hernán Darío Gómez  y Leonel Álvarez, antes de poder encaminar un proceso definitivamente exitoso de la mano del argentino José Pékerman.

Tras la clasificación del país al Mundial de Brasil, luego 16 años de ausencia, Bedoya entró a la elite de la dirigencia deportiva mundial, a tal punto que fue escogido en agosto de ese mismo 2014 como uno de los tres representantes de la Conmebol en el comité directivo de la FIFA, donde se hizo cercano a Josep Blatter, relación que venía desde el Mundial juvenil de 2011, quien le adjudicó al país el mundial de Fútbol Sala del próximo 2016.

Bedoya, por increíble que parezca, fue uno de los primeros que corrió a abrazar a Blatter cuando este fue reelegido presidente en el congreso de la FIFA a mediados de este año, donde el bogotano recibió un reconocimiento de parte del mundo del fútbol.  

En el 2015, estaba en su mayor momento de poder. En solo tres décadas, Luis Bedoya había pasado de hacer mandados y vender sudaderas en las calles de Pereira, a codearse con algunos de los dirigentes más poderosos del mundo en los andenes de Zúrich, en Suiza.

Sin embargo, el castillo de naipes que sustentaba el fútbol mundial se fue al piso por cuenta de las investigaciones de Departamento de Justicia de los Estados Unidos, y de la Fiscal General de ese país, Loretta Lynch.

El 27 de mayo de este 2015, el FBI registró la sede de la Concacaf en Miami y fueron capturados 7 altos directivos de la FIFA en Zúrich. En junio Blatter anunció su dimisión, comenzaron las capturas contra integrantes de la Conmebol y el cerco a su alrededor empezó a cerrarse.

En una apresurada rueda de prensa en Bogotá, en la sede de la Federación, construida por él mismo en su gestión, Bedoya manifestó que ni él ni la FCF tenían nada que ocultar y que colaborarían en las investigaciones.

Más adelante, la justicia de los Estados Unidos logró mediante interrogatorios y confesiones reunir las pruebas suficientes para adelantar las acusaciones. Resultó que el magnate brasileño Jose Hawilla, quien por años fue uno de los que pasó sobornos, contó todo lo que sabía para  tratar de recibir una rebaja de penas.

De alguna manera, Bedoya se enteró del tema. El 5 de noviembre presentó su renuncia a todos sus cargos en el fútbol, empacó sus maletas, y viajó con su esposa a Nueva York un día antes, el 4 de noviembre, sin reservar vuelo de regreso. El 9 de ese mismo mes se hizo pública su renuncia.

Tras estar en Estados Unidos se reunió con los investigadores y, establecidos una serie de acuerdos, firmó el 12 de noviembre su aceptación de dos cargos por crimen organizado y conspiración de fraude electrónico, además de revelar una cuenta bancaría fantasma en Suiza, con la cual movió más de un millón de dólares.

Luego de esta última semana, cargada de nuevas capturas el jueves y la revelación de un documento por parte del Departamento de Justicia de Estados Unidos en el cual se le acusa de 8 nuevos cargos, la Fiscalía Colombiana procedió a abrir investigación por lavado de activos y el rastreo de los bienes del mismo.

Aunque pareciera que es fin de una época, la historia de la desgracia de Bedoya apenas empieza, pues a la puerta se cierne un proceso penal que está por iniciar, además de los cambios profundos que se acercan en el mundo del fútbol.

Por otro lado, aun queda mucha tela por cortar en las investigaciones tanto en el exterior como en Colombia con los otros ‘señores del fútbol’, pues según se estableció, Bedoya solo es el primero en la lista de los investigados en el fútbol colombiano.

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