Carnaval de San Agatón
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San Agatón: El patrono del Carnaval durante las carnestolendas de la Arenosa

Notas sobre un laboratorio de reconstrucción de la Memoria festiva de la ciudad de Barranquilla.

Moisés Pineda Salazar

Fue en una reunión, hace dos años, cuando sin proponérnoslo abordamos el “espinoso” tema de los grupos de Disfraces Colectivos, el no menos “urticante” de los negocios de las Industrias Naranjas y la necesidad, sin llamarla de esa manera, de construir sinergias y formas de operar en la fiesta sin llegar a la grosera forma estatizante  que hace del jolgorio colectivo una "dispensa gratuita" del aparato político, y en el otro extremo capitalista, una caja de producir dinero a todos para el concesionario privado.

Coincidíamos en la mesa, sin haberlo concertado antes, con Eugenio Vélez quien venía de un proceso de ruptura con otro grupo carnavalero que había encontrado, fueron sus palabras, una "forma de hacer negocios" que no se avenía con su manera de, sin ser un "alma caritativa", entender el goce y el disfrute de un desfile carnavalero que se debate entre las rigideces de un "desfile alcanforado" y el descoñete de unas hordas que, por haber pagado, se sienten con derecho a exhibir sin pudor sus "vicios sexperipáticos".

Poco, o nada nos podía unir como no fuera el hecho de llegar al escenario carnavalero por dos caminos inversos en la ruptura. Ellos por el antes descrito y en busca de un camino de legitimación mediante el mecenazgo de un grupo folclórico tradicional y yo el de la separación de un grupo tradicional y buscando la legitimación del disfraz más allá de llamar "tradicional" a lo mismo de siempre que han hecho de la marimonda y el monocuco una aséptica y homogénea plaga, y la de llamar  "creativo" a la creciente, e igualmente homogenizante, "flumenización" de tetas, nalgas, plumas y lentejuelas que ya comienza a causar preocupación a los mismos rabinos judíos en sus fiestas del Purim en honor de la Reina Esther.

Aquella reunión que para el operador mayoritario se cerró con un "miremos eso más adelante", dio inicio a una relación compleja que se ha concretado con la puesta en la escena carnavalera de la tradición religiosa de las Fiestas de San Agatón en Mamatoco- Santo Patrono del Carnaval. El ritual religioso, versionado en la procesión laica que le aportó al Carnaval de Barranquilla un cuarto día de carnaval- el sábado- y un contenido de participación popular y de folclor que rompió el tradicional corso aristocrático que se escenificaba el domingo del Carnaval en Barranquilla, abría el desfile conformado por grupos familiares y amigos (Pineda, Zapata, Ferreira, Gual, Chica, Racini) que lucían vestuarios a tono con las tradiciones religiosas de las procesiones del siglo XIX haciendo guardia a la imagen de un San Agatón que se elevaba tres metros por encima de los hombros de cuatro de los miembros- hieráticos y disciplinados de la Escuela de Fútbol que dirige Alfonso Rosero-  haciendo funciones de soporte y de servicios a quienes, además de los anteriores, desfilaban danzando Baile con "Chancleta e'palo" y de las Cucambas del Corpus Christi de Atánquez, que se movían el ritmo de las Cumbias Sampuesana   y Cienaguera.

La procesión era precedida por cuatro mórbidas rezanderas, viudas que hacían luto vestidas de rojo con promesas de fidelidad y virtud bajo velos nupciales amarillos, halando las potencias de dos estandartes que anunciaban la presencia del pueblo y su santo.

Todo aquella procesión era seguida por quienes escenificaban la "tradición" de una fiesta carnavalera estratificada en clases y cuyos miembros se divertían al compas de "otras músicas y danzas. Los actores y festejantes que representaban a las clases sociales del Carnaval barranquillero, cuya estructura algunos miembros iba a ser "dinamitada" por la presencia del Santo,  eran encarnadas por decenas de jóvenes y adultos disfrazados de romanos y por algunos del colectivo que dirige Eugenio Vélez disfrazados con alegorías de Son de Negro. Todos ellos, eran animados por ejecutantes de música electrónica que mezclaban melodías del siglo XIX con sonoridades contemporáneas, a las que se unían canciones de moda, de música urbana de tradición africana ejecutada por un afamado grupo musical.

De esta manera, desfilando todos bajo la égida del Colectivo "Carnavales del Siglo XIX", con motivo de la vuelta de San Agatón al Carnaval de Barranquilla, se ponen a prueba y a consideración de los barranquilleros nuevos conceptos de lo "tradicional" asignándole el significado de ser una "forma que relata los contenidos de un pasado".

La experiencia, construída en tres años de visibilizar las relaciones entre el Carnaval en Barranquilla y las fiestas Mamatoqueras,  propone unas relaciones en  las cuales, diferentes estructuras sociales y económicas se sirven las unas de las otras al tiempo que sirven las unas a las otras con un propósito de servicio al público; plantea unas relaciones entre campo y ciudad, entre academia y arte, entre clases sociales; entre lo público y lo privado, entre lo atávico y lo contemporáneo; entre la tradición y la innovación y entre religiosidad popular y fiesta de Carnaval.

Queda mucha tela por cortar.

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